Jesús Mejía
Foto: Comunicación OSY
La Jornada Maya
Mérida, Yucatán
Lunes 26 de febrero, 2018
Es raro ver un trombón como instrumento solista al frente de una orquesta sinfónica, y más aún si son dos, como ocurrió este fin de semana durante el concierto interpretado por el canadiense William Broverman y el búlgaro Todor Ivanov, ante una concurrencia cautivada con el sonido y versatilidad de los ejecutantes.
La Orquesta Sinfónica de Yucatán, con Juan Carlos Lomónaco en la batuta, dio un paso adelante no sólo en la ampliación de su repertorio, sino en el crecimiento de la cultura musical de su público, que cada fin de semana acude al teatro Peón Contreras a disfrutar la experiencia de escuchar la música en vivo.
De Frigyes Hidas (1928-2007), los solistas interpretaron el Concierto para dos trombones, uno de tesitura tenor y el otro bajo, en tres movimientos, mediante los cuales mostraron el carácter ecléctico de la obra, que tuvo rasgos de barroco, clasicismo, de impresionismo, bep bop y jazz.
Con el público en la bolsa ante el dominio en el manejo de la varilla y sobre todo de las boquillas, Broverman e Ivanov se colocaron en el Olimpo de la música.
Grande fue la sorpresa del público cuando los concertistas regalaron un encoré, al interpretar una obra de carácter jocoso, dinámico y rítmico a dúo que a muchos gustó más que el concierto de Hidas.
En la presentación del tercer programa de la primera temporada de conciertos 2018, la OSY incluyó la interpretación de la Rapsodia Húngara número 2, de Franz Liszt, la más popular de las 19 compuestas para piano y de la que el compositor hiciera una versión para orquesta que es la que perdura hasta nuestros días.
Con la música de la Rapsodia Húngara, muchos recordaron a Tom y Jerry y las peripecias de Bugs Bunny en las series de dibujos animados, al igual que en la cinta ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, en las que se utilizó la música de Liszt.
El colofón del programa fue marcado por la Sinfonía No. 2, del alemán Johannes Brahms, la cual dejó buen sabor en el gusto del público por las cadencias, fortes y remates finales de la obra como ocurrió en su estreno el 30 de diciembre de 1877, por la Orquesta Filarmónica de Viena, por cierto con mucho éxito.
La OSY gana cada vez más público y adeptos por el nivel de interpretación de las obras, producto de nivel profesional, capacidad, experiencia y talento individual de todos y cada uno de sus 63 integrantes.
Expectación ha suscitado entre los melómanos el próximo programa de la OSY, que incluye el Concierto para piano en Re, que compuso Maurice Ravel para su amigo, el gran pianista Paul Wittgenstein, quien perdió el brazo derecho durante las hostilidades de la Primera Guerra Mundial, por lo que la obra sólo es interpretada con una extremidad.
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