La semana pasada se distinguió porque se anunciaron los Premios Nobel 2025. El de Química, especialmente, llamó la atención por dos razones, una más conocida que la otra, pero ambas muy importantes.
El mismo comité del premio hizo la analogía del trabajo de los tres científicos con la bolsa de mano de Hermione Granger, uno de los tres protagonistas de los libros de Harry Potter publicados por J. K. Rowling. Hermione podía meter muchísimas cosas en su bolsa de mano; se pensaba que era una bolsa mágica y que respondía a los deseos de su dueña.
El armazón metal-orgánico no distorsiona las moléculas que entran ahí, incluso gigantescas cantidades pueden entrar y salir del armazón, como si fueran huéspedes de un hotel. Si bien ese descubrimiento es relevante y con múltiples aplicaciones, refleja varios otros elementos.
Por un lado, el descubrimiento representa una altísima capacidad de pensamiento crítico, También de análisis y síntesis, de observación y experimentación, pero sin la capacidad de razonamiento crítico, no sería posible alcanzar altos niveles de conocimientos.
La capacidad de pensamiento crítico se fomenta y se potencializa con un contexto apropiado. Las universidades donde trabajan los premiados en Nobel u otros reconocimientos de alto nivel, tienen la estructura, el andamiaje, la normatividad, el personal, los programas, el financiamiento, visión de largo plazo, entre otros elementos, que facilitan el pensamiento crítico. Elementos nada fáciles de tener, especialmente cuando las autoridades no tienen las condiciones para el pensamiento crítico también.
Uno de los laureados, Yaghi, nació en Jordania. Sus padres eran analfabetos, apenas sabían leer y escribir. Su niñez la pasó en Amán, en un cuarto sin divisiones, sin electricidad ni agua entubada, compartido con muchas otras personas refugiadas, incluso con animales. Pero sus padres palestinos, en su pobreza, se aseguraron de que fuera a la escuela, donde fue visitante asiduo de la biblioteca. A los 15 años logró emigrar a Estados Unidos y forjó su camino hasta Berkeley, donde es profesor de Química y director del Berkeley Global Science Institute, donde proyecta el mantra “la ciencia es la mayor fuerza igualadora del mundo”.
Muchas personas perciben que los premios Nobel y otros son para personas económicamente privilegiadas. Pero hay algunas excepciones. En 2015 el turco de origen Azis Sancar, también de padres analfabetos, logró el Nobel en Química. José Saramago, premio Nobel de literatura en 1998, incluso dormía entre animales para no tener tanto frío.
Origen no es destino, ¡pero ¡cómo es difícil en la vida real! La voluntad, las ganas, y, sobre todo, una alta capacidad de razonamiento crítico, son los ingredientes para evitar que el origen pobre sea el mismo destino. Y aquí juega un papel importante el gobierno y la política pública, facilitar este proceso. Al no hacerlo, todos perdemos.
Punto y aparte
Es cuanto.