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Cinco maneras de contar el mundo: a propósito de ''XWáay pool'' de Socorro Loaeza

Una puesta en escena que teje, al mismo tiempo, la leyenda maya y el retrato íntimo de cinco mujeres
Foto: Teresa Espinasa

Teresa Espinasa*

Hay algo antiguo y nuevo a la vez en ver a cinco mujeres tender ropa mientras cuentan sus vidas. Socorro Loaeza lo sabe: los rituales domésticos —lavar, bordar, cocinar— nunca han sido solo eso. Son excusas perfectas para la palabra compartida, para hacer colectivo lo que pesa o lo que ilumina. En "XWáay pool", la directora teje con delicadeza una puesta en escena que es, al mismo tiempo, leyenda maya y el retrato íntimo de cinco mujeres. 

La cabeza errante —esa figura mítica del Mayab que vaga buscando su cuerpo perdido— flota sobre la obra como metáfora y presencia. Pero aquí no hay brujería castigada ni venganzas sobrenaturales. Hay algo más humano y complejo: cuerpos que envejecen, que comienzan a desvincularse de sí mismos, que buscan reconocerse en otros mientras el tiempo avanza como animal del monte: inevitable y veloz. 

Las cinco protagonistas habitan el escenario con una presencia que desarma. No actúan sus vidas: las desnudan. Algunas huérfanas, otras sin hijos. Unas solteras, otras casadas. Cada una con su propia forma de sobrevivir a la infancia robada, al dolor, a la convención que quisieron y en algunos casos pudieron desafiar. Lo extraordinario es que Loaeza logra construir un espacio para que puedan ser, sin forzarlas a representar nada más que ellas mismas. La complicidad entre directora y actrices es evidente: hay cuidado en cada gesto, en cada mirada. 



Foto: Teresa Espinasa


El baile emerge como lenguaje donde las palabras no alcanzan. Se baila mientras se limpia, se cocina, se tiende. El gozo y el esfuerzo conviven en los mismos movimientos. La casa —ese primer refugio que deviene en hogar, hoguera, calor— se reafirma al compartirse con otros. Pero también está la necesidad de salir, de buscar un futuro, un amor, una vida más allá de esos muros conocidos. 

La obra respira en dos lenguas sin que esto se sienta como artificio. Para quienes desgraciadamente carecemos del conocimiento de esta bella lengua: aquí los diálogos en maya no necesitan traducción, está ahí, natural, parte del mundo emocional y simbólico de estas mujeres. Incluso parece que no tenemos por qué saberlo todo, estas partes no son para los que llegan de curiosos; es para los que saben. Sus preocupaciones son las de cualquiera en el presente: los afectos que las definieron, los agradecimientos, los agravios. La autonomía conquistada a fuerza de no deberle nada a nadie. La libertad de ser ellas entre ellas. 

A media escena una de las actrices tropieza. Socorro está ahí, la recoge, la protege, evita el accidente. No es un error: es teatro vivo, cuerpos reales navegando el escenario y la vida simultáneamente. Una bocina suena como espejo de una modernidad que arrasa, pero la palabra resiste —la palabra dicha para ser escuchada, no obedecida.¹ 

Sería demasiado simple reducir "XWáay pool" a una historia de amistad. Es más bien un encuentro con la necesidad de narrar, de usar las manos y el cuerpo para reconstruir la memoria. Un grupo de mujeres que conviven mientras hacen uso de todo lo que tienen: cuerpo, voz, movimiento, presencia. 

Al final, una ovación de pie del público entero. Una de las actrices derrama una lágrima. Lo consiguieron. Nos conquistaron con algo tan sencillo y tan difícil como mostrar sus vidas, sus cuerpos en edad, su alegría y sus soledades individuales entretejidas en un solo gesto colectivo. 



Foto: Teresa Espinasa


La cabeza errante de la leyenda seguirá vagando, buscando. Pero estas cinco mujeres ya encontraron lo que buscaban: un espacio donde bailar, reír y volver a casa cuando termine el baile. Y eso, en tiempos que corren demasiado rápido y en los que es común guardarnos todo para nosotros, es todo un acto de resistencia. 

*Teresa Espinasa es gestora intercultural, actualmente está a cargo de la Dirección de Exposiciones y Circuitos Culturales en la Dirección General de Diplomacia Cultural adscrita a la Jefatura de Unidad de Coordinación Intersectorial de la SRE. 

¹ Referencia al poema “Cuarto Rastreo” en “Rastreos y Otros Poemas” de Tomás Segovia.



Edición: Fernando Sierra


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