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Eduardo del Buey
Foto: Notimex
La Jornada Maya

Martes 22 de noviembre, 2016

Canadian Prime Minister Justin Trudeau’s visit to Cuba last week sought to rekindle the traditionally strong relationship between both countries that had diminished somewhat under the previous Conservative governments. The last visit by a Canadian head of government was by former Liberal Prime Minister Jean Chretien in 1998.

Prime Minister Trudeau’s father, former Prime Minister Pierre Elliott Trudeau, is a revered figure in Cuba. His visit there in 1976, the first then by a NATO leader since the revolution, resulted in a warm relationship between both families. Indeed, Fidel was an honorary pallbearer at the elder Trudeau’s funeral in Montreal in 2000.

Coming on the heels of Donald Trump’s electoral victory, Trudeau’s visit is important for Cuba. Given the uncertainty about how a Trump administration will deal with the US’s recent opening of diplomatic relations with Cuba, Trudeau’s visit will undoubtedly provide some comfort while US policy shakes itself out.

In a speech before Cuban students (at which president Raul Castro had a front row seat) Trudeau said “that we are our own country, that we make our own choices.”

“We disagree with the approach the United States has taken with Cuba. We think that our approach is much better — of partnership, of collaboration, of engagement,” he said.

According to the Canadian Broadcasting Corporation (CBC), “Wednesday’s university event came after the prime minister sat down in the morning with eight “civil society” representatives, including a former Cuban diplomat to Canada, a blogger, a leader in the country’s Jewish community and a documentary filmmaker critical of state policies”.

In his speech, Trudeau went on to note that “it’s not our job to tell our friends and allies what they should do or shouldn’t do. It’s our job to make sure we’re doing what we know that we should do, that we can do in terms of creating opportunities for Canadians, for Canadian companies, but also opportunities for Cuba to continue to develop, to modernize, to improve in the many areas that it’s building success in.”

Cuba has opened up in recent years, with Cubans allowed to set up private enterprises to a limited degree, travel outside of Cuba, and hold foreign currency. This has led to an increase in living standards for many Cubans, and a growing sense of liberation from the strict revolutionary orthodoxy of the past.

Indeed, Cuba has long had a history of social policies that have resulted in a marked advance in health and education. However, many Canadians are wary about its human rights record, a concern that led the former Conservative government to downplay the relationship.

Trudeau spoke about Canada’s approach to human rights when he said, “When Canada engages with leaders on the world stage, we talk about human rights, we talk about the values that are so important to Canadians and indeed to people around the world,”.

Former Canadian Ambassador to Cuba Mark Entwistle said Cuban and Canadian officials have spoken about human rights in the country over the years, but the tone and choice of words remains important.

“If it’s a respectful conversation about expectations and about rights and our interests in individual political rights, the Cuban interests in broader social and economic rights, then that’s a conversation I think that the Cubans expect to have,” he said.

On January 29, 2016, the Globe and Mail reported that “Mr. Entwistle’s close relationship with Fidel, and the degree of access he had to the Cuban government when he was ambassador, was mainly a result of Canada’s unwavering support during the depths of the U.S. chill. We were players in many ways,” he said. “That is not the case now. There are so many competitors, and now that the Americans have arrived it is sucking up all the oxygen.”

Canada continues to supply Cuba with over a third of its foreign tourists annually (some 770,000 in 2015), making Canada the largest source of tourists to the island. Cuba remains Canada’s largest trading partner in the Caribbean and Central America. Bilateral trade between Canada and Cuba amounts to over one billion dollars annually, and Canadian companies are very invested in mining, electrical power, oil and gas, agri-foods, and tourism.

Canadian companies continue to invest in Cuba despite the US embargo, but may face strong competition from US companies should the incoming Trump administration continue the diplomatic and commercial opening to the island and Americans continue “sucking up the oxygen”. Recent figures report that Canadian investors have sunk over $3 billion in to the island, and this is expected to continue growing.

Despite this challenge, Canadian investors and traders hope that proud and nationalistic Cubans will always remember that Canada is one of only two countries in the hemisphere that never broke diplomatic relations with Cuba after the revolution (the other being Mexico).

It would seem the Trudeau government has used this high profile visit to stay in the game.

But with renewed US interest in the island, the playing field may well have changed permanently should the incoming Trump administration continue with the Obama opening. And this is a challenge Canada and México will have to face in these changing times.


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[b]Canadá y Cuba: Reconectando[/b]


La visita a Cuba la semana pasada de Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, buscaba reavivar la tradicional y firme relación entre ambos países; la cual había disminuido en cierta medida bajo el anterior gobierno conservador del país norteamericano. La última visita de un jefe de gobierno canadiense a la isla, la había llevado a cabo en 1988 el entonces primer ministro Jean Chrétien, del partido liberal.

El padre del primer ministro Trudeau, el ex -primer ministro Pierre Elliott Trudeau, es una figura admirada en Cuba. Su visita en 1976, la primera que hacía un líder de la OTAN desde la revolución, tuvo como consecuencia una cálida relación entre las familias de los gobernantes de ambos países. Incluso, Fidel fue uno de los portadores honorarios del féretro del padre del actual Trudeau en su funeral, mismo que se llevó a cabo en Montreal en el año 2000.

La visita de Justin Trudeau, que se llevó a cabo pocos días después de la victoria electoral de Trump, es importante para Cuba. Dada la incertidumbre acerca de cómo manejará el gobierno de Trump la reciente apertura por parte de los EUA de las relaciones diplomáticas con Cuba, la visita de Trudeau indudablemente le procurará a los cubanos algún consuelo mientras la política estadounidense se reorganiza.

