Opinión
Óscar Muñoz
16/04/2025 | Mérida, Yucatán
Entre los grandes de la literatura mexicana y latinoamericana, Edmundo Valadés ha sido poco reconocido a pesar de su extensa y diversa trayectoria. Nacido en Guaymas, Sonora, en 1915 y fallecido en la Ciudad de México en 1994, este personaje contribuyó al desarrollo del periodismo a través de su columna y sus reportajes, los cuales fueron seleccionados y publicados en el libro Excerpta, en el año de 1984. Además de su aporte periodístico, destacan sus ensayos sobre literatura, que fueron editados en dos publicaciones importantes: La Revolución y las letras, en coautoría con Luis Leal, (1960) y Por caminos de Proust (1974).
Aunque el trabajo más relevante de Edmundo Valadés ha sido su contribución en la difusión del relato a través de la legendaria revista El Cuento, que nació en el año 1939 (en una primera época con cinco números) y resurgió en 1964 (2ª época) y culminó su ciclo en 1999 (a punto de iniciar el nuevo milenio). No hay duda al considerar la segunda época de esta publicación como la más importante temporada de difusión de este género narrativo en México y Latinoamérica. En este 2º ciclo de la revista, se editaron 143 números, algunos de los cuales fueron mensuales, otros bimestrales, otros más trimestrales y hasta semestrales.
Cabe destacar que la revista El Cuento tuvo desde el principio un equipo editorial extraordinario: Edmundo Valadés era el director; Andrés Zaplana, el consejero editorial, y Gastón García Cantú, Henrique González Casanova y Juan Rulfo integraban el Consejo de redacción. Además, entre sus colaboradores sobresalían escritores reconocidos de la época. Por ejemplo, en sus primeros seis números de la 2ª temporada, escribía una columna fija el escritor Antonio Estrada, autor de la novela cristera Rescoldo, los últimos cristeros y abuelo de mis hijos, quien aportaba historias legendarias de los tepehuanes y cuentos de su autoría.
La revista era tan exitosa que los ejemplares se agotaban casi enseguida, a tal grado que, cuando sus lectores buscábamos el número más reciente, era más que imposible encontrarlo. Personalmente, una vez envié un relato al concurso permanente de Cuento Brevísimo y fue publicado en el número 82 y premiado ese año, pero nunca me enteré del reconocimiento que le otorgó la revista porque no pude conseguir el número donde me indicaban que podía pasar a cobrar el premio. Por increíble que parezca, El Cuento volvió a publicar la misma minificción de mi autoría en el número 91 y en el 92 me volvieron a pedir que pasara a recoger el monto del premio, aunque tampoco me enteré de ello por no encontrar la revista a tiempo.
Independientemente de las experiencias propias, la revista que dirigía Edmundo Valadés recibió el Premio Nacional de Periodismo en 1981 por el prestigio alcanzado y el éxito logrado hasta entonces. No cabe duda que la labor de este intelectual en la difusión del cuento como el género narrativo más apreciado por los lectores del siglo XX fue realmente extraordinaria. Sin embargo, ha recibido poco reconocimiento a pesar de la extensa recopilación que el director de esta revista logró, y que dio lugar a la edición de El libro de la imaginación, una antología maravillosa que incluyó centenares de textos breves de una gran cantidad de escritores de todos los tiempos. Luego de la publicación de este compendio, surgió una docena de antologías del cuento bajo distintas temáticas, todas ellas seleccionadas y prologadas por él mismo.
Por si fuera poco, Edmundo Valadés es el autor de uno de los mejores libros de la literatura mexicana: La muerte tiene permiso (1955), que lo escribió en la época de la consolidación de la Revolución y la Reforma Agraria. En los cuentos de este volumen, el autor expresa el fastidio de la sociedad ante la corrupción y la impunidad de los gobernantes y la ausencia de justicia social, en un contexto de pobreza y omisión del campesino. Claro, sin olvidar otros libros de su autoría, como Dualidades funestas (1966) y Sólo los sueños y los deseos son inmortales, palomita (1980). En febrero de este año debió ser celebrado el aniversario 110 de su nacimiento, y todos lo olvidamos.
Edición: Ana Ordaz