Opinión
Óscar Muñoz
16/12/2025 | Mérida, Yucatán
Si bien existe un día internacional del escritor, que es el 3 de marzo, vale destacar que en diversos países celebran este acontecimiento en fechas distintas y por motivos diferentes. Por ejemplo, en Argentina, su población festeja a los escritores el día 13 de junio, en honor al escritor Leopoldo Lugones, quien nació en esta fecha, pero del año 1874; en Venezuela, esta conmemoración ocurre el 29 de noviembre, por el nacimiento del escritor Andrés Bello, ocurrido este día, aunque en 1781, y así en otras naciones. En el caso de México, al parecer, ha sido considerada la misma fecha establecida por los argentinos para esta celebración, es decir, el 13 de junio.
Sin embargo, en el caso de Yucatán, esta celebración ocurre tradicionalmente el 20 de diciembre. Cabe destacar que no existe un motivo semejante a otras causas consideradas en otras sociedades para conmemorar el día del escritor, sino que fue una iniciativa de la escritora Elvia Rodríguez Cicerol en 1981, y así ha sido celebrado desde entonces. Dicho festejo ha consistido en un desayuno al que son convocados los escritores de la entidad por parte de la Secretaría de la Cultura y las Artes del Gobierno de Yucatán y, anteriormente, el Instituto de la Cultura de Yucatán.
Pero, ¿qué es lo celebrado en esta fecha, cuáles son los motivos del festejo? La conmemoración del día del escritor debe implicar asuntos propios de la escritura, la literatura, el periodismo cultural, la crítica de arte y otras formas de expresión en que sea empleada la palabra. Por otra parte, habrá que destacar el talento de los escritores y su dedicación; sus obras logradas; sus intenciones expresivas y pretensiones de publicación, y todos aquellos otros aspectos fluyen en la comunidad de escritores. Junto con ello, la promoción de los textos que conllevan el poder de la palabra y dan solidez a la cultura, y emparejada con el fomento de la lectura de las obras literarias, periodísticas, críticas, históricas.
Habrá que rendir homenaje a los escritores que han dado consistencia a la memoria colectiva de los pueblos, enriquecido la identidad cultural de las comunidades e impulsado el pensamiento crítico para la transformación de la cultura misma. Y habrá que difundir sus obras desde todos los modos posibles y en todos los espacios factibles, así como promover su lectura entre todas las diversas poblaciones de cada comunidad: los escolares de educación básica, los estudiantes universitarios, los académicos, los docentes, los críticos, los periodistas, los medios de comunicación y las redes sociales. Y no descansar ante ello: es una necesidad humana, social y universal.
En otra dimensión, habrá que considerar el día del escritor como un punto de partida para promover extensamente las obras de aquellos escritores que se han ido ya, pero dejaron su imaginación creativa, su análisis sociocultural e histórico, su pensamiento crítico y propositivo a todos los que les han heredado sus textos. Para ello, lo mejor será difundir su legado y promover la lectura de sus libros, y recoger la opinión de los ciudadanos, su parecer, su crítica, en una especie de reciclamiento cultural. Más que sólo reconocer los libros que dejaron los grandes escritores de todos los tiempos, hay que abrirlos y cuestionarlos: quedarse con lo profundamente valioso y dejar de lado lo prescindible.
Por todo ello, habrá que dejar un poco de lado el desayuno tradicional del día del escritor y, en su lugar (o además de ello), favorecer el poder de la escritura, impulsar los necesarios talleres de escritura y de lectura, fomentar la edición de obras y su necesaria promoción en librerías y fomentar la literatura y la lectura en todos los planteles escolares y universitarios. En una palabra, hacer de la celebración de esta fecha, el punto de arranque de un programa integral de la escritura en todas sus vertientes y en todas sus versiones. Finalmente, como colofón, la frase de Elena Poniatowska: “El mayor homenaje que se le puede hacer a un escritor es leerlo.”
Edición: Fernando Sierra