Opinión
Felipe Escalante Tió
14/08/2025 | Mérida, Yucatán
Una de las características del siglo XX es la concepción del deporte como espectáculo y entretenimiento para las multitudes, y el crecimiento de esta vertiente de la actividad física está íntimamente asociado a los medios de comunicación. Casi ningún rincón del mundo occidental quedó a salvo de las narraciones sobre los héroes de los estadios, las canchas y las pistas de carreras, y al mismo tiempo surgieron voces y plumas a cargo de fortalecer la relación entre aficionados y equipos, algunos de los cuales son, hasta la fecha, parte de la identidad local.
Al mediar la década de 1940, Yucatán contó con una revista especializada que semanalmente dio cuenta del mundo deportivo regional. Se trata del semanario Deportes, que en su número 61, correspondiente al 6 de febrero de 1947, incluyó una imagen que llama la atención: un jugador de beisbol cuyos rasgos físicos no coinciden con fenotipos asociados a la península, destacando el color de su piel.
Dentro del ejemplar, la publicación aclara que la imagen en portada es “Ramón Correa, lanzador cubano del ‘Progreso’”, quien días antes estuvo a punto de tirar un juego perfecto “contra los líderes del ‘Campeche’”.
El hecho había sido una serie de la Liga Peninsular, un circuito que estuvo vigente entre 1946 y 1954 y cuyo impacto fue el surgimiento de una afición popular y sobre todo familiar al beisbol. Cabe mencionar que en estos mismos años se desarrollaba también el futbol, pero éste apenas iniciaba, mientras que el beisbol ya llevaba al menos tres décadas fomentándose, al grado que los gobiernos socialistas hicieron que la entrega de bates, pelotas y mascotas a los ayuntamientos se entendiera como promoción del deporte.
Lo interesante de que Ramón Correa estuviera en la portada de Deportes es que posiblemente se trate de una de las primeras publicaciones que brindaron este espacio a un afrodescendiente. Estamos hablando de que es del mismo año en el cual Jackie Robinson ingresó a los Dodgers de Brooklyn, rompiendo la barrera racial en las Grandes Ligas de los Estados Unidos.
Páginas más adelante encontramos la nota sobre lo ocurrido en el campo de Progreso. El encabezado señalaba “Los ‘Tiburones’ ganaron la serie a los ‘Piratas’ sin perder un juego”. Y sí, se trataba de los Piratas de Campeche, quienes llegaron al puerto como líderes del circuito, donde el equipo escualo no los barrió; a pesar de la indicación de que no perdieron un solo juego, resultó que los filibusteros consiguieron empatar el último de los tres que se jugaron, y no hubo entradas extra.
Pero también encontramos los motivos por los que el semanario decidió ilustrar su portada con la fotografía de Ramón Correa. No solamente lanzó las nueve entradas, sino que dejó en blanco a sus adversarios. Admitió apenas un jit, dio una base por bolas y ponchó a nueve Piratas. En palabras de Armando Torres G., autor de la nota, Correa había ofrecido uno de los mejores juegos vistos en el puerto.
Tomando en cuenta que los Piratas habían sido el mejor equipo hasta el momento, la exhibición bastó para que el cronista indicara “acepto que el departamento de pitcheo del team ‘Escualo’ es uno de los más completos en este Campeonato y que gracias a la buena forma de sus integrantes el equipo ha mantenido sus aspiraciones sin desengaños totales”.
En el duelo que dio origen a la portada, Correa tuvo a Gustavo Bello como contraparte, y éste, a pesar de que tuvo un desempeño menos dominante, permitiendo siete jit, cuatro bases por bolas y recetando tres ponches, apenas permitió una carrera:
“La única anotación del partido que estuvo adornado por estupendas atrapadas de Gil Cuevas y Manuel Guerrero, cayó en el 2º acto, lograda por los locales con tubey de Correa, sacrificio de Vitico Paima y single de Camilo Rodríguez. Después Correa cerró las llaves de escape despachando como en los primeros actos en orden de tres el resto del partido. Bello también mejoró y auxiliado por el buen fildeo de su club no permitió más anotación a los nuestros manteniendo a su club en la mínima desventaja y en tesitura de empatar o ganar hasta el último inning”.
Sin duda, Ramón Correa se encontraba en un gran momento. Su porcentaje de bateo era de .331 y figuraba entre los líderes de bases robadas. ¡Un Shohei Ohtani en la península!
La Liga Peninsular fue otro escaparate para los jugadores afrodescendientes con grandes facultades que por su color de piel no pudieron llegar a los Estados Unidos. Algunos de ellos fueron muy estimados en Yucatán y se quedaron a vivir aquí. De hecho, en la nota en cuestión figura uno que se convirtió en símbolo del beisbol en la entidad, y que entonces era parador en corto con Campeche: Leonel Aldama, quien después fue conocido como El Coronel.
Sin duda, el deporte unió a los peninsulares en la afición al beisbol, pero también en la incorporación de personas distintas en el tono de piel que terminaron formando familias tanto en Campeche como en Yucatán, pero esas son otras historias.
Edición: Estefanía Cardeña