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Foto: Archivo del Museo Regional Palacio de Cantón

En el corazón del Paseo de Montejo, se erige el Palacio Cantón, un testimonio arquitectónico de la época dorada del henequén. Nos situamos en 1904, año en que el General Francisco Cantón Rosado, figura prominente de la sociedad yucateca, inició la construcción de su residencia. 
Para comprender a fondo el diseño de este edificio, es esencial reconocer que su construcción coincide con la ‘primera globalización’ (finales del siglo XIX-Primera Guerra Mundial). Este periodo se distinguió por avances tecnológicos significativos, tales como la revolución en los sistemas de transporte (ferrocarriles, barcos de vapor) y comunicaciones (telégrafo), que facilitaron la liberación del comercio mundial y tuvieron un impacto directo en la arquitectura de la época.

Otro factor es que, durante el Porfiriato, existió una admiración por la cultura francesa, que influyó notablemente en las tendencias arquitectónicas, impulsando el estilo beaux-arts proveniente de Francia, el cual se caracteriza por la libre utilización y combinación de estilos del pasado, especialmente aquellos de corte clásico y barroco. A pesar de identificar el estilo, es importante mencionar que no hay exponentes homogéneos alrededor del mundo, cada región la dotó de sus significados y representaciones propias, siendo el Palacio Cantón uno de los máximos exponentes del beaux-arts en la Península yucateca, con sus fachadas profusamente ornamentadas y el juego visual tan característicos del estilo.

En las fachadas se aprecia una clara influencia barroca, con su característico dinamismo y teatralidad. Las esquinas del edificio se suavizan con pilastras, frontones quebrados y entablamentos curvos, creando un pórtico de frente curvo, como se ve en la fachada de la calle 43.

La percepción de movimiento en el edificio, en contraposición a una estructura estática, se origina en la variación de texturas de sus muros. La planta baja presenta un acabado de rectángulos denominado almohadillado, mientras que la planta alta enfatiza la horizontalidad mediante líneas o buñas. Finalmente, el techo tipo mansarda (inclinado), que alberga el ático, exhibe un acabado liso. El ritmo visual de este último se acentúa con la disposición de buhardillas o ventanas circulares que iluminan los espacios interiores.

Quizás los elementos más llamativos sean las dramáticas decoraciones del escultor italiano Michele Giacomino. Estas consisten en ménsulas con rostros masculinos de expresión iracunda, que incluso parecen gritar, acompañadas de elementos vegetales como hojas de acanto y volutas. Este conjunto representa el fenómeno de lo grotesco, un motivo gráfico que se remonta al Imperio Romano y que fue redescubierto a finales del siglo XV gracias a las investigaciones arqueológicas.

En contraste con la primera sección, cargada de elementos masculinos que transmiten una sensación de pesadez, la parte superior de la fachada integra rostros femeninos sobre las ventanas y algunos frisos. Se observa un mayor protagonismo de los recursos ornamentales clásicos, como frontones triangulares, curvos y de tipo cuello de cisne, columnas más sobrias y balcones proyectados hacia el exterior, lo que confiere a esta sección una percepción de ligereza.

Como remate de los elementos en voladizo previamente descritos, se observan medallones que ostentan el monograma con las iniciales del propietario, 'FC', un signo inequívoco de la propiedad del inmueble. Estos medallones rematan los balcones de la fachada principal, que corresponden a las habitaciones del General Cantón y doña Delfina Rosado, su esposa; los mismos elementos se encuentran sobre los balcones de la fachada del Paseo de Montejo.

En el contexto de una Mérida de principios del siglo XX, donde predominaban los edificios de estilo colonial, caracterizados por la pureza de sus formas y la sobriedad de su ornamentación, la construcción de un edificio de tal magnificencia le valió el apelativo de Palacio Cantón. No obstante, desde una perspectiva arquitectónica, el diseño se asemeja más a una casa de campo o villa.

El edificio es un símbolo del esplendor de una época y un valioso patrimonio cultural que requiere mantenimiento constante para garantizar su conservación. Por lo anterior, desde noviembre del año pasado hasta marzo del presente, se realizó una intervención mayor en dos de sus fachadas, cuyos detalles técnicos serán abordados posteriormente en esta columna.

El Palacio Cantón fue concebido originalmente como una suntuosa residencia restringida a unos cuantos privilegiados, sin embargo, el transcurso del tiempo transformó este símbolo de la burguesía en un valioso patrimonio cultural. Hoy, a más de 100 años después de su construcción, el Palacio Cantón alberga el Museo Regional de Antropología, un espacio público que celebra la rica historia de Yucatán, con un enfoque especial en la civilización maya. Sus salas exhiben tesoros arqueológicos y antropológicos, ofreciendo a los visitantes una ventana al pasado y un lugar de encuentro para la difusión cultural.

Pamela Leticia Alcalá Cetz, es arquitecta encargada del área de Arquitectura del Museo Regional de Antropología Palacio Cantón, INAH.

Coordinadora editorial de la columna: 
María del Carmen Castillo Cisneros, antropóloga social del Centro INAH Yucatán.


Lea, de la misma columna: El fandango y la fiesta del pueblo

Edición: Estefanía Cardeña



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