Patricia Balam y Ella F. Quintal
Dos nociones clave en el pensamiento de los mayas que habitan en comunidades y localidades de la península de Yucatán son las que se refieren al jt’uup y al alux. Es entonces importante, acercarnos al contenido de estas nociones para ponerlas al alcance de la población yucateca y de personas de otros estados y de otros países que hoy viven en nuestro entorno.
La palabra jt’uup alude en lengua maya al hijo menor de la familia y al más joven/pequeño de los seres intangibles del cosmos, esos que están fuera del plano terrestre. En la cultura maya al hijo menor de una pareja, se le otorga la “distinción” de formar parte de un conjunto de seres de condición especial. A los jt’uupo’ob (plural de jt’tuup) suele considerárseles vulnerables y son especialmente mimados por sus padres. Paradójicamente, dado su carácter especial y su vulnerabilidad, el jt’uup puede llegar a tener mucho poder. Por su naturaleza especial, el jt’uup puede resultar persona idónea y atractiva para los vientos que, cuando observan cierto descuido por parte de los padres, aprovechan la situación y raptan al jt’uup. Entonces, al ser raptado por Yum Balam –viento guardián–, el jt’uup se convierte también en viento.
En la cosmovisión maya, los espíritus o vientos que son cuidadores del mundo, guardianes de la milpa, regadores de la lluvia y seres con alguna función para equilibrar el universo, están en constante renovación. Durante sus recorridos por los tres niveles del cosmos, estos seres intangibles pueden raptar a las niñas y los niños ajenos al cuidado adulto. Por ello, es importante que las personas menores de edad estén siempre acompañadas porque se piensa que de lo contrario, en tanto niños “sin tutores”, pertenecen al mundo, “son del mundo” y pueden ser tomados para formar parte de la dimensión inmaterial del cosmos.
En el ámbito de los diferentes seres intangibles que prodigan bienes y servicios a los seres humanos y que suelen aparecer en la cosmovisión mesoamericana como ubicados en las cuatro direcciones cardinales y en el centro, es siempre, el más pequeño de estos seres, el que está en el centro, el más poderoso y con mayor fuerza. Tal es el caso del jt’uup cháak –el más joven de las deidades de la lluvia–. En algunas ocasiones, estas pequeñas personas no son raptadas de manera definitiva, son raptadas solo temporalmente y llevadas a un mundo alterno donde reciben la formación y saber que los convierte en curanderos. Al regresar, ya de alguna manera convertidos en otro tipo de personas, empiezan a mostrar y a sentir el llamado a una forma vida que les permitirá servir a su comunidad en la faz de la tierra.
Como se puede ver, es en el marco de estas nociones acerca del menor, del joven y, por extensión de lo más pequeño que surge la figura del alux. Este ser, representa el poder de lo pequeño dentro del repertorio de personajes intangibles en el mundo maya. Es un espíritu o viento que puede ser incorporado, esto es, adquirir un cuerpo. Dicho cuerpo es “fabricado” a medida por el sabio curandero. La autoridad y poder de un alux radican en que es guardián efectivo de las tierras donde se cultiva el preciado maíz, alimento milenario de los mayas antiguos y contemporáneos.
Volviendo al jt’uup, cuando este permanece y crece hasta llegar a ser adulto en casa de los padres, tiene la tarea de cuidar de los ancianos, mientras que los otros hijos tarde o temprano abandonan el hogar. Como contraparte, el jt’uup se convertirá, al fallecer los padres, en el dueño de la casa y el solar paterno.
La idea de lo pequeño, joven y poderoso vive en nuestra cultura, representada en los relatos de los aluxes, de la caída poderosa de la lluvia, del amor a la niñez y del intercambio de dones entre humanos, guardianes y divinidades. Y es, a través de procesos de siglos de reinterpretación y recreación cultural, que los mayas de hoy integran vía metáfora, significados emparentados por compartir estas dos dimensiones: ser pequeño y ser poderoso.