Opinión
Óscar Muñoz
01/12/2025 | Mérida, Yucatán
Nadie podría negar que el proceso educativo implica la comprensión, por lo que la comprensión lingüística y el circuito de la comunicación son esenciales en la labor pedagógica. De acuerdo con la hermenéutica, la comprensión ocurre en tres fases: entendimiento, explicación y aplicación, las cuales (todas ellas) suceden en toda acción educativa. En cualquier experiencia formativa, sólo hay aprendizaje cuando es entendido el significado de algo y no cuando es obtenida la información de ese algo. Además, ese algo adquiere sentido cuando se hace propio y es puesto en condiciones de aplicarlo en determinadas circunstancias de la vida.
Por otra parte, el contexto en que ocurre el proceso educativo, que incluye la tradición y el lenguaje, también es determinante para el aprendizaje, el conocimiento mismo y la transformación de las tradiciones, los individuos y la sociedad. Si bien el aprendizaje sucede a través de los conocimientos previos, esto no significa quedarse estancado en la tradición, sino que ésta trasciende cuando se aprende algo y ocurre la transformación. Quienes aprenden quedan transformados al asumir la tradición y, en el mismo proceso, además de los que aprenden, es transformada la propia tradición y la sociedad misma.
Por lo general, los sistemas educativos están fundamentados bajo la idea de contar con una verdad absoluta, en favor de una supuesta objetividad. A pesar de que este enfoque es falso, todos los que aprenden muestran determinados prejuicios según la época y la comunidad a que pertenezcan. Esto se debe a que las instituciones educativas y culturales han sido las encargadas de transmitir tales prejuicios de generación en generación, sin dar oportunidad a la transformación. De ahí la necesidad de plantear una nueva pedagogía que ofrezca a los educandos los recursos de pensamiento necesarios para cuestionar los prejuicios imperantes y orientar el aprendizaje hacia la transformación de los mismos.
Los postulados de la nueva pedagogía deben estar fundamentados en la comunicación abierta, en la que haya conversación libre. En este sentido, la educación estará basada en escuchar a los demás, aceptar al de enfrente, apostar por la comprensión de las ideas del otro, participar en la colaboración y contribuir en la transformación de la sociedad, en el sentido de responder a los anhelos de las mayorías. Como es notorio, esta propuesta educativa implicaría como fuente de la enseñanza-aprendizaje los encuentros humanos. Y para ello, habrá que considerar los aportes que brindaría la hermenéutica a la educación.
Primeramente, hay que considerar que la hermenéutica aportaría las bases para interpretar las prácticas simbólicas del proceso educativo como un hecho cultural; por lo que es posible la transformación de la cultura. También proporcionaría una teoría pedagógica al considerar que la educación es la formación de personas como seres humanos, lo que favorecería la transformación de los individuos. Además, la hermenéutica ofrecería una metodología al señalar el procedimiento que permita realizar una interpretación profunda de las prácticas culturales, lo que posibilitaría la transformación de la sociedad. Dicho en otros términos, la hermenéutica ayudaría en la práctica escolar al indagar la diversidad de realidades individuales; beneficiaría el diálogo y el respeto de las diferencias, y finalmente sería clave para abordar la diversidad de textos y analizar los hechos de los que dan cuenta los distintos autores.
Cabe destacar que los principales representantes de la hermenéutica opusieron resistencia a que las ciencias del espíritu humano adoptaran el enfoque positivista. En consecuencia, la hermenéutica representa un método basado en la comprensión, a diferencia de las ciencias naturales, que están basadas en la explicación científica. Ante esta distinción, surge la necesidad de que la práctica educativa esté basada en la hermenéutica, lo que le permitirá, a partir de la comprensión de lo que se aprende, la transformación del individuo y la sociedad, así como de la cultura y la educación misma.
Edición: Fernando Sierra