Opinión
Jesús Mejía
16/11/2025 | Mérida, Yucatán
Con un poder que cimbró el escenario, los primeros compases del Concierto para piano y orquesta No. 1 de Tchaikovsky arrobaron a la concurrencia, como parte de un diálogo concertante entre la Sinfónica de Yucatán y el pianista yucateco Rafael Gutiérrez-Vélez que marcó momentos memorables en la vida musical del estado.
Reforzada con instrumentistas de la Universidad de las Artes de Yucatán, la orquesta hizo sentir su peso y el solista su virtuosismo para llevar al público esos pasajes arrolladores que conllevan la fuerza sonora de los metales, cuerdas mayores y los fortes del piano que han dado la inmortalidad a esta obra del compositor ruso.
Estrenado en Boston, Estados Unidos, el 25 de octubre de 1875 luego de que el afamado pianista moscovita Nikolai Rubinstein lo rechazó por considerarlo imposible de tocar, el solista pulsó con embate y seguridad y, en otros pasajes con la serenidad necesaria, esta obra que ha trascendido en el tiempo desde su estreno hace exactamente 150 años.
Convocado por la música de Tchaikovsy y el apego a la OSY, el público ocupó al tope las butacas del teatro Armando Manzanero en las dos presentaciones previstas dentro del festival Otoño Cultural, pero en ambos casos centenares de personas no pudieron ingresar a la sala, lo que fue un mensaje en cuanto a la necesidad de aumentar las presentaciones.
Foto: Jesús Mejía
Con el maestro Alejandro Basulto en la batuta, la orquesta transmitió tanto el poder de la música como las secuencias sublimes al piano del concierto hasta llegado el momento culminante, un remate que hizo vibrar la humanidad de los presentes, que reaccionaron con atronadores aplausos al solista invitado por la destreza y dominio mostrado en el piano.
Con actuaciones en Steinway Hall y St Martin-in-the-Fields en Londres, la sala Rachmaninoff en Moscú, el Petit Palau de la Música en Barcelona y el Verbrugghen Hall en Sidney, el pianista yucateco, de actitud sencilla, modesta, recibió en su propia tierra el reconocimiento a su talento y gratitud por la experiencia.
La gente esperaba un encore, una extra, el problema es que, a diferencia de otras salas de concierto, el público en Mérida aún no sabe cómo pedir una muestra más, cómo recurrir al aplauso rítmico, sincopado que se oye en otros lares ante un solista. Sin embargo, la audiencia reaccionó feliz ante la exposición en un piano de cola Yamaha.
La segunda parte del concierto convocado por la Secretaría de la Cultura y las Artes del gobierno del estado incluyó la interpretación de la Sinfonía No. 5 del mismo compositor ruso, considerado por críticos como el mejor estructurado, contrastante, pero no por ellos menos armonioso y edificante de los seis compuestos por el autor.
En 47 minutos la sinfónica desarrolló la sinfonía estrenada en San Petersburgo el 6 de noviembre de 1888, obra que, como muchas otras, colocó a Tchaikovsky en la cúspide del género sinfónico propio del romanticismo tardío de finales del Siglo XIX, sin faltar los rasgos nacionalistas de la música tradicional de las estepas rusas.
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Ante la exposición de la fuerza y belleza lírica, el público ovacionó de pie a la orquesta, a la que hizo suya, en lo que fue un mensaje de respaldo público unánime a una institución cultural que dado mucho al estado y allende sus fronteras con lo mejor de la llamada música clásica, así como del repertorio tradicional mexicano y contemporáneo.
Foto: Jesús Mejía
La OSY se dispone a presentar otro concierto masivo en el auditorio del Parque de la Plancha el próximo 21 de noviembre a las 20 horas con un concierto-tributo a la legendaria banda de The Beatles, en el que interpretará los temas más conocidos con la participación del Coro de Cámara que dirige Jonathan Rentería bajo la batuta de Jesús Medina. La entrada es libre.
Edición: Fernando Sierra