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Johanna Martín Mardones*
Foto: Fernando Eloy
La Jornada Maya

Viernes 2 de noviembre, 2018

Las Constelaciones del Deseo, de Murmurante Producciones AC con el apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, se ha presentado en diversos foros nacionales e internacionales. Actualmente está de gira en municipios de Yucatán y Quintana Roo, en el Colegio de Bachilleres (Cobay) y en varias universidades.

Este trabajo está integrado por diversos dispositivos artísticos; uno de ellos es la propuesta del artista Ricardo Espadas, Identidades Murmurantes, que reúne en su despliegue elementos del movimiento manierista con visos contemporáneos, creando un mapa teórico conceptual en un universo no convencional para el mundo del arte, el patio de un establecimiento educacional.

La actitud manierista de Espadas refiere un trazado que se emplaza en el territorio de las posibilidades libres y arbitrarias propias de una acción textural-porosa que trabaja desde el vacío, la incidencia y el desasosiego. La propuesta instala interrogantes acerca del tiempo y su devenir (espejo), el rostro y sus facetas (máscara), lo individual en lo colectivo (carnaval), la realidad en la inexistencia (laberinto).

En relación a lo carnavalesco, a modo de disfraz, el artista viste tres elementos: un traje negro, una pechera y una máscara; en cuanto a lo espectral, a modo de espejo, toma relevancia el soporte transparente para retratar a los espectadores que asume, además, la tarea de incorporar, dada su condición de transparencia, el entorno a partir de un croquis libre y dinámico en un paisaje humano colectivo (cartografía humana) que va develando, por esa condición, objetos del entorno en una dinámica de relaciones misceláneas.

Con esto el artista pone en movimiento el mundo objetual a través de una bidimensionalidad aparente y engañosa (el soporte es bidimensional, sin embargo, la transparencia le atribuye el carácter tridimensional) utilizándola como recurso visual-perceptual-espacial-volumétrico cuyo entorno irrumpe en la dinámica más allá de un mero referente urbano.

En este sentido, es posible una analogía entre el soporte (plancha transparente) y el laberinto (referente manierista), por las características que asume, de alto carácter icónico, al proponer relaciones imbricadas, perturbadoras y equívocas (laberinto) en la maniera de vivenciar y recrear el espacio, es decir, los cuerpos y los rostros sobre la plancha están imposibilitados de establecer un recorrido lineal en su composición (espacialidad-temporalidad).

Entonces, ¿cuál es el camino que va armando la escena? Lo intrincado de la respuesta abre un espacio de reflexión acerca del desplazamiento y lo contradictorio de su trazado: “en el laberinto encontraremos el recto camino” (Novalis). El símbolo se torna unidad en sí y dependencia al mismo tiempo.

El texto que acompaña la propuesta, “Bienvenido a murmurante teatro”, abre una postura ética-estética que instala al artista como un creador conceptuoso, visionario, loco y raro, características propias del artista manierista que asume una postura y un rol. Así, la propuesta de Espadas eclosiona en una carnavalización del arte propio de las masas populares y que aquí es sustituido por una comunidad estudiantil. Todo alude a un juego de relaciones agenciadas cuyo eje principal oscila entre el artista y el maniático (artista manierista).

Cuando entendemos el arte como una forma de conocimiento, los procesos devienen, entre otros, sociales. La manera como el sujeto se relaciona con el territorio es un fenómeno social y es, a la vez, la forma de aprehender ese entorno, que puede ser simbólico o material. Por ello la intervención artística, como evolución de las artes plásticas, es una complejización de la mirada y el espíritu crítico del entorno contraviniendo el soporte convencional, y en su lugar el entorno asume el rol de soporte y recepción.

La experimentación colectiva que se propone proyecta una imagen carnavalesca festiva, cómica, profusa y en algunos momentos deforme y, al mismo tiempo, enfrenta lo irracional con la racional, lo sublime con lo ridículo, lo real con lo ficticio, en fin, el ejercicio que se nos plantea es una abolición de las relaciones establecidas, las reglas, lo convencional y las jerarquías.

Además, está la relación del espectador frente a sí mismo en un retrato distorsionado sobre un objeto que asume, contradictoriamente, las características de espejo sin poseer la condición especular del mismo que, en esa misma categoría, propone una nueva relación con el entorno y el sujeto cuyo máximo valor se encuentra en lo perturbador de la actitud manierista que, en este lúcido ejercicio, pone en movimiento Ricardo Espadas.

*Investigadora y crítica del Arte
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