Opinión
Óscar Muñoz
24/07/2025 | Mérida, Yucatán
Siempre me he sentido muy orgulloso de tener el primer disco de Black Sabbath en su marca original. A pesar de haberlo conseguido tres años después de su publicación, todos envidiaron siempre mi disco Vértigo, la marca británica que publicó el vinilo. Cualquiera ha de imaginar que yo cuidaba el disco hasta el extremo: nunca lo presté, nunca lo cambié por otro, nunca lo llevé a las fiestas, aunque siempre convidé a muchos a escucharlo en mi casa y nunca fuera de ella.
Fue en 1973 cuando adquirí ese maravilloso disco, el cual tenía en el centro una etiqueta con un diseño muy vertiginoso, una especie de círculos concéntricos en Op Art que se alejaban hacia dentro, muy parecido al escenario de la antigua serie de TV, El Túnel del tiempo. Incluso, algunos de mis amigos quedaban hipnotizados de tanto ver las vueltas que daba el sello del centro. Desde entonces, han pasado décadas y aún conservo el álbum de Black Sabbath. No debe quedar duda de que he logrado conservar este disco y he continuado deleitándome de sus vertiginosas canciones por mucho tiempo.
La portada del disco que atesoro presenta una misteriosa mujer vestida de negro que carga un gato oscuro, como si fuera un personaje medieval ligado a las artes de la brujería. Atrás de esta mujer, aparece un molino viejo que, con los efectos psicodélicos y sombríos en la fotografía, se conjuga con una atmósfera tenebrosa, lo cual ha representado la imagen emblemática de la banda y su álbum debut. Por si fuera poco, vale destacar que la modelo de la portada falleció en un accidente automovilístico en el mismo año en que fue lanzado el álbum.
Aunque Paranoid, el segundo álbum de la banda, con la misma voz inconfundible de Ozzy Osbourne, ha sido el disco icónico, fue lanzado en el mismo año que el primero: 1970. Un año que marcó el fin de una era fundamental del rock: la invasión británica cumplida, los Beatles desbandados, la psicodelia diluida, las muertes de Brian Jones, Janis Joplin, Jimi Hendrix y Jim Morrison (ocurridas entre 1969 y 1971), y el renacimiento del rock con una nueva versión, el heavy metal con Black Sabbath por delante.
La leyenda de esta banda relata que quien dio origen al sonido característico del heavy metal fue el guitarrista de Tony Lommi: luego de perder dos dedos en un accidente laboral, el músico tuvo que usar prótesis de goma y afinar su instrumento en una escala más grave para que las cuerdas no estuvieran tan tensas al usar la guitarra. Estas circunstancias permitieron el surgimiento del heavy metal, que esta banda estrenó en la nueva década.
Por su parte,
Ozzy Osbourne, el cantante de Black Sabbath, fallecido hace unos días, contribuyó de igual modo con su voz metálica al surgimiento del nuevo género del rock. Aunque no sólo fue la voz de Ozzy, sino también su interpretación y su actuación lo que catapultó al género. Si bien, desde 1969, Led Zeppelin ya había lanzado su disco debut, no era precisamente lo mismo, ya que esta agrupación, que había surgido de la desbandada de los Yardbirds, había iniciado otro género parecido, aunque distinto: el hard rock.
Así que nadie logró quitarle a Black Sabbath la paternidad del heavy metal, al que se abrazó una larga lista de bandas que impulsaron la evolución del género. Junto a Led Zeppelin, otra banda emblemática del hard rock, también del heavy metal, es Deep Purple. Curiosamente, luego que Ozzy Osbourne fue corrido de Black Sabbath por quien más tarde se casaría con él (Sharon), éste fue sustituido por cantantes de Deep Purple, como Ian Gillan o Ronnie James Dio. Sin embargo, nadie en el mundo negará la voz de Ozzy como uno de los emblemas del heavy metal, junto con el sonido de la guitarra de Tony Lommi.
Por desgracia, hace unos días, Ozzy falleció a una edad muy temprana aún: los 76 años, en comparación con otros rockeros que persisten, no sólo en la vida, sino también en el espectáculo, como Mike Jagger. Así que valen estas remembranzas en honor al Príncipe de las Tinieblas.
contcato@lajornadamaya.mx
Edición: Estefanía Cardeña