Opinión
Óscar Muñoz
08/12/2025 | Mérida, Yucatán
Si bien el propósito de la educación artística pretende la formación integral de los escolares mediante la apreciación estética y la expresión artística, las políticas públicas educativas parece que no han logrado que los estudiantes desarrollen ampliamente sus capacidades y habilidades de sensibilidad artística e imaginación creativa. Históricamente, las escuelas de México han enfrentado poca carga de contenidos educativos del área artística en los programas escolares, así como la falta de recursos didácticos adecuados y de estrategias pedagógicas de formación docente en esta disciplina académica.
Durante los primeros años de los gobiernos surgidos de la Revolución Mexicana, el sistema educativo nacional introdujo las primeras asignaturas de carácter artístico, como el dibujo, el canto y los trabajos artesanales. En la época en que José Vasconcelos estuvo al frente de la Secretaría de Educación, fue promovida la educación artística y cultural en la mayor parte del país, a través del Departamento de Bellas Artes y las Misiones Culturales. Sin embargo, esta política educativa fue abandonada en los años siguientes. Y no fue sino hasta 1975, al final de la administración del presidente Luis Echeverría, que fue diseñado el programa Arte Integral, que pretendía fomentar los elementos básicos de las distintas expresiones artísticas. Aunque dicho programa no logró alcanzar las metas debido a que sólo era asignada una hora a la semana para trabajar en el aula los contendidos de Arte Integral.
Más adelante, durante el sexenio de José López Portillo y bajo el ministerio de Fernando Solana en la Secretaría de Educación Pública, fue diseñado un modelo de educación integral, donde los contenidos curriculares de artística fueron fusionados junto con los contenidos de las demás asignaturas, ya que estos estaban basados en el sincretismo de los niños de primero y segundo grados de primaria. Pero la integración de contenidos no continuó en los siguientes años. En su lugar, durante la Reforma Educativa de 1993, fue reorganizado el sistema educativo, en el que la educación artística no fue incluida entre los contenidos educativos obligatorios, sino que fue considerada una actividad de desarrollo, con lo que su carácter de asignatura desapareció.
En la actualidad, respecto del desarrollo integral de los escolares, continúa vigente el propósito de la educación artística: contribuir en el desarrollo de las capacidades y habilidades como la curiosidad, la imaginación, la apreciación estética, la creatividad artística y la confianza en sí mismo. Asimismo, habrá que promover la apreciación de las diversas expresiones artísticas y la diversidad cultural del país. Al respecto, la llamada Nueva Escuela Mexicana ha promovido reformas educativas que busquen utilizar a las artes como una forma de pensamiento que fomente la sensibilidad y la percepción. ¿Y la expresión? Parece que la educación artística continuará sin asegurar sus propósitos inherentes.
Por lo anterior, el futuro de la educación artística continuará en la incertidumbre escolar y social. Sigue faltando fortalecer la formación docente en el ámbito artístico: en la educación normal persiste la ausencia de preparación especializada y la necesidad de recursos didácticos idóneos. También sigue existiendo la necesidad de mejorar y equipar los espacios escolares para las actividades artísticas, así como programas especiales para la visita de museos, galerías, teatros, salas de cine y otros sitios para fomentar la apreciación estética. Y respecto del diseño curricular de contenidos de la educación artística, continúa existiendo una brecha entre los proyectos educativos y la práctica docente en las aulas.
En conclusión, la educación artística nacional ha sido colocada en segundo plano, tanto en el currículo escolar como en la práctica cotidiana, incluso en un sitio marginal respecto de las otras asignaturas, como Español o Matemáticas. Esta puede ser la razón por la que persiste la ausencia de la pedagogía de las artes en la formación de docentes y por la que nadie ha diseñado aún recursos didácticos propios para educación artística. El arte no debe ser un ornamento en la educación, sino un aspecto esencial para la vida humana.
Edición: Estefanía Cardeña