Opinión
Julio Hernández López
10/07/2025 | Ciudad de México
Con su voto se designó
Resultó irrisoria la premura de Ricardo Salinas Pliego en declararse "presidente". Lo es, sin duda, del Grupo Salinas, un consorcio empresarial en el que es dominante su propio voto, presumiblemente suficiente para definir el resultado y asignarse la condición de "presidente", ya sea de consejos de administración o del grupo en general.
Presidente, pues, de sí mismo, de sus empresas y sus afanes, de un ámbito privado restringido y manipulable a voluntad de dueño, pero nunca equiparable con la condición constitucional de Presidente de la República, máximo cargo público que es electo por decenas de millones de personas y que debe buscar no el lucro sino el genuino servicio a la colectividad, sin abonos chiquitos ni vocación de agiotismo.
Irrisoria comparación con Sheinbaum
Ansioso por darse tratamiento presidencial (de la misma manera en que en su cuenta de X se concede a su arbitrio el título de "don" o se hace llamar "tío Richie"), Salinas Pliego inició de esa manera esperpéntica su respuesta a lo dicho en la Mañanera por la presidenta Sheinbaum, electa no por un puñado de capitalistas integrantes de algún consejo de administración, sino por casi 36 millones de mexicanos, y conductora de un proceso de transformación que, con sus claroscuros, ha ganado en elecciones la gran mayoría de los puestos públicos de poder.
"Hoy me obliga de nuevo a responderle, de presidente a presidente", postuló el empresario que para hacerse de lo que luego sería Televisión Azteca recibió un "préstamo" a la palabra de casi 29 millones de dólares de Raúl, el siniestro hermano de Carlos Salinas de Gortari que le asignó Imevisión. El texto del Don-TíoRichie-Presidente (DonTiRiPre) es un alegato diseñado para construirse un sitial como víctima, no como victimario.
Dolorosa historia de este presidente de sí mismo que se pinta como un personaje perseguido por poderes malvados que le endilgan conductas empresariales gandallísimas y posteos personales obscenos y misóginos cuando lo único que él desea en el mundo, y en la sucursal México-Elektra-Itálica (entre otras marcas), es que reine la libertad de enriquecimiento individual salvaje a costa de la colectividad y que vuelvan al poder los "gobiernícolas" buenos que tantos negocios y contratos le concedieron y que no insistían injustamente en cobrarle impuestos y conexos hasta por 74 mil millones de pesos. ¡Habráse visto tanta perversidad!
¿Ridículo autodestape electoral?
Y, claro, la prosa de elegancia sin par que ha disparado el presidente sirviente de sí mismo (presirviente) contra Citlalli Hernández durante largo tiempo, al igual que contra Sabina Berman, Denise Dresser y ahora Vanessa Romero, queda relegada en el memorial de liviandad moral, ofendido ofensor, victimario con coartadas de víctima. Todo sea por aparentar un autodestape con miras a 2030, en presunta venganza electoral por un cobro de impuestos que parece inminente e inevitable.
Porque, en realidad, lo que subyace en la extravagancia neosalinista es la intención de explorar y potenciar las posibilidades de ser candidato presidencial de quien se hizo de lo que ahora se denomina ADN 40 mediante un golpe de fuerza, física, legal y política. Salinas Pliego trata de convertirse en abanderado de la decadente oposición mexicana y de la corriente mileista-trumpista con ramificaciones en México (el neocristero Eduardo Verástegui como enlace), con la bandera de perseguido político y fiscal, de damnificado y mártir a causa de la 4T y con el respaldo de sus concesiones televisivas convertidas en voceros de campañas y desahogo de resentimientos.
Y, mientras Enrique Peña Nieto ve sumirse su más reciente escándalo de corrupción en el acumulado diario de nuevos escándalos que hacen olvidar los anteriores, ¡hasta mañana, con la Corte ordenando a la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, que retire material auditivo en redes que implicaba a Alito Moreno y Ricardo Monreal en pláticas privadas!
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Edición: Ana Ordaz