Opinión
José Juan Cervera
05/03/2025 | Mérida, Yucatán
Entre muchas otras muestras de la vida de antaño, los festejos de carnaval han nutrido publicaciones periódicas que adoptaron como razón de ser figuras y referencias de esta temporada de relajamiento y entusiasmo. Si bien las diferencias de clase han marcado históricamente las formas de celebrarla, con el triunfo de la Revolución fue adquiriendo caracteres populares, comunitarios e inclusivos que transmiten un tono especial a sus expresiones. Es por ello que, en algunas ciudades y villas de Yucatán, además de las sociedades coreográficas que se ocuparon de realzar el significado de estos días surgieron revistas con el mismo propósito. En Mérida circuló Confetti Magazine Carnavalesco a partir de 1933, que dirigió el profesor Víctor Manuel Martínez Herrera (1896-1970) y perduró hasta avanzados los sesenta. Este impreso fue de aparición anual y llegó a ser contemporáneo de otro de rasgos similares denominado Gaceta Carnavalesca, dirigida por el también profesor Manuel Díaz Massa quien, al igual que Martínez, destacó en el medio artístico local como poeta y letrista de canciones. En sus respectivas páginas dieron a conocer notas informativas, crónicas y poemas.
La trayectoria del profesor Martínez en torno a las celebraciones de carnaval se remonta a su natal Cansahcab en donde, del mismo modo que su padre Manuel Jesús Martínez Herrera, promovió estudiantinas y redactó textos alusivos a las fiestas. Su biografía registra fases de intenso activismo político en apoyo de Felipe Carrillo Puerto y del Partido Socialista del Sureste. Además de un largo desempeño en el magisterio fue autor teatral y, entre sus obras de divulgación histórica, publicó el opúsculo Carnaval de Mérida a través del tiempo (1969). Fue redactor de otro periódico denominado Panteón Cómico, que vio la luz en días de difuntos. En su pueblo de origen dirigió Finis Revista Quincenal de Arte y Combate, durante 1916.
Confetti documenta varios aspectos de la sociedad yucateca de su tiempo, tanto en lo referente al tema específico de su interés como en lo que atañe a la abundante publicidad con que se acompañaba, en la que se anunciaron diversos establecimientos y productos; incluso asociaciones obreras publicaron avisos en ella, a la manera del Sindicato de Chicleros, Arrieros, Ramoneros, Jornaleros y Similares Oro Blanco, de Oxkutzcab, como lo hicieron algunas autoridades municipales. Su número correspondiente a marzo de 1942, en su octavo año, constituye un buen ejemplo de la variedad de su contenido. Desde su nota editorial de inicio expone las dotes literarias de su director quien, aunque impulsó evocaciones mayas entre sus letras de canciones populares, vivió una etapa en que se identificó con el movimiento modernista, y algo de ello revela en estas líneas: “Licor de nueva vida hay en las copas de nieve; madrigal revivido por la musa de carne que sonríe maliciosamente por la orgía nocherniega en el antifaz coqueto; canto enigmático de sentimentalismos y suspiros cuajados de lamentaciones en el corazón benigno y una nueva floración primaveral en el alma que alienta una esperanza a las desencantadas…”
Esta edición incluye dos poemas, de corte costumbrista, de Ermilo Padrón López firmados con el seudónimo Olimer, a quien una nota al calce de uno de ellos (Madrigal a la mestiza) describe como “uno de los más distinguidos estilistas de nuestra poesía”. Este texto en su momento fue adaptado como letra del bambuco Mestiza, con música de Ricardo Pasos Peniche. Si se comparan ambas versiones es posible notar algunas variantes, pero la que complementa la pieza musical quedó en su primera estrofa de la siguiente manera: “Mestiza, joya castiza / del barrio de San Sebastián, / un manantial se idealiza / cuando asoma tu sonrisa / bajo el arco de San Juan.”
La inserción del programa de las fiestas carnavalescas revela muchos aspectos distintivos de la época, como el hecho de que el dignatario de fantasía no era designado rey o soberano sino gobernador, en ese caso Chinto Primero (Goyito Méndez); en el desfile de Corso participaban miembros de las asociaciones de charros de Yucatán y, en cuanto al paseo dominical, se realizaba en turnos matutino y vespertino y extendía sus actividades en los suburbios de la ciudad. Este número de Confetti publicó también una semblanza del pintor y coreógrafo Teodoro Zapata y en dos pies de foto aportó breves datos que daban cuenta del presidente y del secretario del Círculo Periodístico de Estudiantes: Rodolfo Ruz Menéndez y Omar Ricardo Vargas, respectivamente; el primero fungía como director de la gaceta Bayardo. Otros retratos eran de varias jóvenes que ofrendaban en ellos la lozanía de sus rostros. Uno más fue el de la señorita Imelda Rosado Núñez que con Ketty Vázquez López formaba el dueto de la radiodifusora XEFC, quienes también eran solistas de la Orquesta Típica Yukalpetén, en ese entonces recién creada.
Como se puede observar, esta revista constituye una valiosa fuente de información que describe una parte importante del desarrollo artístico de Yucatán en sus modalidades populares y otros ámbitos de la sociedad de aquellos años como los personajes que intervenían en ella, las instituciones en boga y los servicios que prestaban al igual que las prácticas de consumo tan distintas de las actuales. Pone de manifiesto el tránsito de las costumbres y de las formas de representarlas en la historia de la cultura, imagen y medida de la humanidad.
Edición: Fernando Sierra