Lilia Balam
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Lunes 18 de febrero, 2019

Yucatán es el estado de la península con más suicidios; en el 2017 fueron registrados 193, mientras que en el 2018 fueron 246, pero un nuevo dato se revela: la edad. Los suicidios en menores están a la alza ya que pasaron de tres en el 2017 a siete en el 2018, y este año ya fue reportado un caso.

En los últimos años el suicidio ha preocupado a la ciudadanía y autoridades locales: las elevadas cifras y el inadecuado manejo de la información han generado una suerte de caos y amarillismo sobre el asunto. Los especialistas recomiendan tratar el tema con cuidado, pues para resolver un problema tan delicado, es necesario analizarlo y estudiarlo con objetividad, lejos de censuras y mitos.

[b]Estadísticas[/b]

Los especialistas consultados para la realización de este reportaje coincidieron en algo: las cifras de suicidio en Yucatán son alarmantes.

Contrario a lo que se afirma, la entidad no ha ocupado el primer lugar a nivel nacional por el número de casos, pero sí encabeza las listas. Uno de los integrantes del equipo que realizó el Atlas Peninsular del Suicidio, Raúl Enrique Silveira Sáenz, explicó que Yucatán es el estado con mayor número de suicidios en la península, pero del 2010 al 2015 ocupó los lugares del 8 al 13 a nivel nacional. En el mismo lapso, Quintana Roo se ha posicionado entre los sitios 15 y 18, mientras que Campeche entre el 19 y el 23.

Recalcó que los niveles en la entidad son preocupantes, ya que se reportan 10 suicidios por cada 100 mil habitantes. Esta cifra no ha variado desde el 2016, cuando el INEGI señaló que el estado era el segundo en el país con la mayor tasa de suicidio, con 10.2 casos por cada 100 mil habitantes.

De acuerdo a datos proporcionados por la Fiscalía General del Estado, 220 personas se quitaron la vida en el 2016, en el 2017 fueron 193 los casos reportados, y de acuerdo a un conteo de notas periodísticas, tres eran menores de edad.

El Programa de Investigación y Prevención del Suicidio de la Secretaría de Salud de Yucatán (SSY), registró 246 suicidios en el 2018, de los cuales 7 eran menores de edad: 5 hombres y 2 mujeres.

Según la misma dependencia, en lo que va del 2019, 25 personas se han quitado la vida: 21 hombres y cuatro mujeres, una de ellas menor de edad. 11 provenían de Mérida y el resto era oriundos de Acanceh, Baca, Celestún, Kanasín y Umán. El método en 19 casos fue el ahorcamiento –históricamente, la forma más recurrente en la entidad.

Silveira Sáenz detalló que la mayoría de los casos están concentrados en zonas de máxima población, como la capital campechana, la ciudad de Mérida y la zona de Benito Juárez (Cancún). Pero si se toman en cuenta las cifras por cada 100 mil habitantes, los municipios con mayor número de casos son Uayma, Tekantó y Tepakán en el caso de Yucatán; Palizada y Escárcega en el caso de Campeche. Y a nivel peninsular, el sitio con la cifra más alta de casos es Cozumel, con 26 por cada 100 mil habitantes.

A su vez, la Secretaria Académica del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe –y otra de las colaboradoras del Atlas del Suicidio–, Laura Hernández Ruiz, indicó que si bien no se ha confirmado que durante las épocas de calor hay un repunte de casos, estudios realizados del 2004 al 2006 –y el análisis del 2010 al 2015– arrojaron que durante los meses de marzo a julio se reportaron más incidentes.

Respecto al género, la académica insistió en que los hombres generalmente logran ejecutar el acto porque emplean métodos más contundentes que las mujeres, quienes generalmente recurren a las pastillas o insecticidas; sin embargo, recalcó que en los últimos años han aumentado los casos en los que las féminas emplean métodos contundentes. “Si antes el 15 o 20 por ciento de suicidios eran de mujeres, ahora la cifra subió a 33”, puntualizó.

[b]Las causas[/b]

Los especialistas coinciden que el suicidio es multifactorial, no se debe a una sola causa y varias disciplinas intentan explicarlo para poder determinar qué lo origina.

Para Silveira Sáenz, se trata de una manifestación de la violencia social que se expresa de muchas maneras: económica, social, cultural e incluso ambiental.

“El suicidio no lo puede investigar una sola disciplina. Hay teóricos que lo atribuyen a la situación económica pero luego se comprende que eran personas que no tenían resiliencia ni capacidad para soportar el fracaso, y eso a veces tiene que ver con la producción de hormonas o con la forma de educación, con la acumulación de vulnerabilidades, con muchas cosas”, apuntó.

El psicoterapeuta humanista del Centro Médico “Pensiones”, Tomás Dzul Peniche, describió que los casos se pueden vincular a situaciones endógenas, es decir, a un nivel fisiológico, que es cuando se requieren medicamentos para evitar la crisis.

También suelen relacionarse con depresión, estados de nerviosismo y pérdidas de todo tipo, como de identidad, de familiares o un ser querido, de una relación de noviazgo o matrimonio, de trabajo, y sobre todo en los cambios de administración, que es cuando mucha gente pierde su empleo.

