Opinión
Francisco J. Rosado May
27/10/2025 | Mérida, Yucatán
En su región centro norte, México vivió muy recientemente una experiencia nada agradable con lluvia torrenciales. Las imágenes y reportajes son desgarradores, con cuantiosas pérdidas materiales y de vidas.
Una vertiente de periodismo abordó las preguntas: ¿Podríamos estar mejor preparados? ¿Había información previa suficiente para mejores tomas de decisiones? ¿Hubo inversión previa en infraestructura que pudo haber mitigado en forma significativa el impacto negativo de las inundaciones? ¿Hicieron bien su papel los comités de protección civil, tanto a nivel nacional como estatal y municipal? ¿Había atlas de riesgos, debidamente actualizados, conocidos por la población y autoridades? ¿Cómo se articula la planeación de desarrollo urbano y territorial con el o los atlas de riesgo? Etc.
Por supuesto que las respuestas aun no son ni suficientes ni claras. Si a la falta de información confiable, de naturaleza periodística y técnico-científico, se suma los reportajes que dan cuenta de corrupción, estamos en verdaderos problemas estructurales. Las inundaciones y precipitaciones extraordinarias recientes no son las primeras en el país, ni serán las últimas. Las experiencias de problemas políticos, sociales, económicos, de planeación, de competencia de las autoridades respectivas y de corrupción, tampoco parecen ser las primeras, y en cada caso pensamos que serían las últimas. No ha sido el caso, recordemos el huracán que azotó a Acapulco no hace mucho.
No es aceptable pensar que el país que representa la 12 economía mundial no tenga medios ni personal capacitado para enfrentar los retos arriba descritos. Algo hay que hacer, el gobierno federal necesita tomar mejores decisiones y darles seguimiento. Se necesita articular muchos componentes en los tres niveles de gobierno. Las lluvias extraordinarias parecen estar asociadas con un componente global, al que lamentablemente no estamos prestando la debida atención, el cambio climático. Al ritmo que llevamos, con los problemas antes mencionados persistiendo, no es difícil pensar que nos urge cambiar.
De acuerdo con Flores-Vidal y López Portillo del Instituto Nacional de Ecología (https://www.inecol.mx/index.php/divulgacion/ciencia-hoy/veracruz-bajo-el-agua-lecciones-de-la-nina-la-amo-y-el-cambio-climatico-en-el-norte-del-estado), “el origen radica en patrones climáticos globales interconectados. El Niño-Oscilación del Sur regula anualmente la temperatura del mar en el Pacífico ecuatorial. En la fase de La Niña, como la que surge en 2025, los vientos alisios se intensifican, aumentando la evaporación y desplazando aire húmedo hacia el Golfo de México, lo que genera lluvias intensas y frentes fríos”.
“Por otro lado, durante El Niño, los "nortes" se fortalecen, reduciendo huracanes en el Golfo y el Caribe, pero incrementándolos en el Pacífico. La Niña genera lluvias récord, mientras El Niño intensifica los vientos. El cambio climático antropogénico agrava esto al incrementar la humedad atmosférica (~7% por cada °C de calentamiento), intensificando estos eventos, según el grupo académico World Weather Attribution”.
Es necesario incorporar la dimensión cambio climático en la planeación ambiental para enfrentar riesgos. ¿Se está haciendo? Las inundaciones sucedieron sobre en tierras agrícolas y ganaderas fértiles, la afectación en la producción de alimentos aún no se ha cuantificado. ¿Hay políticas públicas para enfrentar este reto?
Punto y aparte
Se está llevando a cabo el muestreo para actualizar el censo 2020. ¿Por qué solo preguntan si las personas hablan alguna lengua indígena y no preguntan sobre la auto adscripción? Así, los datos de población indígena pueden no ser confiables.
Es cuanto.
Edición: Fernando Sierra