Erradicar la impunidad

Normando Medina Castro
Foto: Carlos Ramos Mamahua
La Jornada Maya

Jueves 5 de julio, 2018

Sin discrecionalidad iniciará la transformación de México hasta erradicar la corrupción y la impunidad, que constituyen el cáncer que ha pervertido las instituciones y ha deteriorado la economía mexicana y el tejido social. El virtual presidente electo de nuestro país, Andrés Manuel López Obrador, en su primer discurso, pronunciado poco después que sus contendientes reconocieron su triunfo, lo dijo, una vez más, con claridad, con sencillez y con firmeza: “Sobre aviso no hay engaño” y quien caiga en actos de corrupción, “sea quien sea será castigado”, y para no dejar dudas recalcó: “Incluyo a compañeros de lucha, funcionarios, amigos y familiares, porque un buen juez por la casa empieza”.

La corrupción y la impunidad, la mayoría de las veces, inician con la valoración diferenciada de hechos y situaciones, de acuerdo a la conveniencia personal. A los poderosos, a los amigos y a los familiares la ley suave y benigna, y la ley dura y sin miramientos a los demás. La discrecionalidad beneficia o perjudica a las personas más allá de las leyes y normas que rigen una sociedad y que tienen sustento precisamente en servir por igual a todos.

No será fácil erradicar la corrupción y la impunidad de la vida pública. Es una tarea titánica lograr que las instituciones sirvan a todos por igual, sin privilegios ni distingos. Pasar de la forma al fondo. Pasar de un estado de derecho presente en todos los discursos de los actores políticos y sociales, pero ausente en los hechos, al imperio real de la ley en la práctica cotidiana.

No hay que perder de vista en ningún momento que la victoria contundente, inobjetable, de López Obrador es consecuencia de varios factores, entre los cuales, sin duda alguna, los principales son la percepción ciudadana de que los gobiernos del PRI, del PAN y el PRD sucumbieron a la corrupción y la impunidad que son madres de la pobreza, la desigualdad, la inseguridad y la violencia.

El candidato del PAN, Ricardo Anaya, con sus no muy afines aliados, del Partido de la Revolución Democrática y Movimiento Ciudadano, pulverizó a sus correligionarios del blanquiazul. Los números no mienten. El PAN obtuvo su peor votación de los últimos cuatro procesos de elección presidencial. En 1994 con Diego Fernández de Cevallos alcanzó el 26 por ciento de la votación. En el dos mil con Vicente Fox obtuvo el 42.5 por ciento. En 2006 con Felipe Calderón el 35.9 por ciento. En 2012 con Josefina Vásquez Mota el 25.6 por ciento. Ricardo Anaya, el otrora “joven maravilla” del presidente Peña Nieto en las votaciones de 2018 solo alcanzó el 22.5 por ciento.

El Partido Revolucionario Institucional padece el mismo dolor y con el priísta sin credencial, José Antonio Meade obtuvo el porcentaje más bajo de votos de su historia. Alcanzó el 61 por ciento menos que Enrique Peña Nieto en 2012. El 20 por ciento menos que Roberto Madrazo en 2006, y el 45 por ciento menos que Francisco Labastida en el dos mil, por mencionar tres ejemplos.

La refundación de ambos partidos es necesaria sobre bases éticas y democráticas para constituirse en una oposición responsable que contribuya al fortalecimiento de la vida institucional mexicana. Tampoco será tarea fácil. Ricardo Anaya alcanzó la candidatura del PAN sobre una base de traiciones a sus correligionarios y de violar el principio fundamental panista de que el presidente del partido no debía aspirar a la candidatura presidencial de México. Deberá enfrentar al interior del blanquiazul la embestida de los desplazados, muchos de los cuales son personajes con mayores méritos partidistas que Anaya Cortés, bastante calidad profesional, experiencia y liderazgo.

La situación del PRI de Enrique Peña Nieto y su catastrófica situación es consecuencia del rumbo que le dio Carlos Salinas de Gortari, ni más ni menos. Por limitaciones de espacio abordaremos el tema en otras entregas.

Quintana Roo confirmó en las recientes votaciones que es territorio de López Obrador, y el político tabasqueño alcanzó en la entidad el 68.5 por ciento de los votos emitidos. Sólo en Tabasco con el 81.8 por ciento y en Tlaxcala con 69.6 por ciento obtuvo un porcentaje mayor. Ese factor sumado a la insatisfacción social por el gobierno estatal del PAN-PRD muy alejado de las expectativas que le dieron el poder, propició la victoria rotunda de Movimiento de Regeneración Nacional en todos los puestos de elección popular federales y varias de las presidencias municipales en disputa. El derroche de recursos y su fuerte presencia en medios le sirvió de poco a Miguel Ramón Martín Azueta, quien incluso ya pensaba en la gubernatura de 2022, candidato del PAN-PRD-MC por la diputación federal del distrito uno y sucumbió ante la silenciosa candidata morenista Adriana Teissier. Lo mismo ocurrió con Luis Torres Llanes, quien abandonó la presidencia municipal de Othón P. Blanco para contender por la diputación federal del distrito dos abanderando a la coalición Panista, orondo, creyendo que tenía el triunfo en la bolsa. Incluso se dio el lujo de “reforzar”la campaña de su correligionario Fernando, el chino, Zelaya en busca de la alcaldía capitalina. Ambos mordieron el polvo y sufrieron una estrepitosa derrota. Los morenistas Patricia Palma y Hernán Pastrana ganaron la diputación federal del distrito dos y la presidencia municipal chetumaleña respectivamente. Decía Winston Churchill que “valor es lo que se necesita para levantarse y hablar; pero también es lo que se requiere para sentarse y escuchar”. La soberbia definitivamente no permite escuchar más que los halagos y lisonjas. Otro de los poderosos del actual gobierno, Julián Ricalde, perdió en su pretención de ganar una senaduría para apuntarse para la gubernatura en 2022. Morena ganó las dos senadurías de mayoría relativa con Maribel Villegas y José Luis Pech. Las diputaciones federales de los distritos tres y cuatro fueron obtenidas por los candidatos de Morena, Mildred Ávila Vera y su cuñado el joaquinista Jesús Pool, respectivamente. El gobernador Carlos Joaquín tiene también un valioso puente con el próximo gobierno Lópezobradorista, en la persona de quien será el secretario de turismo del país, Miguel Torruco. Y es un secreto a voces su apoyo a Mara Lezama que ganó la poderosa presidencia del municipio Benito Juárez, Cancún. No todo está perdido.
En fin, son cosas que pasan en nuestro país y en nuestro caribeño estado.

Hasta la próxima!!!!

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