En un discurso dirigido a los estudiantes cubanos (en el cual el presidente Raúl Castro estaba sentado en primera fila) Trudeau dijo: “Somos nuestro propio país y tomamos nuestras propias decisiones.”

Trudeau dijo también que: “No estamos de acuerdo con la postura que Estados Unidos ha tomado con respecto a Cuba. Pensamos que nuestro enfoque es mucho mejor –una enfoque de participación mutua, de colaboración y de compromiso.”

De acuerdo a lo expresado por la Corporación Canadiense de Radiodifusión (CBC por sus siglas en inglés): “El evento del miércoles en la universidad tuvo lugar después de que el primer ministro se sentó a dialogar con ocho representantes de la “sociedad civil”, incluyendo a un antiguo diplomático que había servido en Canadá, a un bloguero, a un líder de la comunidad judía del país, y a un director de cine documental que critica las políticas estatales.”

En su discurso, Trudeau puntualizó que: “No es nuestro trabajo decirle a nuestros amigos y aliados lo que deben o no deben hacer. Nuestro trabajo es asegurarnos de que estamos haciendo lo que sabemos que debemos hacer, aquello que podemos hacer en términos de crear oportunidades de empleo para los canadienses y para las compañías canadienses; pero también queremos crear oportunidades para que Cuba continúe desarrollándose, modernizándose, y mejorando en las muchas áreas en las que está labrando su éxito.”

Cuba se ha abierto en los años recientes, permitiendo a los cubanos establecer empresas privadas de manera limitada, viajar fuera de Cuba, y poseer divisas extranjeras. Esto ha producido un incremento en el nivel de vida para muchos cubanos, así como un creciente sentimiento de liberación con respecto a la estricta ortodoxia revolucionaria del pasado.

Efectivamente, durante largo tiempo Cuba ha tenido una historia de políticas sociales que ha dado como resultado un marcado avance en los sectores de salud y educación. No obstante, muchos canadienses son cautelosos en lo que se refiere al historial cubano sobre derechos humanos. Esta es una preocupación que llevó al anterior gobierno conservador a restarle importancia a la relación entre ambos países.

Trudeau habló acerca de la postura de Canadá en cuanto a derechos humanos al decir: “Cuando Canadá trata con los líderes a nivel mundial, hablamos de derechos humanos, hablamos de los valores que son tan importantes para los canadienses y, por supuesto, para toda la población mundial.”

Mark Entwistle, un ex-embajador de Canadá en Cuba, dijo que, a lo largo de los años, los funcionarios cubanos y canadienses han hablado acerca de los derechos humanos en la isla, pero que el tono y las palabras que se emplean siguen siendo importantes.

Entwistle asentó que: “Si se trata de una conversación respetuosa sobre expectativas, derechos, sobre nuestros intereses en los derechos políticos individuales, y el interés de los cubanos en derechos sociales y económicos más amplios, entonces estamos refiriéndonos a una conversación que –en mi opinión- los cubanos esperan se lleve a cabo.

El 29 de enero del 2016, el periódico[i] The Globe and Mail[/i] reportó que: “La cercana relación del señor Entwistle con Fidel, y el nivel de acceso al gobierno cubano que tuvo cuando era embajador, fue principalmente el resultado del inquebrantable apoyo por parte de Canadá a Cuba durante los momentos más complicados del enfriamiento de las relaciones de los EUA con la isla. Éramos protagonistas desde varios puntos de vista” El diario también publicó que: “Ese ya no es el caso. Hoy día hay muchos competidores, y ahora que los americanos han llegado, están acaparando todo el oxígeno.”

Canadá sigue suministrándole a Cuba más de un tercio de su turismo anualmente (alrededor de 770,000 personas en el 2015). Esto convierte a Canadá en la fuente más grande de turistas para la isla. Cuba continúa siendo el socio comercial más grande de Canadá en el Caribe y Centroamérica. El comercio bilateral entre Canadá y Cuba asciende a más de mil millones de dólares anualmente, y las compañías canadienses están muy involucradas en la minería, la energía eléctrica, el petróleo, el gas, el sector agroalimentario, y el turismo cubanos.

Las compañías canadienses continúan invirtiendo en Cuba a pesar del embargo estadounidense, pero pueden tener que enfrentarse a una fuerte competencia por parte de las compañías de los EUA si el gobierno de Trump prosigue con la apertura diplomática y comercial, y si los americanos siguen “acaparando todo el oxígeno”. Cifras recientes indican que los inversionistas canadienses han metido más de tres mil millones de dólares en la isla, y es probable que esa cantidad continúe aumentando.

A pesar de este reto, los inversionistas y los negociantes canadienses esperan que los cubanos, que son orgullosos y nacionalistas, siempre recuerden que Canadá es uno de los dos únicos países en el hemisferio que nunca rompieron relaciones diplomáticas con Cuba después de la revolución (el otro es México).

Parece que el gobierno de Trudeau ha utilizado su destacada posición para mantenerse en el juego.

Pero con el renovado interés de los Estados Unidos en la isla, las reglas y el campo de acción pueden haber cambiado de manera permanente, si es que el próximo gobierno americano, el de Trump, decide seguir con la apertura llevada a cabo por Obama. Por lo tanto, estamos en presencia de un reto al que tanto Canadá como México tendrán que enfrentarse en estos tiempos tan cambiantes.


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