Paul Antoine Matos
La Jornada Maya
Mérida, Yucatán
Martes 23 de mayo, 2017
Hace un siglo nació La Negrita. El bar emblemático en Mérida, se convirtió en un lugar tradicional que acogía a los parroquianos tras su jornada laboral, hasta que en 2011 cerró sus puertas.
En un rescate de la cantina original, Patricia Martín y Eric Samson, gestores culturales que se formaron en París y Nueva York, recuperaron el bar y lo adaptaron para hacerlo más inclusivo, adelantándose a otros modelos de negocios que comenzaron a surgir tras la reapertura.
En un tan común día caluroso de Mérida, La Negrita surge como la opción para pasar el resto de la tarde. Las cervezas y los tragos permiten refrescar al comensal, mientras disfruta de la variedad de las botanas, como una tradicional cantina yucateca.
En el interior, se siente el aire de cantina mientras se platica a gusto como los amigos. Locales, nacionales o extranjeros, forman nuevas relaciones con el sabor de una cerveza, por lo general la propia Negrita, una artesanal creada exclusivamente para el bar.
Los músicos alegran el ambiente en el patio. Cubanos o mexicanos, o de cualquier nacionalidad, ponen vida a la cantina, mientras el baile hace que se sude el alcohol.
Las mesas son las mismas que han ocupado grandes músicos, como Armando Manzanero o Rubén Albarrán. La Negrita acepta a todos, y en cualquier momento te puedes encontrar a alguna de esas personas que han marcado la música mexicana.
No solo se trata de ir a beber, es más que una cerveza o un trago. Convives con la gente, pasas de la ciudad a un espacio abierto que impide la añoranza de la antigua cantina, desde 1917.
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