Opinión
La Jornada Maya
23/06/2025 | Mérida, Yucatán
Una cosa es lo que haya querido proyectar el mandatario de los Estados Unidos, Donald Trump, quien a través de su red social, Truth Social, envió felicitaciones tanto a Israel como Irán por haber acordado detener las hostilidades.
El republicano agregó: "durante cada ALTO AL FUEGO, la otra parte se mantendrá pacífica y respetuosa". Suponiendo que todo funcione como debería, que así será, felicito a ambos países, Israel e Irán, por su resistencia, coraje e inteligencia para poner fin a lo que debería llamarse "LA GUERRA DE LOS 12 DÍAS".
Más allá de lo que pudo ser una muy cruda referencia a la “Guerra de los seis días”, en la que Israel se impuso a una coalición de países árabes integrada por Egipto, Siria y Jordania, en 1967, lo que queda es la sensación de que únicamente ha sonado la campana para marcar el final de un round, y ambos púgiles se han retirado momentáneamente a sus esquinas para replantear su estrategia. Curiosamente, para esa época, Irán había sido el principal proveedor de petróleo para Israel.
Pero, al igual que hace 58 años, el tablero del ajedrez político internacional sigue en movimiento. Trump expresó que “esta es una guerra que podría haber durado años y destruido todo Oriente Medio [...]”, y muy probablemente sí debamos ver lo que ocurre hoy como una continuidad de lo acontecido en el siglo pasado.
El conflicto lleva, pues, ya casi seis décadas. Lo llamativo es que pareciera que existen intereses para que países que se han distinguido por llamar a la paz y por mantener una política internacional en la que se actúa reconociendo el derecho de libre autodeterminación de los pueblos y la igualdad jurídica de los Estados.
Para México, la preocupación inmediata deben ser las presiones a los mercados, particularmente el de petróleo, y para devaluar el peso frente al dólar. Ambos factores están relacionados directamente con el precio de las gasolinas y energéticos derivados de hidrocarburos, por lo que resulta por demás urgente tomar medidas para la protección del mercado interno.
Pero por otro, tomar en cuenta que el papel de México en la política mundial no depende de que la presidenta Claudia Sheinbaum envíe un mensaje de condena a las matanzas de civiles que Israel comete en Gaza, sino de la congruencia que mantenga con el marco normativo mexicano, que a su vez tiene una historia muy rica. Por cierto, debe recordarse que, cada que México se ha alejado de la Doctrina Estrada, ha terminado expuesto a la pérdida de autoridad moral en América Latina, y abierto la posibilidad de que otros países justifiquen su injerencia en el país.
Unirse al coro de voces que buscan la paz es precisamente fortalecer la autoridad moral mexicana ante la borrasca que se vislumbra en el horizonte.
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Edición: Estefanía Cardeña