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¿Por qué no todas las mujeres pueden sumarse al paro del 9M?

No quiere decir que traicionan al movimiento y al género
Foto: Juan Manuel Valdivia

En un sistema que precariza a las mujeres doblemente en medio de la pandemia por coronavirus (Covid-19) es difícil que paren tan sólo un día, porque en tiempos de recortes laborales, no pueden arriesgarse a que se les descuente una jornada, mucho menos si en la empresa en la que trabajan no son apoyadas y el hecho de no detenerse, no quiere decir que traicionan al movimiento y al género.

El llamado a nivel nacional desde el año pasado fue: 

“Ni una mujer en las calles. Ni una mujer en los trabajos. Ni una niña en las escuelas. Ni una joven en las universidades. Ni una mujer comprando.”

La iniciativa surgió en 2020 como una protesta ante la ola de feminicidios en México, sobre todo, para cuestionar, ¿qué pasaría si un día desaparecemos todas?

Para reforzar este cuestionamiento que lleva por objetivo reflexionar ante las más de 18 mil mujeres desaparecidas en México y las 10 mujeres en promedio que son asesinadas en este país cada día, este 2021 el llamado del paro se hizo presente, sin embargo, en algunos rubros, el eco fue menor.

Un ejemplo de ello es Marina Rubio, de 26 años y madre de tres hijos, se desempeña como trabajadora doméstica para obtener recursos y subsistir. Ella ni siquiera sabe que este 9 de marzo se convocó a un paro llamado ‘Un día sin nosotras’. Dijo que si no asiste a trabajar, no recibirá un sueldo. 

La Secretaría de Trabajo y Previsión Social (STPS) tiene en sus cifras el registro de más de 53 mil trabajadoras domésticas en Yucatán, quienes -en su mayoría- perciben un sueldo diario, si un día no asisten simplemente no les pagan.

Por otra parte, de los 2 millones 320 mil 898 personas que contabilizó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en Yucatán, un millón 180 mil son mujeres; 39 por ciento de ellas son jefas de familia, es decir, son las encargadas de solventar los gastos del hogar.

También, hay alrededor de 35.3 por ciento de la población de mujeres que no cuenta con un empleo fijo y se dedica a la informalidad, todas ante una necesidad de sostener sus hogares y aportar a los ingresos familiares.

 

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La activista María Candelaria May Novelo, fundadora del Centro Cultural y de Derechos Humanos Casa Colibrí en Valladolid, coincide y desde su contexto, confirma que las mujeres mayas no pueden parar si su día a día está ligado a la labor del cuidado de los hijos; aquellas que son madres solteras y jefas de familia tampoco tienen otra opción.

Dentro de la convocatoria de este 9 de marzo, las mujeres estuvieron invitadas a no maternar, no trabajar y no cuidar, pero hay mujeres solas que se hacen cargo de todas estas actividades.

“En los hogares donde las mujeres son jefas de familia, en donde están solas y no cuentan con el apoyo para que alguien cuide a sus hijas e hijos o que tienen trabajos, en donde sus derechos no son respetados, ellas no pueden parar”, reiteró Candelaria.

Ella, desde su vivencia en las comunidades indígenas, reitera que hay mujeres que ni siquiera saben que hoy pueden protestar y tampoco tienen acceso a la información sobre sus derechos y las formas de exigirlos.

Este 9 de marzo, a diferencia del año pasado, las mujeres que aún tienen un empleo buscan cuidarlo, pues en medio de la pandemia por coronavirus, fueron más de 21 mil personas las que perdieron su trabajo a raíz de la crisis económica que generó la pandemia en el país y el mundo.

 

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Nuestras peticiones

Ante este panorama, las mujeres que tuvieron mayor oportunidad de ausentarse fueron las estudiantes de preparatoria y universidad. Sin embargo, y a pesar de que algunas instituciones externaron su apoyo afirmando que no les pondrían falta este día, principalmente lo que piden es que despidan a los maestros acosadores y abusadores, es decir, que no los sigan encubriendo como hasta ahora han hecho.

De igual forma, en los centros de trabajo que respaldaron este paro, también solicitan que los derechos laborales sean respetados y sobre todo, que no haya desigualdad de salario con los de compañeros hombres, pues en México, de acuerdo con el Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir, las mujeres ganan en promedio 34 por ciento menos que los hombres.

Otra brecha consiste en las 25 horas a la semana que las mujeres dedican al trabajo doméstico en comparación con las nueve horas que sólo destinan los hombres.

De esta manera, aunque no todas puedan parar, ellas forman parte de esta lucha y desde sus trincheras se suman a las exigencias de todos estos derechos y un alto a la violencia de género. 

 

Edición: Laura Espejo


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