Entre otras posibles causas, el especialista enumeró las crisis económicas y el estrés postraumático. Sobre este último punto, recalcó que la mayoría de los pacientes que ha atendido a lo largo de 17 años por intento de suicidio han sido víctimas de abuso sexual.

“Lo que ocurre es que no se habla y si no se logra superar, es una bola de nieve que conforme pasa el tiempo se agrava. A nivel inconsciente hay un estímulo de sentirse sucio, de no querer vivir. Es importante saber cómo afronta la persona cualquier evento traumático”, describió. Agregó que también es frecuente encontrar relación entre los intentos de suicidio y la violencia intrafamiliar, sobre todo en pacientes jóvenes.

Añadió que también ha encontrado vínculos entre el alcoholismo y el suicidio, ya que dicha sustancia es un depresor del sistema nervioso central y desinhibe a las personas. “El alcohol provoca acciones más impulsivas, hace que afloren sentimientos y entonces viene la ejecución”, dijo.

Por cierto, se cuestionó a los académicos si el suicidio en el estado tiene relación con factores culturales, esto por la creencia popular de que en la mitología maya existe la diosa Ixtab (que significa “la de la cuerda”), relacionada con el suicidio.

Silveira Sáenz rotundamente manifestó que era falso que los mayas adoraran a una deidad del suicidio. “Sólo fray Diego de Landa lo dijo, pero creerle sería como creerle a Hitler sobre los timos de los judíos”, comentó.
Hernández Ruiz explicó que según algunos estudiosos, Ixtab representa a una diosa de la caza, y que incluso su ícono cuenta con manchas putrefactas que son del animal capturado.

Hace un par de años la investigadora trabajó con un centenar de jóvenes de una subcomisaría, a quienes les presentó la imagen de Ixtab y les pidió que la describieran: sólo el 14.2 por ciento pudo identificarla como la deidad del suicidio.

[b]Los jóvenes, preocupación reciente[/b]

Silveira Sáenz indicó que los jóvenes son el grueso de la población y probablemente por ello en los últimos años se han registrado más casos en personas de 15 a 18 años. “Por cada 100 mil personas se observa que a partir de los 30 a los 45 años hay más suicidios, y que el estrato con más incidencias es en adultos de más de 65 años”, comentó.

Sin embargo, Dzul Peniche comentó que cada año recibe un mayor número de jóvenes que intentan suicidarse: tan sólo el año pasado atendió a cerca de 20 personas de entre 15 y 18 años, y a 5 de menos de 10 años. El paciente más pequeño que ha tratado tenía seis años y había intentado quitarse la vida en dos ocasiones.

A su vez, la presidente de la asociación Amarte, equilibrio para la vida, Claudia Pérez Pérez, informó que dicha agrupación ha recibido solicitudes para realizar talleres en escuelas donde se han presentado casos o intentos de suicidio. La situación que más la alarma es la de una secundaria, donde se registró un intento de suicidio colectivo.

Dzul Peniche señaló que la mayoría de los menores que ha atendido suelen provenir de hogares donde hay violencia intrafamiliar, además de que en ocasiones los padres han minimizado las señales de alerta.
“A veces piensan que los jóvenes o niños están jugando, hasta que ejecutan el acto. Si no fallece el menor, consiguen ayuda, pero en ocasiones apenas superan el cuadro de depresión y observan mejoras físicas, conductuales o emocionales, dejan de traerlos al tratamiento y eso puede resultar contraproducente”, externó. El especialista calculó que alrededor del 30 por ciento de las personas que llegan a su consultorio abandonan la terapia apenas presentan mejorías.

El sicoterapeuta comentó que los adolescentes y las nuevas generaciones se “quiebran con más facilidad y son más frágiles”. En este sentido, el responsable del Centro de la Felicidad y el Bienestar de la UADY, Elías Góngora Coronado, aclaró que los cambios en la sociedad pudieron hacer que las nuevas generaciones sean más vulnerables emocionalmente.

“Una de las características del mundo actual es que hay un nivel de actividad muy alto, hay que hacer muchas cosas en poco tiempo, el nivel económico es muy alto y eso toca a las personas de manera diferente. Probablemente las nuevas generaciones tienen distintas formas de enfrentar las situaciones difíciles pero no hay que olvidar que durante la adolescencia se atraviesan muchas cosas, aún no se piensa con claridad y por eso hay que fortalecer a las personas en esa etapa”, puntualizó.

[b]Acciones para disminuir suicidios[/b]

Conforme las notas sobre suicidios fueron apareciendo de manera más frecuente en los medios de comunicación locales y diversas asociaciones civiles presionaron para que se contara con políticas públicas que combatieran esta problemática social, las autoridades estatales pusieron manos a la obra.

En marzo del 2017 el ex gobernador Rolando Zapata Bello puso en marcha el programa [i]Vive feliz, vive sanaMENTE[/i] como una campaña para “fortalecer los programas” enfocados en disminuir las cifras de suicidio en la entidad.

