¡Qué semana!

Fuimos testigos, durante la semana pasada, de muchas noticias fuertes a nivel nacional. La última relacionada con la renuncia anticipada de Alejandro Gertz Manero como titular de la Fiscalía General de la República. Otra se relacionó con el empresario Raúl Rocha Cantú, copropietario de la organización Miss Universo, sobre quien se dice es responsable de huachicol y otros cargos fuertes, y a quien la FGR le otorgó la calidad de testigo protegido.

Cómo no mencionar el movimiento de agricultores y transportistas que bloquearon carreteras en la frontera con Estados Unidos y en las principales vialidades del centro-norte del país, algo inusual, en protesta por el precio de garantía de productos agrícolas, por la inseguridad en carreteras y por la Ley de Aguas. Lo anterior se suma a varios casos sin resolver por todos conocidos, como los de Michoacán, Sinaloa, Tabasco, etc.

A nivel internacional destaca cómo se está desenvolviendo en Ucrania el caso de corrupción que involucra al jefe del gabinete del presidente Zelensky y figura principal en las negociaciones de paz para detener la guerra Rusia-Ucrania. Este caso ha retomado la discusión sobre cómo se atiende la corrupción en las democracias comparado con los regímenes autoritarios. 

Aunque no ha sido acusado formalmente, Andrii Yemak, personaje central en este caso, ha dimitido de su cargo, permitiendo el trabajo de un grupo independiente, reconocido a nivel nacional, sin interferencias por alguna situación de poder. El tema es relevante porque puede afectar el proceso de búsqueda de solución al conflicto armado entre estos dos países que, para algunos analistas, inició en 2014.

En ese contexto tan difícil, nacional e internacionalmente, una noticia relevante a nivel nacional ha pasado casi desapercibida. El 26 de noviembre pasado, varios medios dieron a conocer que el Banco de México redujo la estimación media del crecimiento de la economía nacional. Estimó que el PIB anual no sería del 0.6 por ciento, como se estimó hace algunos meses, sino del 0.3 por ciento. Si el valor de 0.6 por ciento es muy bajo para las necesidades del país, la reducción al 0.3 por ciento complica mucho más la economía. 

La gobernadora del Banco de México, Victoria Rodríguez Ceja, advirtió que el balance de riesgos para el crecimiento de la actividad económica está sesgado a la baja, debido a varios factores de riesgo. Entre esos riesgos está la probabilidad de que se intensifique el actual ambiente de incertidumbre (incluyendo el de la inseguridad ciudadana, las decisiones jurídicas por los nuevos jueces y magistrados y ministros, como el caso de revivir decisiones juzgadas, inconformidad social, entre otros), la economía de los Estados Unidos (los reportes sobre el impacto de los aranceles muestran incremento en el costo de muchos productos), la influencia de conflictos armados y geopolíticos (por ejemplo el precio del petróleo, la falta de los productos alimenticios que normalmente produce Ucrania, la falta de fertilizantes que producía Rusia), y, por supuesto, fenómenos meteorológicos que afecten negativamente las cadenas de valor y suministros de productos a nivel regional o global. Escenario nada halagüeño, y todavía falta un mes en el calendario 2025.

El crecimiento económico de un país debe atender las necesidades del crecimiento de su población y además ofrecer condiciones para que esa población tenga acceso a lo necesario para un buen vivir. En 2025 la población de México creció a un ritmo relativamente lento, poco más de dos millones se suman a la población nacional, que en 2026 se estima que será de alrededor de 131 millones. Esta cantidad se dividirá en población económicamente activa (PEA) y población dependiente (niños y ancianos). 

La PEA sólo puede contribuir a la economía si, y sólo si, hay empleo. El Inegi reportó para el tercer trimestre de 2025 que el 55.4 por ciento de la población ocupada lo hacía desde la informalidad laboral. Es decir, alrededor de 33 millones de mexicanos no tienen seguridad social y sus empleos son inestables.

Para qué seguir, el panorama claramente no es halagüeño. Por eso, desde varias trincheras se ha insistido en que las políticas NO deben conducir a la polarización, sino a construir puentes, puntos de encuentro en los que confluyan los diferentes partidos y la sociedad, bajo principios de transparencia, rendición de cuentas, cero corrupción e impunidad y participación social adecuada en toma de decisiones. Es decir, fomentar la democracia.

Es cuanto.