Abraham Guerrero y Mónica Martínez

Cancún, Q. R.
12 de marzo, 2015.

La tercera Conferencia Científica de la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD) concluyó hoy en el Centro de Convenciones de esta ciudad, con un llamado a los políticos para que usen la información científica que ayude a entender este problema.

Con el lema “Combatiendo la desertificación para la reducción de la pobreza y el desarrollo sostenible: contribución científica, tecnológica y de los conocimientos y prácticas tradicionales”, 124 científicos de todo el mundo se reunieron durante cuatro días para discutir mecanismos de intercambio de conocimientos con el fin de frenar los procesos de desertificación y degradación de tierras a nivel global.

En 15 talleres, los investigadores buscaron puntos en común para desarrollar indicadores que permitan evaluar el impacto del cambio climático, la degradación del suelo y la pérdida de la diversidad biológica, de modo que las conclusiones del encuentro se incluyan en las negociaciones de la cumbre sobre el clima en París, en diciembre de este año.

Entre los participantes existe consenso sobre la magnitud de la degradación ambiental en regiones áridas, semiáridas y subhúmedas del planeta. Cerca de mil 500 millones de personas en el mundo dependen directamente de áreas ecológicamente degradadas para su subsistencia y el 42 por ciento más pobre de la población mundial vive en ellas. A esto se suman 24 mil millones toneladas de suelo fértil que se erosionan cada año, por lo que 169 países se han declarado afectados por la degradación de tierras y las sequías.

En México, la Comisión Nacional Forestal contabilizó que 59 por ciento del territorio presenta algún grado de desertificación y en esos espacios viven cerca de 63 millones de personas. También 17 de las 20 ciudades más pobladas en el país están en zonas afectadas por procesos de degradación de tierras, sequía y desertificación.

Ante este panorama, Monique Barbut, secretaria ejecutiva de la convención, advirtió en el acto inaugural: “Nos estamos acercando a un punto en el que la civilización inevitablemente se derrumbará bajo el peso de las tendencias de degradación de la tierra y el cambio climático”.

La ex presidenta de Finlandia Tarja Halonen, embajadora de las Tierras Áridas de la CNLUD, hizo un llamado a la gestión sostenible de la tierra. “La agricultura sostenible y la gestión de la tierra serán necesarias para la seguridad alimentaria. También son las más poderosas herramientas en la lucha contra el cambio climático, ya que las emisiones agrícolas pueden eliminarse con eficacia y el suelo saludable capta mejor el carbono. La gestión sostenible de la tierra también apoyará la conservación del agua y la diversidad biológica.”

El doctor Uriel Safriel, profesor emérito de la Universidad de Jerusalén y presidente del Comité Científico y Tecnológico de la convención, al ser cuestionado por La Jornada Maya sobre la diferencia entre desiertos y desertificación, aclaró que “la desertificación no es un proceso de los desiertos. El desierto es un fenómeno natural. La desertificación se da en determinadas áreas que no son desierto y cuya productividad es más baja que si lo fueran. El desierto es un fenómeno climático resultado de miles de años y la desertificación es un proceso de baja de la productividad. Cancún no es un desierto, pero su capacidad de producción puede ser la de un desierto. Nosotros no combatimos los desiertos, sino la desertificación.”

En las plenarias fue más palpable la diferencia entre los delegados de países ricos y países pobres en cuanto a las políticas a seguir en el tema climático. En la tercera plenaria, Tomasz Chruszczow, negociador polaco sobre temas climáticos, al exponer las sinergias de las convenciones, fue cuestionado por el representante de Dominica, Lloyd Gabriel Pascal, quien consideró que el mercado de carbono es “como la adopción de un niño”, pero es incapaz de resolver los problemas de países pequeños y amenazados por el cambio climático.

Durante la última plenaria, el director general de la Comisión Nacional Forestal (Conafor), Jorge Rescala Pérez, expuso los avances que ha tenido México en el combate a la desertificación. Señaló que la Ley General de Desarrollo Rural Sustentable define la desertificación como “la pérdida de la capacidad productiva de las tierras causada por el hombre, en cualquiera de los ecosistemas existentes en el territorio.”

Precisó que en las áreas forestales viven cerca de 11 millones de personas. Al presentar algunos datos sobre la deforestación en el país, señaló que este fenómeno se da principalmente en las selvas. Entre los objetivos señalados para 2018 están: “Incrementar la producción forestal maderable anual para pasar de 5.9 millones de metros cúbicos registrados en 2012 a 11 millones a partir de 2018, con base en el aprovechamiento sustentable. Triplicar la superficie forestal bajo aprovechamiento que cuenta con certificación de manejo sustentable, para llegar a 2.5 millones de hectáreas. Y asegurar que en 2018 estén en conservación 3.1 millones de hectáreas con vegetación forestal en áreas estratégicas, a través de mecanismos de Pago por Servicios Ambientales.


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