Opinión
Dalila Aldana Aranda
24/12/2025 | Mérida, Yucatán
Durante la temporada navideña, la publicidad que nos invita al consumo se incrementa. También aparecen en los canales de TV una amplia lista de películas ad hoc para esta temporada. En este sentido, queridos lectores seguramente vieron la película Una Navidad muy prendida que se relaciona con la instalación de una cantidad exagerada de luces navideñas en una casa con el objetivo de que sea la casa más iluminada del vecindario con el afán de destacar y competir. Sin considerar el gasto eléctrico ni las consecuencias para los demás, causando incluso un apagón en el vecindario. La comedia, critica el consumismo y la competencia social, y transmite el mensaje de que el espíritu navideño no depende de la cantidad de luces y adornos, sino de la convivencia. Esta situación refleja una realidad común durante las fiestas decembrinas, cuando muchas personas incrementan el consumo de electricidad al mantener “muy prendido” el exterior de sus casas con grandes decoraciones, perdiéndose la esencia de la Navidad.
Durante la temporada navideña, el consumo de electricidad aumenta de forma significativa debido al uso prolongado de luces decorativas, adornos eléctricos y al mayor funcionamiento de electrodomésticos durante reuniones y celebraciones familiares. En México, el consumo eléctrico en los hogares en el mes de diciembre se incrementa hasta en un 30 por ciento en comparación con otros meses del año. Por ejemplo, una serie de focos incandescentes puede consumir entre 40 y 70 watts, mientras que las luces LED reducen este consumo en 80 por ciento, ofreciendo el mismo efecto decorativo con un impacto energético mucho menor.
A nivel internacional, el impacto también es considerable. En Estados Unidos, se estima que el consumo eléctrico de las luces navideñas alcanza miles de millones de kilowatt-hora, superando incluso el consumo anual de algunos países. Esto evidencia que, aunque el aumento es temporal, su efecto sobre la demanda energética es relevante.
Que decir en esta temporada de los inflables que se han puesto de moda principalmente por su alto impacto visual, por sus colores brillantes y grandes dimensiones que los hacen destacar en fachadas y jardines. Ahí vemos las imágenes de Santa Claus, osos polares, renos, trineos, pingüinos, etc. Además, son fáciles de instalar, solo requieren conectarse a la corriente eléctrica, lo que los vuelve prácticos frente a otras decoraciones más elaboradas. A esto se suma su costo relativamente accesible, la facilidad de almacenamiento y la influencia de redes sociales, donde estas decoraciones se vuelven tendencia. En conjunto, estos aspectos explican por qué los inflables se han convertido en una opción popular, moderna y vistosa dentro de la decoración navideña.
Sin embargo, te has puesto a pensar que los inflables navideños requieren un mayor consumo de energía debido al funcionamiento continuo de un ventilador interno, que es lo que permite mantenerlos inflados. Un inflable pequeño (un metro) consume 60 watts y uno grande 150 watts, lo que representa un consumo diario aproximado de 1.2 kWh equivalente a tres focos de 100 watts de forma continua.
En cambio, un árbol de Navidad o un nacimiento iluminado con luces LED representa un consumo eléctrico relativamente bajo en comparación con los inflables. En promedio, una serie con 100 luces LED consume solo 60 watts.
En conclusión, el incremento del consumo eléctrico en Navidad está estrechamente relacionado con los hábitos de uso de la iluminación y los aparatos eléctricos. La adopción de luces LED, el uso de temporizadores y el encendido responsable de decoraciones son medidas clave para disfrutar de las festividades sin generar un impacto excesivo en el consumo de energía. Al final, el verdadero significado de tener una Navidad muy “Prendida” no está en la cantidad de inflables y luces, sino en la convivencia familiar y el espíritu de unión y comunión. Querido lector, a ti de hacer de que tu Navidad esté bien “prendida” de manera amigable con el Planeta y con tu bolsillo. Felices fiestas desde “Compa Ciencia” en su primer año.
Edición: Estefanía Cardeña