Carlos Mena Baduy
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya
Jueves 19 de julio, 2018
La figura de coordinador político en los estados puede ser vista como una concentración de actividades, pero no es más que una supervisión real y acortamiento entre el centro y los estados, muy necesaria para hacer más efectiva la comunicación y la ejecución de los programas federales.
Todos sabíamos que la mayoría de los delegados eran gente de un grupo político o cercana a los gobiernos estatales en el carrusel político, donde el mérito o el desempeño poco contaban, pero al mismo tiempo era un hecho que nunca tenían una línea directa con el presidente; su trabajo consistía en supervisar las acciones de las secretarías federales, pero el camino de la información era de gobierno federal hacia los estados, no había línea de regreso, y si había algún problema era contenido por el secretario, eso alejaba al presidente de retroalimentación independiente, es decir, sólo se tenía una visión en cada estado: la del gobernador.
La desconfianza de AMLO no es un disparate, es resultado de una reflexión donde se tenía que acercar el gobierno federal a la sociedad y había que certificar la llegada de recursos a sus destinos presupuestales, donde las quejas a los largo del país eran las mismas. Poco contaron los contrapesos políticos y de la sociedad civil para contrarrestar los errores estatales.
Sin embargo, el poder del coordinador está mal entendido. No será el destino del presupuesto, eso se determina en el Congreso, lo que no se puede permitir es que lleguen tarde los apoyos federales a los campesinos, organizaciones o a la sociedad civil, se acabó la práctica que tomaron los fondos federales para pagar obras o gastos estatales con la intención de recuperárlos con ingresos futuros, que al final se convirtieron en las grandes tragedias económicas que estrellaron las finanzas de los estados.
Fue la ausencia del gobierno federal que contribuyó a los escándalos de corrupción, fue la ausencia de supervisión que hizo posible los gastos excéntricos y desorden financiero de varios estados del país; por otro lado, la figura del coordinador político es soñada por muchos empresarios que no tienen el dinero para ir a México y parar abusos del Impi, Profeco, Cofepris, SAT y hasta de la misma PGR, porque los delegados locales no tienen el poder suficiente para aclarar investigaciones sospechosas o direccionadas desde el centro o simples equivocaciones de instancias federales que han sufrido toda clase de personas y empresarios en el país, y que ningún diputado, senador o gobernador defiende porque no es de su “circunscripción”.
La excusas fueron siempre “la orden viene de México”, “la delegación del estado no tiene poder de aceptarte tu denuncia” o “ese departamento está en México,” acortar la distancia del gobierno federal es una necesidad urgente del nuevo gobierno. Las secretarías federales u organismos autónomos no tenían contrapeso, las sociedad y las pymes no tenían interlocutor, muchos lo verán como acumulación de poder, otros lo vemos como un gobierno federal cercano y sumamente necesario.
Pero también es una ventaja democrática, los gobernadores ya no tendrán que acusarse a sí mismos por dispendio, errores o desvió de recursos federales, los responsables de la aplicación de los mismos tendrán nombre y apellido, la justicia oportuna es el precepto más importante de la democracia y esto indudablemente le dará un mejor servicio a las necesidades del país.
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