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Óscar Muñoz
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Miércoles 4 de julio, 2018

Ahora que tendremos un gobierno diferente en el país a partir del próximo 1 de diciembre, habrá que estar atentos a la política educativa. No solamente interesará saber qué sucederá con la mal llamada reforma educativa y el supuesto nuevo modelo educativo, que atañe principalmente a la educación básica, sino también a la educación media superior y superior. Este último aspecto en relación con lo ofrecido en campaña por el próximo presidente de México: todos los jóvenes a la educación media superior y, principalmente, superior.

Para ubicar estos niveles educativos en el mejor escenario posible, habrá que revisar en la historia del país las diversas situaciones por las que atravesaron las escuelas preparatorias y las universidades, así como sus condiciones operativas y sus bases filosóficas. En el recorrido tendrán que ser señalados algunos aspectos que corresponden más a la educación básica, fundamentalmente la escuela primaria y, más adelante, las escuelas secundarias.

Si bien la educación prehispánica estaba caracterizada por ser de corte teocrático militar, en la que dominó el ideal religioso y las inclinaciones bélicas, en la Colonia las escuelas estaban regidas por el poder que la Iglesia ejercía en lo social y lo económico. Más adelante, después de lograda la Independencia de México, los nuevos gobiernos trataron de sustraer la enseñanza del clero, lo que se consolidó con la Reforma de la Constitución de 1857, en la que la enseñanza recibió el trato de libre.

Al parecer hubo cierta congruencia entre el Estado de entonces, considerado como liberal, y el sistema de enseñanza de esa época, calificada como libre. Sin embargo, a pesar de que en la promulgación constitucional de 1857 la enseñanza era libre, durante la dictadura porfiriana, con sus características capitalista, aristocrática y religiosa, ocurrió un estancamiento en el sistema educativo en lo que le tocaba atender el Estado.

En los asomos de la Revolución Mexicana surgieron ciertas inquietudes por reformar el sistema de enseñanza, con la intención de popularizar y mejorar la educación y la cultura, y así contribuir en el desarrollo de los grupos sociales hasta entonces estancados en estas materias. Posteriormente, con la llegada de la Revolución de 1910, surgieron nuevas ideas que evolucionaron hasta que fueron transformadas en postulados determinantes y que apuntaron directamente a la exigencia de iguales oportunidades de enseñanza y cultura, el fomento educativo y la elevación del promedio cultural de la población.

En esta síntesis contextual de la historia hasta la Revolución Mexicana, habrá que destacar los enfoques que el Estado de cada etapa imprimió en el sistema de enseñanza, como así era llamado en aquel entonces. La primera reforma de la enseñanza fue en 1833, promulgada por Valentín Gómez Farías, que promovía una escuela laica; sin embargo, dicha reforma sólo duró un año luego de que éste salió del poder y la educación volvió a manos de la Iglesia. Fue sino hasta la Reforma Constitucional de 1857 que, sobre la base jurídica de la separación de la Iglesia y el Estado, se recupera el enfoque de la escuela laica. Pero a causa de la desorganización e inefectividad del sistema escolar, la responsabilidad de la enseñanza pasa de una secretaría a otra, hasta que Juárez nombró una comisión encargada directamente de la enseñanza en el país, de la que Gabino Barreda se haría cargo para aplicar la reforma educativa. Y como Barreda fue educado bajo el enfoque de la escuela positivista, éste fue el mismo foco con el que impulsó la enseñanza: formar una nueva generación, desde la primaria hasta la universidad, que comprenda y aplique los ideales del grupo liberal y que se preocupe por las libertades del pueblo y su bienestar.

De acuerdo con los principios de la Reforma de Juárez, la enseñanza primaria estaría orientada hacia el laicismo; en cuando a la enseñanza media, fue creada la Escuela Nacional Preparatoria, que caracterizó la política educativa juarista y que fue considerada como un escalón seguro para acceder a la universidad. Cabe señalar que en esta escuela fue donde se capacitó la mayoría de quienes más adelante integrarían el gobierno porfirista. La Escuela Nacional Preparatoria fue el eje rector de la reforma y estuvo basada en las ciencias propuestas por Augusto Comte: matemáticas (donde está el método positivista), la cosmografía y la física. Con ello, sería posible lograr que la formación ocurriera sobre la base de la experiencia y la realidad.

A pesar de este logro juarista, al lograr instaurar tendencias y enfoques, no fue atendida la necesidad de extender la enseñanza básica. He aquí el primer reto del nuevo gobierno: asegurar la educación básica para todos, y de verdadera calidad, y también la preparatoria, para que todos estén a un paso de la universidad. Suena bien; habría que estar pendiente de ello.

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