Opinión
Edgar Fernando Cruz
16/12/2025 | Mérida, Yucatán
El momento geopolítico es innegablemente complejo. En un escenario multipolar donde las antiguas alianzas se redefinen, el reciente giro político de Chile hacia la derecha extrema no solo añade una capa de complejidad, sino que amenaza con enrarecer todo el ambiente latinoamericano. Chile, con su trayectoria de modelos económicos y teoría política originales, vuelve a ser el epicentro de un debate ideológico que creíamos superado.
No es casualidad que liderazgos como el de Donald Trump metan la mano en el sur de América, buscando establecer un ángulo de control ideológico. Bastaría revisar los lemas de campaña y las promesas del candidato electo, un movimiento que encaja perfectamente en esta estrategia.
La historia de Chile es un espejo de contradicciones. Tras el pasado trágico de la dictadura, el llamado "Pinochetazo" el golpe de Estado que derrocó al izquierdista Salvador Allende, el país dio muestras de un acomodo racional. Logró avanzar con un crecimiento anual que rozó 10 por ciento, un verdadero sueño económico, y encontró la fórmula para una notable movilidad social. Fue vanguardista al tener una presidenta mujer en dos ocasiones con Michelle Bachelet, persiguió y juzgó al dictador Augusto Pinochet y se aventuró por proyectos sociales de bien común con una economía mixta.
Despues ya durante el período 1990-2013, la pobreza disminuyó de 68 a 14,4 por ciento. Según un informe oficial de la OCDE, hacia 2018, Chile lideraba el índice de movilidad social aunque en la ultima decada su economía decayó. Entonces la pregunta es obligada: ¿qué pasó con el castigo al presidente Gabriel Boric del partido Convergencia Social?
La elección de un candidato que coquetea abiertamente con el Pinochetismo, y Nazismo, de ideología extrema, opuesto al aborto incluso por violación y de pensamiento muy próximo al fenómeno Milei en Argentina, revela una fractura profunda. Un candidato anti-inmigrante, crítico de la seguridad y del bajo desarrollo económico, supo identificar el centro de las demandas ciudadanas ante una sociedad cansada del desorden, la inseguridad y una economía frenada.
La polarización social en Chile generará, sin duda, cierta desestabilización. Sin embargo, este fenómeno es también la muestra de lo que ya se vive en toda América Latina. Países como Perú, Colombia, Guatemala, Honduras, Argentina, Uruguay y Brasil –dejando aparte los casos de Cuba y Venezuela– demuestran que se perdió el liderazgo y la coordinación en pro de una integración económica. Se ha desarticulado la visión de un polo centro y sur de América funcionando como una "nación común", Teniendo la bisagra de México con Estados Unidos, y los gigantes del petróleo Brasil y Venezuela, se diluye la acariciada idea para gusto de Estados Unidos.
Los ciudadanos chilenos buscan orden y esperanza, pero América se desordena, y con ello resurge la confrontación ideológica de los años 70. En Santiago, los gremios empresariales han valorado el proceso democrático, pero han puesto sobre la mesa la necesidad urgente de una agenda de emergencia enfocada en recuperar la inversión, el empleo y la estabilidad.
El candidato electo necesita forzosamente una alianza indispensable para la gobernabilidad parlamentaria. Ahí radica el punto de inflexión. Para que el futuro sea esperanzador, la izquierda más dura debe abandonar cualquier tentación golpista y asumir su rol democrático.
Pero, ¿cómo se ve México en este espejo?
México tiene enfrente un laboratorio que le obliga a atender el problema que es, esencialmente, el mismo: economía, seguridad y estabilidad política. El riesgo es "cansar al ciudadano" y dar espacio a que la oposición encuentre tanto un discurso como un programa político esperanzador.
La izquierda mexicana no puede seguir sentada en el triunfo democrático del 2018 y 2024. Urgen acciones contundentes que abran paso a la justicia, que combatan de frente a la inseguridad por sus múltiples razones, y que muestren orden y progreso con reformas constitucionales rápidas y firmes.
Mientras tanto, la derecha extrema mexicana estudiará, junto a los asesores de Kast y Milei, una puerta de entrada, un discurso y una forma de campaña real, basado en un programa político más que en el manejo de injurias mediáticas. Esto obliga a la izquierda a abrirse y suavizarse con los sectores que se han sentido atacados.
En este tablero de ajedrez, la pregunta final es inevitable: ¿Son Chile y Argentina el destino desestabilizador con el que juega Trump y sus republicanos para reordenar, desde el sur, la ideología de todo el continente? ¿O tu qué piensas?
Paso de gato
La semana pasada, la Secretaria de Turismo Josefina Rodrigues Zamora acudió a la conferencia matutina de la Presidenta con un notable entusiasmo. La delegación mexicana que viajará a la Feria Internacional de Turismo (FITUR) de Madrid en enero estará compuesta por 800 personas, representando a todo el país, y contará con uno de los stands más grandes del evento. La estrategia es clara: ir con todo por el turismo comunitario y, basados en nuestra cultura y tradiciones, consolidar a México como el quinto país más visitado del planeta, con ayuda del impulso del Mundial.
No hay que olvidar una herramienta de promoción cultural y turística más poderosas y diversas que posee México: su música.
Tenemos un enorme crisol de géneros musicales, y contamos con tres géneros reconocidos como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco: el Mariachi, la Pirekua (canto purépecha) y el Bolero (declaración binacional con Cuba). Hace falta un verdadero "Musicódromo", un espacio donde se escuchen, se muestren y se celebren todos estos géneros originales y ancestrales.
Ojalá que, dentro de esa macro delegación de 800 personas que irá a Madrid, haya un espacio reservado para estos músicos y creadores originales.
Edición: Fernando Sierra
