Opinión
La Jornada Maya
16/06/2025 | Mérida, Yucatán
La edición de hoy de La Jornada Maya es la número 2 mil 500. Se escucha fácil, rápido, pero representa casi una década de trabajo continuo por parte del equipo que integra esta empresa. Es un número igual de juntas de evaluación, de llegadas al edificio de la redacción o a conexiones simultáneas; esto último desde marzo de 2020.
Son también 2 mil 500 noches de intentar ganarle a la hora de cierre, para que la impresión se lleve a cabo sin mayores contratiempos. Un número igual de jornadas en las que, cada diseñador, ha tenido que desplegar su talento e imaginación para que ninguna de sus planas resulte aburrida, y en las que cada editor ha puesto lo mejor de sí para que cada nota sea legible, clara y, sobre todo, veraz.
Y ya que hablamos de planas, son 80 mil páginas, como mínimo, que se han diseñado, editado, impreso. Mención aparte merecen las primeras y K’iintsil; unas, porque se elabora una para cada estado en donde La Jornada Maya tiene presencia, la otra porque en más de una ocasión ha sido más que nuestra emblemática contraportada.
La cifra es la cifra: un indicador del tiempo que este proyecto editorial ha navegado, con días tranquilos y viento en popa, pero también con la mar picada, bajo tormentas, con una pandemia, y en alguna ocasión muy próxima a nuestro propio Maelstrom. A pocos días de cumplir nuestros primeros 10 años, podemos sentirnos orgullosos de haber superado la vida media de las empresas de nueva creación, aunque esto no debiera ser consuelo para nadie; simplemente es una marca que de alguna manera califica a La Jornada Maya como una empresa exitosa, y todavía en crecimiento.
Pero los números dicen poco acerca del espíritu del equipo que se reúne cada día para disponer la prioridad de la información, así como en qué página del impreso se localizará, cuál será la fotografía que acompañe la nota, y en qué momento se publicará en redes sociales. Eso sí, cada quien, dentro de su especialidad, intenta que cada noticia, cada texto de opinión, lleguen de la mejor manera al público.
Los números no juegan en el día a día. Porque el trabajo se hace día a día, con el ejemplar de mañana en mente, no en las jornadas que faltan para llegar al siguiente número cerrado; cosa que ocurrirá hasta 2027. Eso es lo que hace distintos a los periodistas: claro que nos encanta proyectarnos para los próximos 10 años, afirmar que llegaremos al tamaño de otros medios que dan empleo a más personas y que se han consolidado en el gusto del público, pero tenemos el pulso del día a día, estamos conscientes de que en cualquier momento puede presentarse un imprevisto, y antes de ver su efecto en nosotros debemos transformarlo en la nota para el día siguiente, o inmediato.
Así, lo importante se vuelve qué vamos consiguiendo en el camino. Si en algún momento se nos calificó de “isla emergente”, quisiéramos pensar que hoy ya somos una ínsula habitada; si fuimos el equipo de locos que quiso atravesar la selva en barco, hoy navegamos; si la idea de publicar una plana en maya yucateco fue una ocurrencia, hoy quisiéramos que más medios sigan el ejemplo.
Un periódico, como nosotros, debe responder a la confianza de sus lectores. De ahí que sea necesario poner los pies en la tierra y concentrarnos en la entrega que corresponde a la jornada; no a la de ayer, que ya es historia, ni debemos quedarnos en la espera de la nota que producirá el evento agendado; finalmente, recibimos una calificación por cada ejemplar que se lee, en cada contenido de redes sociales, en la amabilidad de nuestro sitio de Internet, y en lo que podamos innovar.
Por eso es que los números sólo son indicadores de lo que se ha hecho hasta el momento. Podemos felicitarnos, pero el deber de informar seguirá ahí mañana, y esperamos seguir siendo su opción para enterarse de lo que acontece en la península, México y el mundo, y que nos acompañen por otras 2 mil 500 entregas.
Edición: Estefanía Cardeña