Opinión
Leobardo Cox Tec
26/11/2025 | Mérida, Yucatán
Dentro de los festejos dedicados a santa Cecilia, patrona universal de los músicos, algunas familias mayas de Chumayel se organizan para llevar a cabo una ofrenda danzante en la que participa toda la comunidad. La danza del pavo o yóok’osta’al tso’ es una de las expresiones dancísticas menos conocidas de la Península de Yucatán; se realiza en al menos seis pueblos más y se considera en riesgo de desaparecer.
Por la tarde del 21 de noviembre una familia se encarga de preparar una base rectangular de madera que se decora con flores y banderitas de papel crepé de colores. En dicha base se acuesta un pavo macho vivo que será la ofrenda protagonista. Dependiendo de los recursos económicos de la familia anfitriona pueden ofrecerse uno o dos pavos. Una vez que la ofrenda está terminada es cargada por alguno de los organizadores quien invita a todos los presentes a seguirlo en una procesión con música hasta la iglesia. Cualquier persona que lo desee puede pedir el pavo para bailarlo, bailar con él es parte del cumplimiento de una promesa a la santa festejada. El danzante lleva el pavo en la cabeza y baila haciendo guachapeos, pequeños saltos, giros sobre sí mismo y en ocasiones gritos que imitan las actitudes del guajolote durante su cortejo. Se cree que es un buen augurio que el pavo cante durante el recorrido.
Foto: Leobardo Cox Tec
El pavo se pasea por las calles principales del pueblo hasta llegar a la iglesia; en cada esquina la comitiva se detiene para que la charanga pueda tocar una jarana y después continuar el recorrido. Al llegar a la iglesia se interpreta la danza principal, un son grande en ritmo de 6/8, se tocan unas jaranas más y el pavo es llevado con toda solemnidad hacia el altar donde se encuentra la efigie de santa Cecilia. Una vez que el ave es colocada a los pies de la imagen, las mujeres comienzan a rezar un rosario. Después del rosario se reparte el t’oox, es decir, bocadillos que se comparten entre los asistentes. Al final el rezo el sacerdote oficia una misa en la que bendice la ofrenda y a las familias responsables. Al terminar, el pavo se baila de nueva cuenta, en esta ocasión es llevada a la casa que será anfitriona el año siguiente.
La organización del yóok’osta’al tso’ es dirigida por los socios del Gremio de Músicos, Artesanos y agricultores, fundado por los músicos más longevos de Chumayel en agradecimiento a su patrona. Uno de los promotores más importantes del gremio y de la danza fue el trompetista Lucio Guillermo Montejo Peraza (†), conocido como “Ch’eel” , quien junto con su madre Florencia Peraza Chan, “Doña Lola” fundaron en 2005 la fiesta de los novenarios de santa Cecilia del 13 al 22 de noviembre. La celebración es costeada con el apoyo de socios del gremio, músicos y nocheros. En 2021 se separó la comitiva organizadora por lo que se efectuaron dos danzas del pavo; una a cargo de los Montejo Peraza y otra por la familia Itzá Chan. En la actualidad el Gremio de Músicos sigue a cargo de la organización de la danza.
Foto: Leobardo Cox Tec
El festejo anual se ha consolidado como importante en el pueblo. Se ha dicho que el baile del pavo es una costumbre que los lugareños adoptaron del municipio de Santa Elena. Sin embargo, en Chumayel el son que se toca es conocido por algunos vecinos longevos e incluso tararean sus versos en maya y español. En muchos pueblos se realizaban las danzas de pavos de manera similar; probablemente se realizaba en Chumayel en otra fecha y para otro santo del pueblo como la Santa Cruz de Popox, a quien hoy en día se le dedican danzas con otros animales. Con el paso del tiempo se adquirió una imagen de santa Cecilia y comenzaron a festejarla. La imagen de la patrona de los músicos que se venera permanece a lo largo del año en una casa particular y es llevada a la iglesia únicamente para la celebración de sus misas. Terminando los festejos con su procesión el día 22 de noviembre retorna al domicilio que la custodia.
La organización de la danza representa un compromiso con Dios y con la comunidad, pues durante todo el proceso se invoca a la Trinidad y se pide su bendición al mismo tiempo que se les agradece a todos los colaboradores. Una fiesta de este tipo representa un gran gasto por lo que el apoyo de los vecinos es esencial. Bailar con el pavo vivo de manera pública es una forma sacralizarlo y agradecer su sacrificio, pues con él se elaborará la comida que se ofrecerá a la santa y a los visitantes el día mayor de la fiesta.
Foto: Leobardo Cox Tec
En el Chilam Balam de Chumayel, uno de los acertijos que recitaban los Jala’ach wíiniko’ob (gobernantes supremos) a los candidatos a Batabo’ob (gobernantes de aldeas o pueblos), alude la importancia de los pavos como bailarines:
- Hijo, tráeme dos buenos bailarines que vengan a bailar para que me divierta; que vengan con su tambor y su sonaja y con su abanico y con el palillo de su tambor. Los espero.
- Así sea, Padre. He aquí lo que le pide: pavos. Su tambor es su papada, su sonaja es su cabeza, su abanico es su cola, el palillo de su tambor es su muslo.
Edición: Fernando Sierra