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La derrota conservadora

La ultraderecha intentó mecer la silla de la inconformidad de la llamada 'Generación Z'
Foto: Efe

Era algo sabido, pero ahora es algo comprobado, la mano de la derecha y la ultraderecha intentó de manera oportunista mecer la silla de la inconformidad de la llamada Generación Z, todo con el fin de obtener adeptos y partidarios de su oposición al gobierno federal y, de manera particular, para capitalizar su rechazo clasista y racista contra la presidenta de México, Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, a quien dirigieron insultos y descalificativos alejados de cualquier argumento político. La marcha fallida, donde estuvieron presentes personajes de los sectores más recalcitrantes del conservadurismo mexicano, no presentó ningún posicionamiento real ante los problemas de inseguridad en el país ni dio a conocer un plan o propuesta alterna, sólo fue una pasarela como las que ya hemos visto en otras coyunturas, siendo un tipo de pase de lista y medición de fuerzas, con resultados muy costosos para la derecha. 

Los señalamientos previos a la manifestación advirtieron el oportunismo del PRIAN, pues la convocatoria fue realizada desde sus filas y la estrategia mediática es aún impulsada con el fin de desprestigiar al gobierno federal, sin ofrecer argumentos sólidos. Junto a esto, la careta terminó de caer cuando en días pasados, Luisa Alcalde Luján, dirigente nacional de Morena, reveló el contrato millonario que vincula al PAN con Edson Andrade, uno de los supuestos “líderes independientes” de la Generación Z, quien a través de redes sociales azuzó la participación en la marcha y marcó la línea discursiva de agresiones verbales sin lógica y con mucho odio clasista, algo que no es nuevo, pues, aunque algunos intelectuales –incluso de izquierda- quisieron justificar su adhesión a la manifestación, nunca se debió olvidar que el PAN es una organización política con origen y presente neofascista, y cuyos políticos han despreciado siempre la lucha social verdadera, han votado en contra de reformas constitucionales a favor de las y los trabajadores, se han opuesto a los derechos de salud sexual y reproductiva de la mujer, así como han agredido y discriminado al feminismo, a la diversidad en todas sus manifestaciones y a los pueblos originarios, además de ser representantes de las élites económicas que se enriquecen descaradamente con la explotación laboral.

Pero el asunto va más allá, ahora Edson Andrade habla de persecución haciéndose a la “víctima política”, y señala que se irá en un tipo de “exilio”, justo como ha hecho desde años atrás la oposición venezolana, misma que es subsidiada por el imperio estadounidense y que hoy pide una intervención militar a su país con el apoyo de los sectores más conservadores a nivel internacional. Además, debe notarse el incremento del discurso violento y de las acciones de corte neofascista, y esto es un tema que la izquierda debe analizar con mucha seriedad, ya desde años atrás, pero, sobre todo en los recientes meses, con el incremento del genocidio sionista contra Palestina y los actos de varios gobiernos del mundo de corte ultraderechista, aunados a la altanería imperialista, el neofascismo ronda cada vez más el mundo, y claro que no se trata del fascismo histórico –eso sería un anacronismo-, pero sí se trata de una expresión radicalizada de la derecha que avanza subterráneamente sumando adeptos que ven en la situación global motivos de desmoralización humana y por el desencanto de muchos gobiernos progresistas que sumergidos en sus propias contradicciones abren caminos de retorno a expresiones mucho más peligrosas de la derecha. Y frente a esto último, cerrar los ojos es lo peor que se puede hacer si queremos transformar nuestras sociedades en beneficio del pueblo. 

El PAN, hoy en reestructuración, es notorio que está en un proceso de retorno a sus viejas formas de oposición, su raíz fascista reluce más que su nuevo logo, su intento de acercar a la juventud tiene como elemento fundamental la desilusión social ante la continuidad de problemas estructurales, como son la inseguridad y la precariedad, y es ahí donde la desmoralización y la pérdida de esperanza se traducen en adeptos al conservadurismo disfrazado de “libertad”, tal como hizo Javier Milei en Argentina, aunque después la realidad golpea más fuerte, ya que el país sudamericano está en una crisis económica profunda por causa del gobierno de Milei. 

El tema está en cómo evitar la desilusión y desesperanza en la juventud, y eso no se combate con mayor coerción, sino con la profundización en el debate cultural e intelectual, y en las transformaciones sociales y con cambios sustanciales a favor de las y los trabajadores, de las mujeres y pueblos originarios, con la escucha e inclusión de las demandas de las y los jóvenes, y con el bienestar para el pueblo. Al PAN y a la derecha neofascista se le vence con esperanza, con deseo de una nueva sociedad, con la lucha diaria en todos los terrenos por un mejor país y por una sociedad justa, con organización del pueblo, y con un proyecto de nación sin explotados y sin desigualdad. 



Edición: Estefanía Cardeña


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