Esta semana tuvo lugar en Mérida un encuentro altamente significativo que reunió a más de 500 integrantes de la comunidad científica, empresarial y de gobierno del estado de Yucatán, así como de entidades de la península. El autodenominado Gobierno del Renacimiento Maya, a través de la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (SECIHTI) de Yucatán, instaló formalmente el 8 de abril la Red ECOS Yucatán, un espacio de colaboración interinstitucional orientado al diseño participativo de soluciones para los retos sociales y ambientales del presente.
Acompañada del director de la Red ECOS Nacional, Arturo Chávez López, la titular de la SECIHTI estatal, Geovanna Campos Vázquez, precisó que este modelo, impulsado por la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, a través de la SECIHTI federal, busca convertir a la ciencia y la innovación en ejes estratégicos del desarrollo, con la participación activa de los sectores público, privado, académico y social.
La Red ECOS Nacional, coordinada por la SECIHTI, se organiza en seis regiones y articula la participación de las 32 entidades federativas. Su finalidad es integrar proyectos conjuntos con base en las necesidades y capacidades locales, incentivando la vinculación entre instituciones de educación superior, centros públicos y privados de investigación, gobiernos y actores sociales. En su diseño, la red busca también fortalecer a las entidades con menores capacidades instaladas, promoviendo una mayor equidad territorial en el acceso a los beneficios del conocimiento.
Para dar inicio a la Red, al día siguiente, el 9 de abril, se llevaron a cabo una serie de mesas temáticas donde se discutieron asuntos prioritarios para la región, como la gestión del agua en la Península de Yucatán, sostenibilidad y seguridad agroalimentaria, energía y medio ambiente, atención a emergencias regionales, desarrollo industrial e innovación tecnológica. Estas temáticas reflejan la necesidad de enfoques integrados y multisectoriales para atender problemáticas de alta complejidad.
La instalación de la Red ECOS Yucatán representa un avance institucional, pero también un gesto político relevante: asumir que las soluciones a problemas estructurales —como la sobreexplotación del acuífero peninsular, la pérdida de biodiversidad o el rezago tecnológico en sectores productivos— requieren de cooperación genuina entre actores diversos, incluyendo comunidades que históricamente han sido excluidas del diseño de políticas públicas.
Como han señalado colegas en columnas previas, el modelo de política pública en ciencia, tecnología e innovación tenía una deuda estructural con los estados y regiones. La implementación de la Red ECOS permite vislumbrar una transición hacia un modelo multiescalar y participativo, donde las voces regionales puedan incidir en la definición de prioridades, estrategias y presupuestos. Se replantean así las lógicas verticales y centralizadas que en los últimos años predominaron en el sistema científico mexicano.
Sin embargo, esta apertura plantea nuevos desafíos. ¿Cómo asegurar que los procesos de consulta y participación se mantengan abiertos y no se conviertan en ejercicios simbólicos? ¿Qué mecanismos garantizarán la continuidad de estos espacios más allá de coyunturas sexenales? ¿Cómo se resolverán las posibles tensiones entre prioridades regionales y/o estatales y agendas federales, o entre sectores con intereses divergentes?
Además, la Red ECOS será tan efectiva como su capacidad para generar mecanismos de cofinanciamiento, incentivos reales para la vinculación, esquemas de coordinación interinstitucional duraderos y sistemas de evaluación capaces de medir impactos sociales y territoriales, más allá de los indicadores tradicionales. Sobre todo, porque se busca el bienestar social y crear estrategias de comunicación para que la sociedad mexicana se apropie de los resultados de la red.
La posibilidad de pensar sobre problemas prioritarios de forma compartida, por ejemplo, el uso sostenible del agua, el fortalecimiento de sistemas agroecológicos locales o la transición energética con justicia social, dependerá no sólo del entusiasmo inicial, sino de una visión de largo aliento que convierta estos espacios en verdaderas plataformas de innovación pública.
En tiempos donde se discute intensamente el papel de la ciencia en la transformación del país, la Red ECOS abre una puerta valiosa. Dependerá de que estos espacios no se queden en el diagnóstico, sino que se transformen en auténticos laboratorios de gobernanza, donde científicos, sector privado y gobierno y sociedad civil trabajen conjuntamente, y la ciencia no sólo dialogue con los problemas sociales, sino con las personas que los viven y los resisten.
Yucatán, con su riqueza biocultural, su comunidad científica consolidada y su vocación colaborativa, puede —y debe— ser punta de lanza en este nuevo capítulo de la gobernanza del conocimiento.