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Aquí en Mérida no es así y Caifanes lo sabe

La banda complació al público yucateco con canciones que se volvieron himnos generacionales
Foto: Facebook Caifanes Mex

En su concierto de este fin de semana, la banda Caifanes, que lleva tocando desde 1987 y con el antecedente de Las insólitas imágenes de Aurora, hizo recordar sus mejores rolas, aquellas que ya se convirtieron en himnos generacionales.
 
Ellos vienen “desde allá, donde no sale el sol, donde no hay calor”, es decir, desde la capital, pero en cada visita parecen entender un poco más esta tierra. Entre rola y rola, lanzaron un llamado al público yucateco a no permitir que en este territorio se instalen los cárteles, a no normalizar los secuestros, el derecho de piso y, sobre todo, a combatir un lastre que nos duele a todos: los feminicidios. Le decían a Mérida “nunca te doblarás” y recordaron que regresan una y otra vez “para que no digas que no pienso en ti”.

De su disco El Silencio, clásico absoluto del rock mexicano, interpretaron “Metaforméame”, “Nubes”, “Piedra”, “Tortuga”, “No dejes que”, “Hasta morir”, “Miércoles de Ceniza” y “Para que no digas que no pienso en ti”. Prueba de que El Silencio se sigue escuchando, y fuerte, 33 años después.

Entre sus letras, señales de humo musical, Caifanes deja mensajes que siguen vigentes. “Hoy la arena es testigo de tu peor enemigo” nos recuerda las amenazas que se ciernen sobre la costa yucateca, las inmobiliarias, las industrias cerveceras, la pesca furtiva, las obras de gobierno que erosionan el territorio. En ese punto, entre canción y canción, agradecieron a los activistas que defienden el territorio maya, porque “miedo es lo que debe tener el cielo”. Y también lanzaron una advertencia casi profética: “hasta que el cielo se caiga por nosotros”, porque “cuando hay huracanes, cuando hay mal de amores”.

Hubo también espacio para un grito contra la gentrificación: “No me deformes más, déjame como estoy”. Y contra el extractivismo: “Ahora vuelves, siempre tú quieres ganar”. Lo que hagamos en este territorio en los próximos años “será una decisión mortal”. Bien dicen: “No dejes que nos coma el diablo”.

“Parado en el zaguán, mirabas las penas correr” es también un retrato de lo cotidiano en esta tierra donde todavía salimos a tomar el fresco y vemos “cómo cae la edad, impaciente y sin piedad”, una rima sencilla que esconde una verdad dura y que aparece en su canción “Y caíste” de 2025. Por otro lado, “Hazme cambiar de fe, hazme cambiar de piel” podría dedicarse a todos los políticos que permutan de colores con tal de seguir en el poder. México, con todas sus contradicciones, cabe en unas cuantas canciones.

“¿Te acuerdas cuando hablaban de la muerte?”, preguntaba Saúl Hernández, y minutos después decía “Cuéntame tu vida”. Y sí, seguimos vivos, seguimos respirando, incluso mientras decimos “Mátenme porque me muero”.

“Vamos a dar una vuelta al cielo para ver lo que es eterno”, propuso Saúl, y allá fuimos, al Foro GNP, a ver a la banda con tres de sus miembros originales: Saúl, Alfonso y Diego. Ya podrían cobrar la pensión del bienestar, pero siguen sonando como si el tiempo no pasara. Entre el público, donde abundaban los “fuereños”, incluido quien escribe, todos coreábamos “Afuera tú no existes, solo adentro”. Y sí, existimos, dentro de Mérida, lejos del lugar donde nacimos. A esas reflexiones llega uno mientras se toma una cerveza y canta “Quisiera ser alcohol para evaporarme en tu interior”.

Caifanes se ha vuelto, con los años, más humilde. Ya no todo gira en torno a ellos y reconocen la tradición musical de la que forman parte. Lo demostraron con un cover de La Maldita Vecindad: “Hey pa, bailabas mambo, tienes que recordarlo”. Y no faltó el homenaje a Juan Gabriel: “Tú me sabes bien guiar, tú me sabes bien cuidar, todo lo haces muy bien tú, ser muy buena es tu virtud”. Una fuente, diva y de Juárez, de la que seguimos bebiendo todos los mexicanos.

Para cerrar, dos clásicos que ya son ritual. Y ahí sí, todos en el foro “somos una célula que explota”. Y esa no la paras, eh. Por eso gritamos “¡otra, otra!”. Cuando los vemos despedirse y colgar los instrumentos, pensamos inevitablemente “que cuando se van de casa, triste me pongo”.

Eso sí, me quedé con las ganas de cantar “Debajo de tu piel”, “Estás dormida” y “Perdí mi ojo de venado”. Pero los dioses ocultos, esta vez, no atendieron mis plegarias. Y además “ayer me dijo un ave que volara”, entonces me despido.


Edición: Fernando Sierra


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