El esquema pretendía que mediante conferencias, talleres y capacitaciones se diagnosticaran oportunamente trastornos depresivos, así como concientizar sobre la importancia de que la ciudadanía acuda con terapeutas expertos en caso de tener algún trastorno mental.

Pese a esta estrategia, el diputado panista Manuel Díaz Suárez presentó en octubre de aquél año la iniciativa para crear la Ley de Salud Mental, misma que fue aprobada en julio del 2018.

La mencionada normativa, integrada por 100 artículos divididos en 11 capítulos, fortalece el financiamiento y presupuesto anual destinado al rubro, pues pasaría de recibir el uno al siete por ciento de todo el recurso destinado a salud a obtener el siete por ciento. También contempla la instalación del Consejo de Salud Mental y del Instituto de Salud Mental, para lo cual las autoridades contaban con un plazo de 90 y 180 días respectivamente a partir de que la ley entró en vigor, es decir, a partir de enero de este año.

Sin embargo, esa ley ha sido duramente criticada por la secretaria técnica del Consejo Nacional de Salud Mental (CONSAME), Virginia González Torres, quien a finales del año pasado externó que dicha normativa va contra los lineamientos internacionales y los derechos de la niñez, ya que contempla el internamiento de menores en el psiquiátrico e intervenciones quirúrgicas que podrían dañar de manera irreversible sus cerebros.

Por supuesto, el legislador blanquiazul negó las acusaciones y aseguró que la ley “no fue hecha al vapor”. Además, expresó que las declaraciones de González Torres fueron por intereses políticos o económicos.

En medio del debate, los especialistas en general aprueban las medidas que han implementado las autoridades para disminuir las cifras de suicidio. Dzul Peniche y Pérez Pérez admitieron que tanto por parte de instituciones gubernamentales como de las no gubernamentales se han visto “buenas intenciones” para trabajar en medidas para combatir la problemática.

Comentaron que es crucial brindar atención a las personas que han intentado suicidarse, porque una vez que “rompen el miedo” a la muerte, es probable que lo vuelvan a tratar hasta lograrlo, pero aseguraron que es necesario dar énfasis a los tratamientos de prevención desde el trabajo con menores de edad, así como brindar apoyo oportuno a los familiares o personas cercanas a quienes han tratado de quitarse la vida –o que en efecto, han logrado dicho objetivo–.

Por su parte, Elías Góngora indicó que en el caso del suicidio los profesionales de la salud “llegan tarde al problema”, pues generalmente atienden a pacientes que ya intentaron quitarse la vida o a los parientes de una persona que sí logró la ejecución. Por ello, considera importante que haya un “cambio de rol” en la sociedad y se deje de acudir a los terapeutas o expertos en psicología como el último recurso.

“Se trata de que las personas, desde pequeñas, cuenten con herramientas para que cuando atraviesen situaciones difíciles tengan más posibilidades de salir adelante. Estadísticamente en las políticas públicas se nota la inversión del tiempo en la atención del problema pero se ve menos en la prevención y mucho menos en la promoción del amor a la vida. Hay que atender el problema de manera diferente, incluso nosotros como profesionales, tenemos que dar un rol distinto, de no atender pacientes cuando haya una crisis, sino antes”, apuntó.

El experto insistió en que se tiene que reforzar el optimismo y el amor a la vida en la sociedad, ya que ver las cosas de forma positiva “nos hace más fuertes ante la adversidad y da indicadores de salud y convivencia social”.

[b]Medios de comunicación [/b]

La cobertura periodística de temas relacionados con el suicidio suele ser repetitiva y sensacionalista, calificó Hernández Ruiz. En el análisis realizado del 2010 al 2015 se encontraron 338 publicaciones con 614 fotos del suicida [i]in situ[/i], del fallecido cubierto o una imagen en vida en el caso de figuras públicas, así como imágenes del domicilio, el medio utilizado o de parientes y vecinos.

La especialista señaló que es necesario que los medios de comunicación aborden la temática de manera objetiva, mesurada, evitando generalizaciones basadas en pequeñas cantidades, sin confundir al detonador del incidente con la causa, sin brindar detalles del medio empleado ni romantizar el suceso.

La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) ha informado que las personas suelen imitar los métodos de suicidio que observan en series, novelas o películas exitosas. Es decir, los medios de comunicación impactan en las personas con ideaciones o tendencias suicidas. “Tenemos que considerar que los medios difunden a gran escala y si individuos vulnerables reciben estas noticias, pueden tener ideas de un método”, sostuvo.

Finalmente informó que está desarrollando un Manual para reporteros sobre el tema mismo que espera se difunda en abril. De igual forma, en los próximos meses debe ser publicado el Atlas del Suicidio.

Cabe recordar que en la entidad existen diversas instituciones, tanto de salud pública como organizaciones de la sociedad civil, que brindan apoyo y orientación a personas con trastornos emocionales que podrían estar en riesgo, así como a sus familiares para que sepan cómo apoyarlos.

Entre ellos se encuentran: Salvemos una Vida (999 245991 y Facebook), o el Programa Integral de Atención al Suicidio (9993 103662 y [email protected]).


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