Opinión
Leobardo Cox Tec
09/11/2025 | Mérida, Yucatán
Uno de los elementos más importantes de los altares peninsulares para recibir a los Fieles Difuntos durante los días de Finados o Día de Muertos, sin duda alguna es el pan dulce. Los yucatecos tenemos nuestro propio pan de muerto, diferente al que se elabora en el centro de México y cargado de un simbolismo especial para las comunidades mayas. Desafortunadamente, la gran publicidad que se le da al pan de muerto del centro del país ha provocado que los panes yucatecos tradicionales caigan poco a poco en el olvido.
Xocchel, un municipio al centro del Estado, conserva la elaboración del tradicional pan de Finados. En este lugar se elabora un tipo especial de pan llamado xt’uchito o ts’ulito. También se le conoce como pan de figuritas, pan de muñequito o simplemente pan de finados. Los xt’uchitos son panes que poseen un sabor característico a anís y mantequilla y suelen consumirse durante los días de Finados. Originalmente se elaboran el día 30 de octubre para que puedan ser ofrendados muy temprano el 31 a las ánimas de los niños difuntos. También se elaboran en la octava o biix, el ocho de noviembre (segunda ofrenda) y en el biix mees, el 30 de noviembre (ofrenda de despedida). A pesar de que se consideran ofrendas infantiles, en tiempos recientes también se les ofrece a los adultos difuntos, pues en Xocchel toda la gente disfruta de este manjar de temporada sin importar la edad.
Foto: Leobardo Cox Tex
Los panes de xt’uchitos pueden imitar las formas de juguetes como sonajas o muñecas, pero también se elaboran con forma de niños, niñas, letras, números, cabezas de cochino, patitos, palomas, iguanas, gatos, estrellas, rosas, sirenas, mariposas, tortugas, peces, bastones y todas las figuras que broten de la imaginación. El posible origen de este manjar lo podemos encontrar en el pan de ánima o pan votivo para difuntos que se realizaba de manera tradicional en algunas regiones de España como Segovia, Valencia, Salamanca, León, Cataluña y las Islas Baleares, donde se creía que tenía propiedades milagrosas y se llevaba a la iglesia para ser bendecido para después ser repartido como limosna entre los pobres para que éstos oraran por las almas de los difuntos que buscaban la paz o bien, se llevaba a los cementerios como una ofenda para las almas. Estos panes solían elaborarse con forma redondeada o con forma de persona. En la tradición cristiana el pan también es un símbolo importante que recuerda la Última Cena de Cristo.

Foto: Leobardo Cox Tex
Con la llegada de los españoles a tierras mayas se introdujo la harina de trigo y con ella la panadería y las costumbres relacionadas a este oficio. Los panes se elaboraban principalmente en los conventos por los frailes franciscanos y por las monjas concepcionistas para consumo de las clases acomodadas (españoles y criollos) y fue hasta el siglo XVIII que el pan comenzó a elaborarse fuera de los claustros dando lugar a las primeras panaderías comerciales en Mérida. Con el tiempo el oficio se extendió al interior del estado y los panes se convirtieron en un manjar para las personas que tenían suficientes recursos económicos. La panadería llegó a convertirse en una industria importante en la segunda mitad del siglo XIX. Las técnicas de panadería y las recetas se fusionaron con los ingredientes y tradiciones locales, dando origen al pan de finados o xt’uchito. Al establecerse los días de los Finados las costumbres de elaborar y compartir el pan en memoria de las ánimas del Purgatorio fueron bien recibidas y en los pueblos la creatividad maya nutrió las formas de su elaboración y las maneras de ofrendarlo; al pasar de los años los panes comenzaron a colocarse en los altares como un elemento indispensable. En algunas casas se colocan sobre las jícaras de chocolate caliente, en otras se cuelgan en arcos de limonaria y en otras más se colocan en una gran canasta. Es común que al terminar los rosarios para los difuntos se compartan entre la familia mientras las anécdotas sobre los seres amados amenizan el convivio.

Foto: Leobardo Cox Tec
En los pueblos del interior del estado la tradición de elaborar xt’uchitos se mantiene vigente y es esperada con entusiasmo por los habitantes. Una de las panaderías que mantiene vivo este legado culinario se encuentra en Xocchel. La panadería Lauis dirigida por Aaron Couho, junto a su hermano José Couoh y sus compañeros Ricardo Gamboa y Daniel Gil, lleva 50 años ininterrumpidos elaborando los famosos panes de finados. Durante las fiestas suele elaborar entre ochocientas y mil piezas de pan al día. Sin duda alguna, este trabajo es importantísimo porque preserva conocimientos técnicos y simbólicos que unen la comida con la memoria de nuestros ancestros.
Foto: Leobardo Cox Tec
Edición: Fernando Sierra