Paul Antoine Matos
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Martes 14 de febrero,

[i]Nos recibe ataviada con un vestido negro. Un collar de cuentas metálicas color cobre cae sobre su pecho y su cabello oscila entre el rubio y las canas. En su brazo derecho aparece un tatuaje, al igual que sus cejas están dibujadas por la tinta. En su hablar maneja ampliamente refranes y dichos populares.[/i]

“Los ángeles no tenemos sexo”, expresa. Bárbara Fox se describe a sí misma como un ser humano que lucha a diario por salir adelante, una guerrera y que puede ser fuente de inspiración para aquellas personas que han sufrido la discriminación por cómo se sienten en realidad.

“Como a los ocho años me di cuenta de que había algo en mí que no me gustaba. Quería cambiar mi género”, recuerda. Se sentía una niña, pero atrapada en el cuerpo de un niño. Eso le generó un choque emocional que la llevó a pensar en el suicidio, debido al temor al rechazo familiar y la discriminación. “La Inquisición”, asegura.

“Ahorita me río”, admite, y añade: “uno tiene que vivir como uno es, aceptarte como tú eres. La madurez es aceptación”. Sus papás la aceptaron como era, porque notaron que se trataba de una buena persona, trabajadora y honrada, entonces no tenían por qué rechazarla, menciona.

Hace casi 35 años que se cambió su sexo físico, sólo eso. Porque su mente siempre fue femenina, comenta.

Además de sus sueños de estrellato y de dejar huella antes de morir, con su personaje glamoroso, entre lentejuelas, bailarines, quiere convertirse en un modelo de superación personal. “Mi historia puede motivar a los jóvenes; abro caminos, estoy a la vanguardia y pongo en alto el nombre de las mujeres”.

[b]Por amor[/b]

“Me hice la cirugía porque me enamoré de un tipo”, revela Bárbara Fox. Por amor, dice. Ese sentimiento es “maravilloso, nacemos de él”.

Separa el sexo del amor. El amor, menciona, es el respeto y los valores, a los amigos, a la pareja, a la familia, pero hay quien no encuentra ese equilibrio emocional, expresa.

“El egoísmo se cura con amor. Con sentirse bien contigo misma”. Concluye con una última frase. “Así como vine desnuda, así me voy a ir, pero con una manita del cirujano plástico”. Ríe.

[b]Doble moral[/b]

“Cuando el macho mexicano se quita el sombrero charro, se le caen las trenzas”, afirma con desparpajo, para acusar a la sociedad meridana de practicar una doble moral. “Cada noche se sueltan los grandes ejecutivos para llevarse a los chavos a la cama con drogas, incitan a la prostitución”, señala tajante.

Antes eran las prostitutas, pero lo que está de moda hoy son las escort y “está más cotizado un pene que una vagina”.

La prostitución, el oficio más viejo del mundo, está fuera de control en Mérida, advierte. Y eso genera problemas de salud delicados como el Sida y otras enfermedades de transmisión sexual.

También está ligada a la delincuencia, porque algunos hombres vestidos de mujeres aprovechan para robar a los clientes, asegura.

Para Bárbara, la juventud yucateca está “descarriada”, porque están teniendo bebés a los 14 años, debido a que están desinformados; nadie quiere hablar de sexo por la misma doble moral que existe, indica. Enfatiza que se necesita difundir los riesgos del sexo sin condón entre los jóvenes, y no tan jóvenes.

Afirma que la “homosexualidad no es una enfermedad, pero la homofobia sí lo es” y que en Yucatán existe la discriminación hacia la comunidad LGBTI.

Sin embargo, lamenta, la misma comunidad “se come a sí misma”, a pesar de pedir constante respeto y tolerancia por parte de la sociedad yucateca. Primero, dice, entre ellos deben aceptarse y después pedirla a la sociedad.

[b]Chica Almodóvar[/b]

“Mi ilusión es ser una chica Almodóvar”, revela sobre sus sueños y aspiraciones. Expresa que se siente contenta, realizada y plena, porque nunca ha dañado a terceros. “Vivo de los escenarios”, resalta.

Quiere continuar provocando admiración, a través de sus propios proyectos que ella va creando, con conceptos similares a Yuri y Maribel Guardia. También agradece el apoyo de sus fans en Yucatán. “Para saber quién es Bárbara Fox, tienen que subirse a mis tacones, para saber a qué altura estoy parada”.

Observa al sector artístico yucateco como abaratado por la modernidad. “Se van por el dinero, por el sexoservicio, por el morbo, el desnudo y el pene. Tenemos que regresar a los shows, a cosas de calidad”.

Antes, señala, había glamour, pero hoy cualquiera se pone un hipil e insulta al público. Se manejan las cantinas y los bares con los insultos y las faltas de respeto; como uno tiene éxito, los demás lo imitan, lamenta.


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