Jhonny Brea
La Jornada Maya
15 de enero, 2016
Amables lectores: mil disculpas por la ausencia. No están ustedes para saberlo pero necesito desahogarme, especialmente de lo que me pasa por ser feminista.
¡Claro que soy feminista! ¡Es indudable! Eso le respondí a mi querida [i]X-Táabay[/i] mientras recorríamos los pasillos del supermercado, sin niños, afortunadamente, luego que se mostró sorprendida cuando me asumí como tal. Tengo triple jornada: dos trabajos y también, en lo que puedo, mantengo limpia la casa, preparo la comida de los [i]ts'iriso'ob[/i], los llevo a la escuela, después a sus clases de la tarde, plancho mi ropa ([i]la X-Táabay[/i] puede presumir que en 10 años me ha planchado menos de cinco camisas), manejo la lavadora y la batea como ninguno, y además entrego la quincena, así que soy feminista.
El lío salió porque mi adorada me preguntó mi opinión acerca de lo ocurrido en la misa de XV años en Peto, que se volvió viral. Ella me decía, escandalizada “¡qué asco de sacerdote! ¡Cuánta violencia contra la pobrecita chica!” Y yo, como soy feminista, incluso radical, contesté que el movimiento no tendrá nada que celebrar hasta que se acabe con ese tipo de fiestas, que no son más que jornadas de violencia simbólica contra la mujer, independientemente del clímax alcanzado por la [i]naquez[/i] de hacer desfilar a la festejada en la limusina Hummer color rosa mexicano por las principales avenidas de Mérida.
-¡Pero Jhonny, esa es la edad de las ilusiones. Hay canciones dedicadas a ella. Imagínate el trauma; esa niña nunca olvidará la vergüenza pasada en el día que ella esperaba seguramente muy feliz!
-¿Ella esperaba el día o su mamá? Te aseguro que si le rascamos un poco es como la canción de Chava Flores, que la familia nada más está ahorrando por años para la fiesta y mientras tanto, le lavan el cerebro a la niña para que vaya creyendo que ella quería el festejo. Y si a canciones vamos, ahí tienes [i]La Martina[/i], que tenía esa edad “cuando su amor me entregó”. No todo gira alrededor de aquella telenovela que estelarizaron Adela Noriega, Thalía y Segastián Ligarde.
- ¡Cómo eres malo! Tienes que aprender a respetar a los clásicos. Esa telenovela se quedó en la mente de toda una generación. Pero de todas formas, no estás tomando en cuenta que era su presentación en sociedad.
Peor para la niña. Son por lo menos seis años de estarla preparando para que, llegado el momento, la vistan de “mayor”, la metan en un vestido para que parezca pastel de crema chantilly, la llenen de postizos, la exhiban públicamente por las calles, en la iglesia –aunque la familia no se vuelva a parar por el templo –y luego en la fiesta la hacen bailar con todos los varones asistentes, así tengan la gracia de un hipopótamo y, por último, ya que están a medio estoque, entre el papá y el padrino la llamen insecto; “ayer eras oruga…”
-Bueno, pero entonces los bailes de debutantes…
-Esos son equivalentes a una exposición ganadera. Ahí ves a los orgullosos criadores viendo cómo anuncian a sus mejores ejemplares para que caminen por la pasarela. Es como si en lugar de una hija tuvieras una vaca para llevar a Xmatkuil.
Por mí, es tiempo de dejar esas fiestas. De verdad, cada que veo a una quinceañera me acuerdo de la canción de Los Lagartos, en la que todo el relajo es para decirle a la niña que “ya es cancha oficial”, así que no. Insisto en que el feminismo debe acabar con esas jornadas de violencia contra la mujer.
-¿Así que no quieres que [i]La K'utusa[/i] tenga fiesta?
- Por supuesto que no - fue lo que alcancé a decir. Después no supe qué había pasado ni cuánto tiempo transcurrió.
Les juro que no vi venir ese cruzado de izquierda que terminó impactando en mi mandíbula. Cuando abrí los ojos me encontraba en una cama de la T1 y un médico movía una linternita para ver la reacción de mis pupilas.
-Cayó usted muy feo, tuvo una conmoción, me dijo. Cuando le conté qué había pasado pidió que me pasaran a piso con orden de descanso por una semana –“para que esté lejos del peligro”.
Ya estaba pensando seriamente acudir al IEGY para que me ayudaran a interponer una demanda por violencia intrafamiliar en contra de [i]La X-Táabay[/i] pero ella llegó en el horario de visita y se le veía preocupada y cariñosa conmigo, jurándome que ella no había sido la atacante.
Hace unos días volví al súper. El gerente me reconoció y hasta me ofreció ver el video de vigilancia. El ataque vino de una señora que se marchó mascullando no sé qué cosas de una fiesta de debutantes de no sé qué club.
-Pero lo que es usted, me dijo el responsable, nos recordó la pelea de Juan Manuel Márquez y Pacquiao. Así se fue al piso.
En fin, [i]La X-Táabay[/i] y yo seguimos juntos, aunque siga con intenciones de organizarle una fiesta a [i]La K'utusa[/i].
¡Elvia, has fracasado!
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