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del

Raúl Ross Pineda
Foto: Afp
La Jornada Maya

Jueves 22 de diciembre, 2016


Los mexicanos en Estados Unidos tienden a simpatizar más con el Partido Demócrata que con el Republicano, a diferencia del humor de los votantes estadunidenses en general, que es más volátil, pues otorgan mayorías a uno u otro, según su percepción del momento y de las expectativas de satisfacción de sus intereses, lo cual no parece estar casado con principios partidistas.

En algunos de estos intereses no hay pierde, porque se supone que: los demócratas son partidarios de los programas sociales y los republicanos no; los demócratas representan a los trabajadores y los republicanos a la burguesía; los republicanos son guerreristas y los demócratas un poco menos; los republicanos son antimigrantes y los demócratas promigrantes, y un largo etcétera. Pero, ¿pasarán la prueba de la veracidad todos estos clichés?; por ejemplo, el que en materia migratoria ha presentado a los demócratas como los buenos y a los republicanos como los malos.

Si bien el discurso antimigrante de Donald Trump hoy se fortalece, también se debilita al agregar el dato de las deportaciones récord que Barack Obama ha hecho durante su administración. “Pero, es que Obama sí quería una reforma migratoria, que no fue posible por la oposición de la mayoría republicana en el Congreso”. Pues ¿entonces por qué no la impulsó mientras su partido tuvo la mayoría?

Un poco más atrás en el tiempo: ¿Quién era el presidente de EU cuando se aprobó la legislación de 1986 que hizo posible la regularización de millones de migrantes indocumentados? ¿Quién fue el presidente que posteriormente inició la construcción del muro en la frontera México-EU? En el primer caso fue Ronald Reagan, republicano y, en el segundo, fue Bill Clinton, demócrata. ¿Quién fue el presidente que se dispuso a negociar la migración con su homólogo mexicano, justo antes de los atentados del 11 de septiembre de 2001? ¿Quiénes aprobaron la infame [i]iniciativa Sensenbrenner[/i] ¿sólo los republicanos?

Cualquiera de mis amigos demócratas estaría presto a revirar: “Ah, pero es que usted saca todas esas cosas porque apoya a los republicanos”. Mientras que alguno de mis amigos más radicales me aleccionaría: “Deja de hacerte ilusiones, ya te he dicho mil veces que demócratas y republicanos son solo dos cabezas del mismo engendro imperialista”. Aunque sea bastante difícil escapar de estas lógicas, quiero: primero, enfatizar que los hechos demuestran sin lugar a duda que dicho cliché es absolutamente falso; segundo, subrayar que ni el partido Demócrata ni el Republicano han exhibido una postura de principios frente al fenómeno de la migración, sino que en cada coyuntura han asumido posiciones tácticas que difícilmente alcanzan unanimidad al interior de cada uno de ellos.

Por otro lado, el movimiento más visible a favor de la reforma migratoria ha sido más propenso a agitar con un discurso que apela a las buenas consciencias de los partidarios de la justicia en materia de derechos históricos, derechos internacionales, derechos a la movilidad, derechos laborales, derechos humanos y otros; aunque también utiliza el beneficio que los migrantes hacen a la economía nacional, este es un ángulo que todavía no han explotado lo suficiente, con todas sus implicaciones.

En EU existe una buena cantidad de empleadores que se beneficia directamente del trabajo de los migrantes, razón por la que una facción de la burguesía nacional entiende con claridad el papel benéfico que los migrantes desempeñan en la macro-economía estadunidense. “Eso todo mundo lo sabe”: aquí podría recriminarme don Perogrullo. Pero, entonces, si los líderes del movimiento promigrante también lo saben, ¿por qué no atraen a esta facción para sus propósitos? ¿por qué no buscar la manera de hacerlos salir del clóset a defender algo que indudablemente los beneficia?

Es desconsolador observar que la parte más políticamente activa de los mexicanos, estén aprestándose a adoptar un discurso contestatario de [i]resistencia[/i], tan regocijante para los corazoncitos anti-republicanos, como improductivo para los indocumentados.

Para que la reforma migratoria tenga realmente alguna viabilidad en el futuro inmediato, ayudaría hacer de ella una bandera única, no subordinada a otras agendas y que, con el mayor pragmatismo del mundo, se haga algo para poner en juego el persuasivo poder de la burguesía y conquistar para esta causa a todos los republicanos que sea posible.

[i]Chicago, Estados Unidos[/i]
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