Por: Jhonny Brea
Donia Ixtab está triste, ¿qué tendrá mi chan suegra? Los murmullos se escapan de su boca entretiesa, que ha perdido la risa, que ha perdido el color. A donia Ixtab le hace falta su Pico de Oro, bien fría, en la playa, ambarino tesoro, y en su vaso rebosada, la espuma cual flor.
Y así con mi suegra, que no puede celebrar el día de la cerveza. Y no crean que anda cayendo en provocaciones o que proclive al exceso. Últimamente le ha dado por denunciar clandestinos cuando le parece que abusan en el precio. El otro día llegó quejumbrosa conmigo, que estaba tendiendo la ropa recién lavada (ustedes saben, las labores propias de mi sexo): “Yerno, me querían cobrar 850 pesos por una plancha. ¡Es lo que compro en un año!” Acto seguido, marcó al 911.
Se me ocurrió decirle que leyera algún libro y que aprovechara la lectura para olvidarse un momento de las prohibiciones y así, de paso, también cultivaba el espíritu. En el librero encontró la Relación de las Cosas de Yucatán de Fray Diego de Landa, y comenzó a leer con fruición… hasta que llegó a la descripción del balché “que es un vino hediondo y nauseabundo”, escuché que exclamó. Resultado: ya averiguó con un antropólogo (de esos que sí hicieron trabajo de campo, no de los del INAH) cómo se prepara la bebida y procedió a agenciarse una tina y se puso de propósito conseguir 20 litros de miel; también decretó que va a quitarle la corteza a un balché que está en el parque de la colonia, “no han pescado a ningún arboricida”, fue su evaluación de riesgos. Me temo que va a violar el toque de queda a la menor provocación.
Por más que he hecho por convencerla de desistir, juntando mi aplomo de macho omega grasa en pecho, espalda peluda, nalga de concreto hidráulico, abdomen de lavadora y bebedor de cerveza light, pero no hay manera. Está decidida a obtener alguna bebida que califique con graduación alcohólica aceptable a partir de fermento o destilación. Ya hasta reveló que su abuelo hizo algo de fortuna en el pueblo vendiendo aguardiente que sacaba de un alambique que tenía en el monte.
Pero ayer la vi triste y desganada. Por la tarde se enteró del fallecimiento de Tony Camargo. Con lágrimas en los ojos me preguntó “¿y cómo vamos a brindar en año nuevo?”
Y sin más, en mi cabeza comenzó a sonar la música de El año nuevo:
Yo no olvido al año viejo
Por lo que he engordado en esta pandemia.
¡Ay! Yo no olvido al año viejo
Por lo que he engordado en esta pandemia.
¡Mira!
Se llevó la cheva,
Dejó cubrebocas,
Y la cuarentena
En casa de mi suegra.
Edición: Enrique Álvarez
Gobernanza y sociedad
La Jornada Maya
"Sería un honor entrar y hacerlo", señaló el mandatario ante periodistas
Ap
"La industria cinematográfica estadunidense está muriendo rápidamente", justificó el mandatario
Europa Press
Las últimas actividades tuvieron lugar en el Centro de Convenciones Yucatán Siglo XXI
La Jornada Maya