Jesús Mejía
Foto: comunicación Social OSY
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Lunes 13 de marzo, 2017

Desaparecido físicamente hace más de dos siglos, Mozart (1756-1791) vive y estará vigente por los siglos de los siglos. Su nombre y sus obras siguen influyendo en las nuevas generaciones y atrayendo multitudes.

El Teatro José Peón Contreras registró llenos absolutos en los dos conciertos del pasado fin de semana de la Orquesta Sinfónica de Yucatán; el atractivo principal: [i]Concierto para flauta y arpa K. 299.[/i]

La flautista de Lousiana, Estados Unidos, Zendra White, y la arpista británica Ruth Bennet encantaron a la audiencia con notas dulces y pasajes plenos de armonías; diálogo musical que siembra metáforas; lo mismo que dos hermanas que conversan, un par de gorriones en estival, el sol y la luna.

Bajo la batuta del maestro Juan Carlos Lomónaco, las dos solistas de primera línea, mostraron las cualidades técnicas necesarias para interpretar la obra rica en matices, florituras, en alternadas secuencias melódicas, que Mozart compuso en 1778, a los 22 años de edad, en pleno apogeo de su genio creador.

En 30 minutos, deshilaron y crearon finas madejas de flauta y arpa que envolvieron a los presentes. La obra, escrita para 30 minutos de duración, que combina un [i]allegro-andantino y rondo[/i], se volvió breve. La belleza, el encantamiento, hizo efímera la obra.

Con el marcaje preciso de los tiempos, la entrada uniforme y oportuna de las cuerdas y el acoplamiento instrumental de Zendra White y Rut Benneth, Lomónaco llevó a buen puerto el concierto. La magia, el encanto y el estilo inconfundible de la música de Mozart hicieron el resto.

Las intérpretes que portaron suntuosos vestidos con reminiscencias dieciochescas, recibieron un cálido y prolongado aplauso, con el ánimo de escuchar más del dueto de solistas, un [i]encore[/i], que no se dio porque el público del Peón Contreras no sabe pedir lo que en otros foros se da: el aplauso sincopado, unísono, que invita al solista a tocar “otra”.

La creatividad de Mozart quedó implícita en sus más de 600 obras compuestas en todos los géneros de los cinco a los 35 años de edad, es decir, creó 20 partituras en promedio por año, ya sea sinfonías, conciertos, óperas, misas, sonatas, cuartetos y quintetos, entre otras. Su genialidad estriba en que la mayoría de las partituras carecen de correcciones o tachaduras.

Mozart, Mozart, Mozart… No en balde su nombre de pila es Amadeus, que significa “[i]amado por Dios[/i]”.

La OSY cerró el programa con la interpretación de la Serenata No. 1 de Johannes Brahms (1833-1897).

Desconocida por la mayoría, la [i]Opus 11[/i] pasó la prueba entre los asistentes que la recibieron bien y reconocieron el trabajo de los músicos y de Lomónaco en la dirección orquestal.

La batuta, por cierto, cumple en este 2017 dos siglos de empleada. La cronología de la música señala que el director y compositor de orquesta alemán Carl Maria von Weber en la ciudad de Dresde, la empleó por primera vez en un concierto que él dirigió en 1817.


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