Opinión
Margarita Robleda Moguel
13/07/2025 | Mérida, Yucatán
¡De Vacaciones! Gritan alborozados los hijos. ¿De vacaciones…? Musitan acongojados los padres. Toca encontrar el sentido. Vayamos por partes.
Por supuesto que los chiquitos están encantados: ¡fuera reglas! Horas infinitas con su amado celular, ¡hacer lo que se les dé la gana! Para los maestros es un respiro, esperan que el tiempo sea suficiente para cargar pilas; se sienten exprimidos, extenuados. No es para menos. Los niños están más dispersos, su atención, entrenada por la tecnología, aguanta segundos. “Lo que sigue, lo que sigue, lo que sigue”. Música, luces y diversión. Su tolerancia, cada vez más mermada, su curiosidad e interés por aprender, más rala, su vocabulario más pobre. Son, como dice mi amiga Carmen Cantú, supervisora de preescolar, más insociables e insaciables de todo lo que la mercadotecnia ofrece. Y además, comentan por doquier, padres sobreprotectores que defienden a sus niños del esfuerzo y no permiten que vivan las consecuencias de sus actos, por lo que exigen mejores calificaciones para alguien que no se esforzó.
¿Los papás? ¡Uyyy los papás! Hasta hace poco las madres estaban en casa “haciendo hogar”, hoy, ambos trabajan, llegan agotados, en algunos casos han logrado entender que la casa es de ambos y se reparten faenas, pero en la mayoría ella tiene varios turnos que cumplir y además, conseguir likes y participar en las redes, mientras él descansa y hace sus conexiones también. Piden comida y se sientan a cenar cada uno conectado con alguien lejano en lugar de aprovechar la oportunidad que se les brinda el estar juntos.
¿Qué hacemos con los niños? Rentar una casa en la playa se ha vuelto imposible por su precio y el costo de las botanas y anexas para recibir a los parientes que saben que tienes casa. ¿Cursos de verano? ¿Traer a la abuelita olvidada durante todo el año? ¿Encerrarlos con llave y que Dios los bendiga?
Viktor Frankl, quien estuvo cuatro años prisionero en campos de concentración nazi, al salir, después de digerir la experiencia escribió El hombre en busca de sentido, donde afirma: “La vida nunca se vuelve insoportable por las circunstancias, sino sólo por la falta de significado y propósito”. “Cuando ya no podemos cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos”.
Detengamos nuestra carrera loca a ninguna parte y conectemos la pensar. ¿Estamos construyendo la familia que queremos? ¿Cuál es el sentido de todo esto, además de quejarnos? ¿A quién beneficia?
Toca encontrar el sentido del regalo que se nos está dando. Tiempo de vacaciones representa oportunidad de convivencia con los hijos y en pareja. “Si no nos conocemos, cómo nos vamos a querer”, les insisto a los sobrinos para juntar a los sobrinos nietos. Urge caer en cuenta de que el tiempo que no tengamos con los hijos, tendrá consecuencias: llegará el día en que a ellos no les interese tenerlo con nosotros, y si no lo tiene con nosotros, papá, mamá… lo tendrá con alguien más que puede propiciar consecuencias nefastas para ellos y para todos.
Sugerencias: Darle mayor fuerza a la convivencia que a la tecnología.
Recuperemos los parques. El Centenario, el de las Américas, la Plancha, Parque Ecológico del Poniente, excelente para pasear en bicicleta.
Visitar en domingo alguna zona arqueológica. La entrada para locales es gratuita. Urge que sepan quienes fueron nuestros abuelos. Izamal, tiene pirámides ¡hasta en el patio de las casas! Hay infinidad de cenotes para elegir. Organicemos noches de rock & roll, de canciones tradicionales, como
Cielito lindo; de cuentos, adivinanzas, poesía, de disfraces, chistes; de juegos de mesa. Toca conocernos mejor, compartir sueños. ¿A dónde te gustaría viajar? ¿Qué animal serías? ¿Qué comida? El lenguaje se desarrolla hablando. Ir a la librería por un buen libro para disfrutar y compartirlo. “
La Frontera Indómita”, tiene maravillas.
El sentido de las vacaciones es la convivencia y esta se da con lo que se tiene. Saquémosle jugo. Los niños cada vez tienen menos recuerdos. La tecnología los está formando y nosotros quedamos fuera. ¿Eso es lo que queremos? Démosles identidad. Conozcamos Yucatán, para amarlo más. Apaga el celular, ¡bordemos familias!
Edición: Fernando Sierra