Otto Von Bertrab
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya
Viernes 7 de diciembre, 2018
Se podría hacer con los tiempos muertos de la máquinas y con los remanentes de material. Una ciclopista peninsular sería un atractivo turístico único que podría atraer a un segmento cada vez más amplio del mercado turístico que busca experiencias auténticas. Ni qué decir del beneficio social directo que una vía así brindaría a la comunidad.
La Península de Yucatán es una gran piedra cárstica, prácticamente plana, bordeada de playas, bendecida con lagunas, cenotes y selva en prácticamente toda su extensión. Me detengo por un momento en el hecho topográfico de ser plana, esto sólo la convierte en un paraíso para el ciclista ya que hace que viajar distancias largas sea absolutamente factible. Me imagino a un turista tomando la decisión de viajar a México con su bicicleta, podría llegar al aeropuerto internacional de Cancún, allí armar, o rentar, su bici y comenzar su trayecto por la costa, tal vez se quede una par de días en las hermosas playas de Cancun y de la Riviera Maya para luego subir su bicicleta al tren y viajar a Carrillo Puerto, o a Valladolid, y de allí continuar el camino por el corazón de la zona maya, visitando pueblos originales, conviviendo con la población indígena, permitiendo una derrama económica en la poblaciones que hoy en día han quedado al margen del desarrollo turístico.
La experiencia del viajero sería formidable. México no es sólo sol, playa y hotel de todo incluido, el mayor atractivo de nuestro país es nuestra cultura y la amabilidad y hospitalidad de nuestra gente, en particular la de los pueblos indígenas que habitan en prácticamente toda la extensión de lo que será la ciclovía (tren maya).
Ni qué decir de los servicios directos que la vía podría brindar a la población. Los niños podrían viajar en bicicleta de forma segura de sus comunidades a la escuela en la cabecera municipal, las familias podrían pedalear hasta la estación del tren más cercana y en este ferrocarril trasladarse a la ciudad, donde podría bajar su bicicleta y hacer sus vueltas de forma segura, libre e independiente, sin necesidad de gastar innecesariamente en Taxi o transporte público indigno.
A partir de este primer trazo, propuesto por el tren maya, partiendo de cada estación podrían derivar ciclovías locales en cada una de las ciudades, de tal manera que se puede disminuir el número de vehículos en cada una, disminuir el tráfico, la contaminación. Facilitar el uso de bicicleta no sólo brindaría enormes beneficios en cuanto a movilidad, también traería bienestar y salud, se mitigarían problemas como la obesidad y la diabetes tan nocivas y generalizadas en la zona.
La sola visión del proyecto de una ciclovía maya me emociona, ¡es tan poco el esfuerzo y la inversión para realizar el proyecto y son tantos los beneficios!, ¿por qué no hacerla?, ya existe el derecho de vía del tren, ya estará la maquinaria disponible y seguramente habrá remanentes de cemento y asfalto, es más hasta la pueden dejar en tramos de terracería para que sea más divertida. La clave es que sea segura, que sea para bicis, para corredores y peatones.
Necesitamos más bicicletas y menos tráfico, el tren maya puede brindar un subproducto de un enorme valor turístico y social, es cuestión de imaginarlo, planearlo y hacerlo. Convertiría a la península de Yucatán en un ejemplo mundial.
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