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Felipe Escalante Tió
Foto: Twitter @huachodiazmena
La Jornada Maya

Martes 26 de junio, 2018

Hoy será interesante ver el cierre de campaña de Joaquín Díaz Mena, [i]Huacho[/i], candidato a gobernador por la coalición [i]Juntos Haremos Historia[/i], en la Plaza de la Independencia de Mérida (para quienes quieren que uno utilice los nombres oficiales de los sitios de la capital yucateca), evento al cual acudirá Andrés Manuel López Obrador, hasta hoy puntero en las encuestas entre los aspirantes a la Presidencia de la República.

Interesante porque mientras los Mauricios (Vila Dosal y Sahuí Rivero), impulsados por los tradicionales partidos Acción Nacional y Revolucionario Institucional respectivamente, junto con sus satélites, prefirieron realizar sus cierres cruzando el Anillo Periférico, en espacios cerrados; uno en el Coliseo de Mérida y otro en las instalaciones de la Feria de Xmatkuil. Ambos dejaron libre el corazón de Mérida; como si se tratara de una maniobra de tenaza o de retar a la supuesta tercera opción a mostrar su fortaleza en el lugar con mayor carga simbólica en la política local.

El crecimiento de la candidatura de Huacho hasta un virtual segundo lugar, en empate técnico con Mauricio Vila, según la encuesta que la Coparmex encargó a las empresas Berumen e Ipsos, difundida los días 12 y 13 de este mes, indica solamente una cosa: por lo menos la cuarta parte de la población yucateca no se siente representada por las opciones tradicionales que abanderan el PRI y el PAN, al menos en este momento. Se trata de un voto antisistémico, pero exclusivamente coyuntural.

Lo que hay en torno a la candidatura de Díaz Mena es una coalición de fuerzas despreciadas por el PRI, el PAN y también el Partido de la Revolución Democrática, que jamás se interesó por atraerlas hacia sí y construirse una imagen de verdadera tercera opción en Yucatán; los del Sol Azteca prefirieron sobrevivir con un porcentaje que le asegurará mantener el registro y hoy apenas superan la mitad de los municipios en cobertura. Las fuerzas mencionadas son más de intereses particulares contrarios al bipartidismo que un proyecto para Yucatán, y en eso radica su debilidad a futuro, en su carácter coyuntural.

Previo a la postulación de Díaz Mena como abanderado de Morena, recordamos, este partido tenía como principales figuras a Rogerio Castro, Alpha Tavera y Jazmín Villanueva; los dos primeros provenientes de un sector del magisterio inconforme con la Reforma Educativa, y la última como diputada local y representante de una juventud que encuentra bloqueadas las oportunidades de educación y trabajo dignas. Con [i]Huacho[/i] llegó un sector del panismo a la yucateca representativo sobre todo del interior del estado, en reacción al agandalle de candidaturas por parte de los panistas meridanos, y tras ellos varios que se ven atraídos por la figura de López Obrador, incluyendo empresarios.

En una colaboración previa advertimos que para la campaña se podía repetir lo que ocurrió en 1909, cuando se tuvieron tres candidatos a la gubernatura; y un testimonio de la época señalaba que familias y empresarios buscaron colocarse entre los tres, entregando dinero y comprometiendo algún esfuerzo para cada uno. En efecto, hoy podemos ver colonias y poblaciones que en años anteriores estuvieron identificadas como bastiones de un partido, en las que la propaganda es multicolor.

Si [i]Huacho[/i] es hoy el caballo negro, se verá durante el cierre de campaña. Mérida es precisamente su punto más débil, pero también en el que hay más indecisos que sólo esperan una señal para decidir el sentido de su voto, y existen quienes, incluso sólo por molestar, estarían dispuestos a cruzar su nombre en la boleta, lo que por lo menos haría sudar frío a los dos Mauricios, quienes todavía el domingo afirmaban que la lucha era entre ellos, pese a que buena parte de la población los percibe como iguales en propuestas.

Pero el resultado de la votación del domingo no quiere decir que se haya terminado con el arraigado bipartidismo yucateco. Al contrario; Díaz Mena está formado en esa dinámica y sería harto difícil para él apartarse de la tradición panista que lo ha cobijado. Lo que viene para Morena, a partir del dos de julio, es una tarea de difusión de su plataforma; mientras, se verá cómo se desprenden quienes fueron aliados. La coalición durará hasta que exista un reparto de posiciones. Después, quedará la tarea de consolidar la base del partido; de no hacerlo, la llamada “Esperanza de México” será efímera en Yucatán; una mera llamarada de petate.

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