Opinión
Ornela De Gasperin Quintero
04/12/2025 | Mérida, Yucatán
El 27 de noviembre de 2025, en el Reino Unido, 10 de los científicos más reconocidos del mundo que lideran la investigación sobre la crisis climática, informaron a mil 250 políticos y empresarios sobre los impactos del cambio climático en la alimentación, seguridad alimentaria, economía y salud humana.
El académico Mike Berners-Lee, de la Universidad de Lancaster, expresó: “Pedimos un liderazgo al nivel de la Segunda Guerra Mundial, es decir, un liderazgo como si la supervivencia de nuestra sociedad dependiera de ello, porque así es”.
El mensaje científico es alarmante y concluyente.
En otro punto, en el Sur Global, Carlos Nobre lleva 43 años trabajando en la región de la Amazonia y alerta, desde 1991, sobre el riesgo de cruzar el punto de inflexión en ese pulmón del mundo, si incrementan la deforestación y el calentamiento global.
La selva amazónica tiene ya 17 por ciento de deforestación, o 93 millones de hectáreas. A ese nivel, su punto de no retorno, a partir del cual se transformará en una sabana, aunque frenemos la deforestación y el calentamiento global, se estima alrededor de los 3 grados Celsius. Pero si llega a 20 por ciento, ese punto se puede cruzar debajo de los dos grados Celsius; ya estamos muy cerca de llegar a ese nivel.
El sur del Amazonas tiene una temporada de secas de cuatro a cinco semanas, varias semanas más largas ahora que hace 40 años. Si la estación seca se prolonga a seis meses, no hay forma de evitar la auto-degradación, y perderíamos 70 por ciento del Amazonas en los próximos 50 años.
El 13 de octubre de este año, se publicó el Reporte de los Puntos de Inflexión del Planeta, firmado por 160 científicxs de 23 institutos de investigación de todo el mundo, con una conclusión catastrófica: ya cruzamos el punto de inflexión de los arrecifes de coral.
Eso quiere decir que, aunque frenáramos el calentamiento global y enfriáramos el planeta, si eso fuera posible, los arrecifes de coral de baja latitud van a morir en los siguientes años o décadas, afectando a cerca de mil millones de personas, que dependen de los arrecifes de coral para vivir.
A pesar de estos llamados apremiantes y de los impactos climáticos cada vez más extremos, la 30 Conferencia de las Partes, que se llevó a cabo en noviembre en Brasil, terminó con un acuerdo no vinculante en el que ni siquiera se menciona el concepto energía fósil.
A esta misma conferencia llegó un representante de la industria fósil por cada 25 asistentes, mil 602 lobistas en total, y hubo 50 representantes de esa industria por cada representante de Filipinas, donde en noviembre hubo más de un millón de desplazados por el supertifón Fung-wong.
Más de 500 lobistas adicionales impulsaron soluciones capitalistas, lucrativas y falsas, como proyectos de bioenergía con captura y almacenamiento de carbono (BECCs, por su acrónimo en inglés). Los BECCs son plantaciones de monocultivos que se talan, se queman y comprimen para generar energía. Las emisiones se capturan en chimeneas y se almacenan bajo tierra.
Instalaciones de BECCs captan hasta un millón de toneladas de CO2 al año; menos de lo que contaminan algunos multimillonarios en un par de meses, y 30 veces menos de lo que contaminará el genocidio del pueblo Palestino en Gaza. En el capitalismo, los mismos multimillonarios que lucran con el genocidio en Gaza generan la crisis climática.
Mientras tanto, los riesgos se aceleran. El planeta se está calentando más rápido ahora que hace algunas décadas. En la trayectoria actual, se estima que en el año 2050 se pierda 18 por ciento del PIB mundial.
Estos riesgos no son solo para naciones de la periferia económica.
Islandia acaba de declarar que el posible colapso del AMOC es una amenaza existencial y un peligro para su seguridad nacional. El AMOC es un sistema de circulación oceánica en donde el agua caliente de los trópicos fluye hacia el norte geográfico y regresa como agua fría. El AMOC es uno de los mayores sistemas de transporte de calor del planeta. Si el AMOC colapsa, las áreas del mundo donde crece maíz y trigo se reducirán a más del 50 por ciento, y zonas de Europa tendrán inviernos de hasta - 40 grados.
¿Qué debemos hacer?
Marchar para exigir la ruptura de relaciones con Israel. Marchar en contra de la gentrificación. Marchar por las 40 horas laborales, por impuestos a la micro-élite y a las industrias nocivas.
¡No hay justicia climática sin justicia social!
FB: Ornela De Gasperin Quintero
Edición: Estefanía Cardeña