A raíz de la pandemia incrementa el interés en los huertos de traspatio

Juan Manuel Contreras
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Jueves 22 de abril, 2020

“Así como la revolución está en la protesta; también está en los huertos”, asegura José Leonardo Navarrete, a quien su interés en la medicina tradicional yucateca lo llevó a explorar los terrenos de la agroecología, rubro que a últimas fechas ha cobrado fuerza a raíz de la situación que se vive por la pandemia derivada del COVID-19.

Ante la inminente cuarentena, a cientos de yucatecos -ya sea por ocio o necesidad- les ha despertado el interés de cosechar sus propios alimentos y dejar atrás el modelo de producción industrializada, que “además de tener tintes esclavistas”, afecta severamente al medioambiente y tiene repercusiones en la salud.

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Consciente de esto, Pepe se ha enfocado en promover el modelo autosustentable a través de su iniciativa [i]Pepino Kat[/i], con la que busca popularizar otros procesos de productividad; que además de cuidar la salud y el manto freático, procuren una mejor calidad de vida para los productores locales, históricamente vulnerados por el modelo vigente.

“La emergencia del virus y el confinamiento posterior ha propiciado que mucha gente cuente con tiempo libre para reflexionar. Aprovechando esos espacios, buscan darse la oportunidad de aprender a sembrar, así que se puede decir que ha habido un incremento en el interés por la agroecología”, celebró.

[b]Ánimo para comenzar[/b]

Para comenzar un huerto, lo primero es tener mucho ánimo; paciencia y gusto por el trabajo de campo. “Que no se quejen por el sol; la tierra y el lodo. Si alguien tiene el carácter para eso le va a gustar, pues es mucho trabajo físico”, asegura Pepe.

El primer paso, comenta, consiste en elaborar una composta, ya que principalmente se trabajará con el suelo; y la biomasa es elemental para el éxito del proyecto, aprovechando los residuos domésticos.

En cuanto al suelo de Yucatán, el agricultor comenta que en el caso de Mérida es muy pobre, lo que dificulta la siembra. Escasamente hay 10 o 15 centímetros sobre la roca caliza, por eso es tan importante la elaboración de biomasa.

El suelo de Mérida es ideal para tener plantas arbustivas y frutales características de la selva baja caducifolia, pues tiran sus hojas y de manera natural generan el suelo idóneo para sembrar.

[b]Abrazar la soberanía alimentaria[/b]

La pasión de Leonardo por la agroecología comenzó en la escuela de agricultura U Yits Ka'an de Maní, en donde tuvo maestros que lo guiaron a través de los senderos de la autosustentabilidad. Fue ahí donde sintió la necesidad de romper con la cadena que, según él, obliga a miles a medicarse innecesariamente; y abrazar la soberanía alimentaria.

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“Muchos dicen que la revolución está en las protestas; y es bastante válido, pero hacer un huerto también es una manera de revolución, de manifestar nuestras inconformidades con el sistema que nos rige y poner nuestro granito de arena para que el mundo mejore”, aseveró.

Pepe asegura que su interés no se traduce en dividendos, ya que su manera de conducirse implica el llevar un estilo de vida sencillo, comercializando únicamente los excedentes de su huerto, como la mayoría de los campesinos del interior del estado; eso sí, su afán de superación lo ha llevado a incursionar en la industria de la transformación de sus cosechas con productos como el chimichurri de chaya.

[b]Pago justo a productores[/b]

Es común pensar que los precios de los productos orgánicos son elevados y estos están reservados para las élites. Al respecto, Pepe Navarrete asegura que, si bien, el precio es un poco más alto, es importante entender que se trata de otro modelo de producción distante al que sujeta a los campesinos a depender de la oferta y la demanda.

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Recordó que no obstante a la pandemia, los productores locales mantienen sus precios; a diferencia de los supermercados en donde se han aprovechado de la comercialización de productos de primera necesidad.

El emprendedor reconoce que los productos transformados sí elevan sus precios, pero esto se debe a que quienes son elementales para este mercado -los productores- reciben un pago justo por su trabajo.

“Hay quienes van a comer a un restaurante; van al cine o gastan su dinero en cerveza. Yo compro una canasta de 250 pesos a los productores de Maní y con eso mi familia -de seis personas- come una semana. Es cuestión de prioridades”, sentenció.

[b]Pepino Kat[/b]

En [i]Pepino Kat[/i] se promueve la concientización ambiental mediante talleres y asesorías. La visión de Pepe no se centra en construir el huerto y dejarlo así; sino en contagiar a los interesados con su idea de un planeta más sustentable, y que, por gusto, continúen con una labor que a fin de cuentas será benéfica para todos, “no que sólo quieran cosechar sin sembrar”.

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Los interesados en contribuir con este cambio de paradigma pueden comunicarse con Leonardo al 9993578288 o visitar su página de Facebook [i]Pepino Kat[/i], en donde encontrarán más información sobre su propuesta.

Edición: Ana Ordaz