Texto y foto: Graciela Ortiz
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Jueves 18 de junio, 2020

“Estamos pasando una crisis económica importante, porque vivimos ciento por ciento del turismo, de eso viven también nuestros caballos, que son el motor de nuestro trabajo”, asegura Antonio Israel Torres Velázquez, líder de la Unión de Conductores y Pequeños Propietarios de Carruajes de Yucatán, con relación a la situación que están viviendo los caleseros debido a la pandemia.

Sostiene que las familias están tristes porque necesitan salir, pero “saldremos el día que nos indiquen y con las medidas de higiene correspondientes, estamos llevando un curso de capacitación con la Secretaría de Turismo, para ser certificados a fin de poder brindar un servicio adecuado y seguro a los turistas”.

El líder sindical agradece al gobernador Vila Dosal porque les otorga el apoyo alimentario para los caballos, “cada mes nos da las porciones de alimentos para nuestros caballos, y el Ayuntamiento de Mérida, nos ha apoyado con despensa y económicamente con tres mil pesos mensuales”.

Sin embargo, afirma que ese apoyo no cubre totalmente sus necesidades. “No estamos trabajando desde el 20 de marzo y si no hay turismo, no hay trabajo, y si bien estamos recibiendo los apoyos, hemos tenido que salir a conseguir dinero extra para solventar gastos, como la luz y el agua, agua purificada y tortillas, que eso no viene en las despensas, vendiendo tamales, donas, pozole, para poder subsistir junto con nuestras familias e hijos”, abunda.

En Mérida, hay unas 64 calesas y 74 caballos en actividad, mientras que en todo el estado suman unas 90 con 120 caballos, ya que Izamal cuenta con 26 y Motul, sólo con una.

En total en Yucatán la Unión cuenta con unos 120 socios, 70 de los cuales son de Mérida.

[b]Baja demanda del servicio[/b]

Torres Velázquez indica que aún en épocas normales han perdido mucha clientela porque los ha afectado mucho la llegada del Turibus y otros camiones de turismo que recorren la ciudad.

Calcula que un auriga, como se les llama a los cocheros, gana un promedio de 400 pesos diarios, “pero tiene muchos altibajos, a veces se gana bien y otros días nada”.

Las calesas esperan a sus clientes en dos puntos estratégicos de la ciudad, a un costado de la Catedral y en la zona hotelera por la avenida Colón. Un paseo de 45 minutos cuesta 400 pesos.

El cochero refiere que también hay gente que no ve bien que un caballo vaya jalando una calesa, “pero el encanto, la maravilla, la esencia de un carruaje es el caballo, un carruaje sin caballo no es carruaje, es un vehículo motorizado, no se puede igualar a uno antiguo”.

Torres Velázquez expresa que los caballos son muy bien tratados, “van a chequeos médicos en la facultad de Veterinaria de la UADY, entre dos y tres veces al año, por un convenio entre el gobierno del Estado y el Sindicato”.

Trabajan normalmente entre cuatro y cinco horas por día, algunos a la mañana, otros al mediodía y otros de noche, comen 10 kilos de alimento por día, repartidos en dos ingestas, mañana y noche.

“No tenemos fecha de regreso, pero por la información de la Secretaría de Turismo estamos en la 'Ola 1' y los servicios de transporte turístico comenzarán a laborar como en la 'Ola 3', mientras tanto tenemos que ver la manera de sobrellevar el cuidado de nuestros caballos y nuestras familias”, dice.

Por ello reitera el agradecimiento al gobierno del Estado por recibir la comida para los caballos, ya que cada uno de ellos consume un bulto y medio por semana, a un costo de 350 pesos por bulto, en tanto una herrada con herraduras y clavos asciende a 500 pesos. “Tenemos que cuidarlos porque un caballo de tiro cuesta entre 15 y 20 mil pesos”, precisa.

Comenta que antiguamente existía una liga de carruajes, que transportaban el henequén a los ferrocarriles, personal, viajeros, y hasta fumigaban. “En 1886, había más de dos mil 500 carros calesas en Mérida”.

[b]Calesas eléctricas[/b]

Hace unos días apareció en las calles de Motul, una calesa a motor. “Es un carruaje al que se le incluyó un motor de motocicleta, es contaminante. Es un proyecto de una persona de Cozumel y un señor que ensambla carruajes en Motul lo hizo”.

Pero Torres Velázquez rechaza absolutamente ese tipo de vehículo, “primero porque ese motor no tiene fuerza para llevar a cuatro personas y tampoco es muy colonial, pierde el encanto”.

“Este trabajo le da un sabor especial a la ciudad, una característica diferente, le da identidad; Mérida por sus carruajes, por sus trovadores, por su gastronomía, tradiciones y cultura, es una ciudad romántica como París”, concluye.


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Edición: Ana Ordaz


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