Joana Maldonado
Foto: Carlos Ramos Mamahua
La Jornada Maya
Miércoles 4 de julio, 2018
Desde el 2016 en Quintana Roo se escribe una historia distinta. Las y los ciudadanos en el estado, abrieron los ojos, se dieron cuenta de que saliendo a las urnas sí es posible un cambio, y si no hay cambio, hay castigo. Se dieron cuenta de que los papeles no están escritos y que ningún partido ha nacido para gobernar de manera absoluta.
Las y los ciudadanos quintanarroenses, particularmente los del sur –ignorados y minimizados por muchos gobiernos-, se dieron cuenta hace dos años de que en las urnas el voto es secreto, y que es una manera civilizada de cobrar facturas a los gobiernos que no han mostrado competencia.
Sin embargo, la jornada electoral del domingo 1 de julio, añadió al descontento social existente, el desagrado y la intolerancia por los gobiernos corruptos que a nivel nacional han consentido encargados de las delegaciones federales sin dar resultados visibles y, por el contrario, han sido quienes fraguan los actos de corrupción, como las licitaciones amañadas, la omisión en la aplicación de recursos así como la poca coordinación con las entidades federativas.
Los quintanarroenses volvieron a decir en voz alta que quieren y urge un cambio en la forma en que los gobiernos se relacionan con los ciudadanos, que urge una administración federal que gobierne para todos desde la honestidad y el trabajo. Y por eso, dijeron “Sí” a Andrés Manuel López Obrador por tercera vez consecutiva desde la elección federal del 2006.
AMLO tiene el respaldo de los quintanarroenses, que por primera vez en muchos años, votaron libre y sin restricciones de un gobierno estatal que los obligaba a demostrar su apoyo al candidato afín, y a esconderse o simular si era lo contrario.
Si el virtual Presidente electo del país, Andrés Manuel López Obrador, sabe corresponder a la esperanza que miles de mexicanos y quintanarroenses depositaron en él con base en las promesas hechas en los últimos años, entonces sin duda vienen tiempos mejores; aún más, si los ciudadanos nos comprometemos a ser partícipes en la construcción de una sociedad más equitativa, más justa y que logre reducir la corrupción y los males sociales, nos espera un gran futuro.
La construcción de algo mejor, reconoce la necesidad de deconstruir sistemas sociales tradicionales que nos dañan como sociedad: por supuesto, las malas prácticas y los intereses que se mantuvieron por muchos años en nuestro estado, que cohabitaban y cogobernaban en alianza y que desde fuera –delegaciones- nos eran perjudiciales porque sólo beneficiaban a unos cuantos.
En Quintana Roo ya iniciamos hace dos años el cambio. Los ciudadanos votaron por Carlos Joaquín y el gobierno federal está obligado a encaminar su agenda a temas que ya comprometió, como combate a la corrupción, desigualdad, inseguridad y medio ambiente.
El gobierno federal y estatal están obligados a caminar sobre una misma dirección y bajo la misma perspectiva, porque los retos son los mismos.
Ansiamos todos un mejor futuro, y la ciudadanía ha mostrado un compromiso para hacer una causa común. Es el momento.
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