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Texto y contexto, aspectos básicos de la lectura

Los libros para niños deben ser elaborados con más cuidado
Foto: Juan Manuel Valdivia

Por lo general, cada vez que alguien abre un libro para leer, lo hace sin saber aún cuál es el contexto que conlleva el texto. Muchas veces no importa mucho, pero en algunas ocasiones es importante preverlo más de lo que el lector imagina. Y cuando algún libro exige que el lector conozca previamente el contexto del texto, ello asegura que la lectura implique una absoluta interpretación. De ahí que todo contexto ofrece un soporte fundamental para la comprensión lectora y hasta para el goce de la lectura por parte del lector. Sin embargo, hay algunos textos muy especializados en ciertos temas que exigen que el lector tenga un conocimiento más profundo del asunto.

Así que no hay texto sin contexto. Esta afirmación refiere la existencia de una relación elemental: un escrito contiene conocimientos, a veces básicos, a veces profundos; en otras ocasiones, remite experiencias que conllevan una visión personal del escritor, según la temática que desarrolle en su texto. Si se trata de un texto literario, bien podría comunicar su perspectiva de la vida desde su mundo interior (como los poemas), o bien podría expresar su experiencia personal en el mundo exterior (como los cuentos). Y si fueran libros de información científica y/o tecnológica, con mayor razón sería requerido un saber previo, aunque fuera básico. 

Como ha sido planteado el texto y el contexto, en esta manera tan simple, habrá que considerar la necesidad de que el lector tenga un bagaje informativo propio. Por ejemplo, en los niños, los textos deben ser simples, directos y sin rebuscamientos, tanto en los informativos como en los imaginarios. Y conforme el individuo va creciendo y avanzando en su desarrollo formativo y en experiencias, los textos podrían ser un poco más complejos y diversos. 

Por otra parte, los libros para niños deben ser elaborados con más cuidado que los que van destinados a los mayores, y no sólo en la confección: el tipo de papel, el modo de encuadernación, la tipografía, las ilustraciones y demás elementos editoriales, sino también en la elaboración de los textos: párrafos regulares, oraciones sin tantas subordinaciones, metáforas trasparentes y/o divertidas, vocabulario conocido y fácil de interpretar en sus significaciones, entre otras características lingüísticas y literarias.

Cabe subrayar que quien requiere tener a la mano el contexto que exige el texto es el lector, ya que el escritor sabe de lo que habla y tiene muy claro cuál es su intención, ya sea para informar o conmover. Por ello, muchas veces el lector que vuelve a leer un libro descubre otros asuntos del contexto que no alcanzó a interpretar cabalmente la primera vez que lo leyó. Esto ocurre regularmente, como cuando alguien mira de nuevo una película que disfrutó años atrás y, en la actualidad, le parece más precisa y/o más emotiva.

Desde esta perspectiva, la lectura no sólo requiere saber leer sino también saber. Ahora bien, qué ocurre cuando un lector no tiene a la mano el contexto que le exige el texto. Entonces tendría que buscar información que le ofrezca lo necesario para interpretar efectivamente el texto. Por ejemplo, para entender íntegramente y disfrutar mejor la novela Noticias del imperio, del escritor Fernando del Paso, sería conveniente echarle un vistazo a la historia mexicana, en particular la etapa del imperio de Maximiliano. En otros casos, para una mejor comprensión y placer, antes de leer las novelas Los de abajo, de Mariano Azuela, o Rescoldo, los últimos cristeros, de Antonio Estrada, al lector le convendría enterarse de los hechos históricos que estas obras remiten como contexto: la Revolución Mexicana, para el primer caso, y la guerra cristera, para el segundo. 

Y respecto de la lectura informativa, no hay riesgo de equivocación: cada texto de información científica, tecnológica, humanista o filosófica, tendrá sus propias exigencias, que generalmente son conocimientos previos de cada materia, para asegurar la cabal interpretación de parte del lector. Como sea, la necesidad de conocer previamente el contexto de un texto, permitirá el disfrute de la lectura, a tal grado, que resultará inolvidable.     


Edición: Estefanía Cardeña


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