Felipe Escalante Tió
Foto: Fabrizio León Diez
La Jornada Maya
Viernes 31 de agosto, 2018
Apreciado Joan:
Antes que nada, agradezco que se haya tomado usted la molestia de leer mi contribución a este periódico y su crítica a la misma.
Debo aclarar que por ningún momento ha pasado por mi cabeza referirme en forma negativa a ningún credo, sean los testigos de Jehová, musulmanes, judíos o shintoistas. Mi intención en el artículo a que se refiere es la de destacar el papel que tienen el Estado y sus instituciones cuando las creencias de los padres tienen consecuencias en los hijos, pues considero que vivimos tiempos en los que impera la desconfianza en las instituciones y cada uno debe conocer cómo funcionan para así tener mejores gobiernos.
Lo que aplaudí fue una decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, máximo tribunal en este país, para optar por un criterio en el cual la vida de un infante está por encima de las creencias de sus propios padres. Y aquí me refiero ahora al enlace que tuvo la bondad sugerirme, pues en él se indica textualmente que los testigos de Jehová se oponen a las transfusiones sanguíneas “debido a razones religiosas más bien que médicas”.
Por supuesto, coincido con usted en que hay grandes avances médicos, que los procedimientos “sin sangre” son una opción válida de la que los pacientes deben estar informados. Pero, ¿qué ocurre si estas opciones no están disponibles en el hospital donde se atiende a un menor?, ¿qué tal si el traslado a donde se tiene este tratamiento es un peligro mayor? A los médicos les queda entonces obrar con lo que tienen a la mano. Por supuesto, garantizar que existan estos tratamientos, y doctores capacitados para llevarlos a cabo, es responsabilidad de las instituciones de Salud pero eso nos llevaría a otro tema que no fue el planteado en el artículo en cuestión.
El expediente sobre el cual decidió la Suprema Corte no está a mi alcance, solamente tuve acceso al fallo, por lo que desconozco los argumentos de los médicos. Intuyo que por las carencias del sistema de Salud de este país, la única opción viable para salvar la vida de Saraí era la transfusión de sangre.
No me cabe duda que entre los testigos de Jehová encontraré personas como usted dice, y estoy seguro que las encontraré también entre los practicantes de cada religión existente. También, aunque no sea materia, hallaré la otra cara de la moneda, pero prefiero tener fe en la humanidad y por eso deseo que la niña sea reincorporada a su comunidad en lugar de ser señalada como “la que recibió sangre”.
Y creo, por último, que la vida es lo único que tenemos en común los seres humanos, por encima de los principios y valores de cualquier credo, y que por eso mismo cuando existe un conflicto entre instituciones e individuos la ley debe servir de referencia, con todos los defectos que pueda tener la humana, ya que la única perfecta es la divina. Conocer nuestras diferencias y respetar las creencias de cada quien, también le da sentido a la existencia.
P.S. Por supuesto, la equivocación que me señala es de mi absoluta responsabilidad. Son las cosas que pasan por querer tener un texto pronto y no darlo a revisar.
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