Áreas Destinadas Voluntariamente a la Conservación, equilibrio contra la depredación

Las Áreas Destinadas Voluntariamente a la Conservación (ADVC) de Yunkú, Mucuyché y Abalá representan un contrapeso contra la depredación de los montes, amenazados principalmente por la expansión urbana que se genera en la zona metropolitana de Mérida; coincidieron pobladores mayas y agrupaciones que promueven un turismo comunitario en esta zona al sur del estado. 

Juntas, estas tres comunidades albergan más de 4 mil hectáreas de selva, paisajes verdes que parecieron ser ajenos a lo que se observa en las grandes ciudades; donde la calidad del aire es mejor, así como la del agua. 

Las comunidades y ejidatarios han decidido conservar sus territorios y no venderlos a empresas; pues quieren trabajar sus tierras que albergan grandes montes,  cenotes, fauna y flora, para fomentar el turismo comunitario y el mismo tiempo cuidar el medio ambiente tan dañado por diversas actividades humanas y empresariales. 

La Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (LGEEPA) considera a las ADVC como parte de las Áreas Naturales Protegidas (ANP) de competencia de la Federación; son áreas destinadas voluntariamente a la conservación, que pueden presentar cualquiera de las características biológicas y ecológicas similares a reservas de la biosfera, parques nacionales, monumentos naturales, áreas de protección de los recursos naturales, áreas de protección de flora y fauna, santuarios, parques y reservas estatales, o bien, similares a las zonas de conservación ecológica municipales.

Ulyses Huesca Tercero, director general de Ecoguerreros, empresa social que apoya a los pobladores para impulsar un turismo sostenible en sus comunidades, a través del proyecto Camino del Mayab, entre otras iniciativas, resaltó la importancia de estas reservas. 

“Cada vez hay menos áreas y es más difícil crear nuevas reservas por eso es importante potenciar las que hay, y ayudar a las personas”; manifestó. 

Además, ante lo que sucede en ciudades como Mérida, donde hay pocas zonas arboladas, y la expansión inmobiliaria es un problema, indicó que es necesario que la conservación del medio ambiente sea una actividad rentable y que genere ingresos, pero que proteja al medio ambiente y los recursos naturales. 

“Sin  vegetación, sin áreas naturales la vida no tendría lugar, dependemos de estos lugares para la producción de oxígeno, captación de agua, para todos lo elementos que la vida necesita”, destacó. 

Para Huesca Tercero, dichas zonas representan un contrapeso ante todo este “desarrollo depredador” que se ha dado por todo el estado; pero si todo se empieza a deteriorar afecta a las demás partes y contribuye al cambio climático, advirtió. 

Como parte del financiamiento otorgado por el Programa de Pequeñas Donaciones (FMAM), el 10 de agosto, con apoyo de la Comisión Nacional Forestal (Conafor) entregaron equipo a las brigadas contra incendios en los ejidos, permitiendo que estén mejor preparados para la preservación de los recursos naturales.

“Estos ejidos tienen áreas de conservación voluntarias y trabajan arduamente por la conservación de las selvas y del manto freático de Yucatán y la provisión de servicios ambientales, buscando mantener las funciones ecológicas de los sitios. Aspectos que todas y todos gozamos y que nuestra constitución a través de su artículo cuarto sentencia tenemos derecho”, resaltó Camino del Mayab.

José Eduardo Bestard Barrera, jefe del departamento de Restauración y Protección de la Promotoría de Desarrollo Forestal de la Conafor, explicó que este tipo de reservas voluntarias, los ejidos las destinan para su conservación. En el caso de Abalá son mil 877 hectáreas aprobadas dentro del programa de Pago por Servicios Ambientales de la dependencia, lo que les brinda la oportunidad de recibir un apoyo económico de 2 millones de pesos durante cinco años para el ejido; para realizar actividades que fomenten el ecoturismo y conservación; así como recorridos de vigilancia para evitar la cacería furtiva. 

Con estas áreas, indicó, se busca que las comunidades tengan las bondades de sus montes, de conservarlos y “explotarlos” de una forma sustentable a través  de un turismo de bajo impacto; y así generar sus propios recursos y no terminar vendiendo sus terrenos y ser empleados de alguna tercera persona. 

“Mientras ellos sigan conservando estos montes, sus selvas, los recursos naturales se siguen manteniendo y mejorando”; subrayó. 

Avelino Calán Álvarez, comisaría ejidal de Abalá, indicó que desde 1914 se han dedicado a la protección de sus montes en la comunidad. Hasta ahora, el ejido no ha intentado vender las más de mil hectáreas porque son áreas de conserva. “No pensamos vender, queremos levantar, cuidar el medio ambiente y conservar el agua”, dijo. 

También, indicó que cuentan con cuatro cenotes habilitados para que los turistas vengan a disfrutar; pero está consciente de que no debe ser un turismo masivo, para que no se afecten los animales, las flores y la selva; pero es una forma en la que puede subsistir la comunidad. 

De igual manera, trabajan para evitar la cacería furtiva y verifican que no haya cazadores de venados y pavos. 

No sabe mucho sobre temas ambientales, pero está consciente de la importancia de conservar sus cenotes, sus aguas vitales para la población, un conocimiento que ha aprendido de sus ancestros.  Ahora con apoyo de Camino del Mayab y otras dependencias, el ejido trabaja para fomentar el turismo comunitario y el cuidado de su entorno.

Edición: Ana Ordaz