Las mujeres bordan, zurcen, hilvanan palabras, dolores, sueños, preguntas, ternuras, denuncias y miedos. Lo hacen desde su ángulo, visión, experiencia, herencia, heridas, cicatrices, hambres y esperanzas. Lo gritan, susurran, lo comparten e intercambian.
En este nuestro México tan multicultural y pletórico de abundancia, hay más talento que espacios. ¿Qué hacemos con nuestras historias, poemas, arrullos, investigaciones científicas y cuentos?
Es así como como un grupo de mujeres se organizaron para decir: ¡Aquí estamos! ¡Existimos! ¡Queremos compartir! La luz diluyó las tinieblas y surgió el I Festival Nacional de Escritoras Mexicanas. FENALEM, en cuya página del Facebook pueden disfrutar las propuestas.
El país se dividió por zonas y del 8 al 11 de diciembre, cada una de ellas tuvo su día: Sur, Centro, el Bajío y Norte, donde 100 escritoras participamos en encuentros y talleres de literatura infantil, cuento, poesía, antologías, ensayo y novela, manifestando la enorme riqueza de la producción literaria, sobre todo de esfuerzos independientes ya que según dicen las editoriales, habemos más poetas que lectores.
Por Yucatán participamos: Sol Ceh Moo en poesía en lenguas originarias, Aída López, la representante estatal del FENALEM, en Cuento Microficción, Alicia Ayora Talavera, recién ganadora del premio Novela de Mérida: “¿Dónde están todos?” y la de la voz en Literatura Infantil, donde presentó calientito, ¡Ay, qué miedo! de la Editorial Edelvives.
Todas mis colegas eran de Chiapas donde la palabra danza con gran alegría y en este caso, en beneficio de los pequeños. En ella presentamos nuestros libros, con el acompañamiento de Elsa D. Solorzano, una de las entusiastas organizadoras: Clara del Carmen Guillen, Norma Vargas Macosay y Mirta Luz Pérez Robledo.
Esta última, ante la pregunta: ¿Por qué escribir poesía para niños? Respondió: “Si el primer libro que los niños leen es el rostro y la voz de la madre, con todo lo que eso con lleva y si los movimientos de la madre emiten información al niño, simbólica y significativa, van creando gozo en su espíritu. Cada lengua tiene maneras muy específicas de acariciar a los niños desde que nacen. Por eso, cuando uno quiere escribir para niños, por lo menos en mi caso, quizá es muy pretencioso, pero uno quisiera continuar con eso, a veces se logra, otras, no”.
“La luna embiste a la noche/ hunde sus cuernos de plata/ en el lomo azul del horizonte/ como un toro de nácar”. Mirta Luz Pérez Robledo. Dos de sus libros de poemas se pueden bajar en la página de Conaculta Chiapas.
Perla Urbano, una de las organizadoras nos dice: “Recibimos con orgullo el titulo de manada de lobas y nos lo apropiamos, fuimos brujas y guerreras, nos vestimos de gestoras y amigas, nos hicimos aliadas”. De la clausura comentó: “Son los cimientos de una edificación monumental que, aunque no está definida por ahora, sabemos bien que será tan alta que ya no podrán decir que no nos ven”.
Edición: Elsa Torres
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